Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.
La Unión Europea merece que votemos
El próximo 9 de junio estamos convocados a las urnas para elegir a los miembros del Parlamento europeo. En el caso español, son las octavas elecciones, ya que nuestra adhesión a las Comunidades Europeas se produjo en enero de 1986.
Este tipo de elecciones tienen el problema de que gran parte del electorado está poco motivado a ir a votar, pues ve las instituciones de la UE como distantes y alejadas de nuestra vida cotidiana, como un asunto de lo que, de modo peyorativo, se denomina las “élites de Bruselas”.
Sin embargo, la realidad de la UE es otra muy distinta. Los que allí deciden son políticos elegidos por nosotros mismos (eurodiputados del Parlamento europeo, ministros nacionales en los distintos Consejos sectoriales, presidentes de gobierno en el Consejo Europeo…). Y ello con la participación de una ingente cantidad de comités donde están representados los distintos grupos de la sociedad civil (agricultores, industrias, ecologistas, consumidores…) Además, mucho de lo que se decide en la UE afecta a nuestro bienestar, ya sea de manera directa o indirecta.
En todo caso, es un hecho que las elecciones europeas generan poco entusiasmo entre la ciudadanía, por lo que se tiene que hacer un esfuerzo mayor para ir a votar que cuando se convocan elecciones nacionales, regionales o locales. Ello explica su más elevado nivel de abstención.
Un balance
Sin embargo, haciendo balance de las políticas desarrolladas por la UE en la pasada legislatura 2019-2024, cabe señalar algunos hechos por los que merece la pena votar en las elecciones europeas del próximo 9 de junio.
En primer lugar, por el modo como la UE gestionó la pandemia COVID-19, que, desde marzo de 2020, se extendió por todo el mundo afectando gravemente la salud y paralizando la economía internacional. Ante la gravedad del problema, la UE desempeñó un papel fundamental al gestionar de forma coordinada la compra conjunta de vacunas y su posterior aplicación en cada país. Asimismo, libró fondos especiales (más de 2 billones de euros) para responder a la crisis (fondos REACT y Next Generation), lo que permitió financiar, por ejemplo, los ERTEs o la compra de material sanitario, y proyectos asociados a la economía digital y a la transición digital y energética. Sólo por eso, la UE es merecedora de que los ciudadanos europeos la valoren como una institución necesaria para nuestro bienestar y que merezca ser correspondida acudiendo a votar el próximo 9-J.
En segundo lugar, por cómo la UE ha gestionado la respuesta a la invasión rusa de Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022 y que aún perdura. No siendo Ucrania uno de sus miembros, la UE ha respondido, sin embargo, de forma solidaria, valorando el hecho de que, al tener fronteras con varios países de la Unión, la invasión amenaza la seguridad europea. Bajo el paraguas defensivo de la OTAN, la UE ha sabido mantener, con no pocas dificultades, la unidad interna, abriendo incluso las puertas para una futura integración de Ucrania. Y esto se ha logrado a pesar de que no existe en la UE una política común de defensa y seguridad, y gracias a la cooperación entre los gobiernos de los 27 EE.MM. Mantener la cohesión interna en un momento que podía haber provocado una división de consecuencias negativas en la UE, es otro factor a tener en cuenta en el balance de estos cinco años. También por eso, la UE merece nuestro voto en las elecciones del próximo 9J.
En tercer lugar, por la importancia de las políticas comunes (agraria, pesquera, cohesión…) a través de las cuales sectores esenciales de nuestra economía reciben fondos del presupuesto de la UE. Por ejemplo, en el caso del sector agrario, España ha venido recibiendo en torno a 5.000 millones de euros anuales a través de la PAC (política agraria común), tanto durante el periodo 2013-2020, como en el actual 2020-2027. Con independencia de la valoración que pueda hacerse sobre los recursos destinados a la PAC, lo importante es que esta política ha seguido en pie como política común, y que sus ayudas representan un tercio de la renta de los agricultores. Sin la PAC, muchos agricultores, sobre todo los de pequeñas y medianas explotaciones, dejarían de serlo. Por eso, la UE debe ser merecedora del voto de los agricultores por lo que ella representa en su bienestar, y también del voto de los consumidores por cuanto que la PAC garantiza el abastecimiento con alimentos sanos y de calidad.
Algunos temas pendientes
No sólo por lo realizado, sino también por algunos temas pendientes y por retos futuros que no pueden ser tratados por sí solos por los gobiernos nacionales, merece que votemos en las elecciones del 9-J.
Uno de esos temas pendientes es el migratorio, que aún es tratado mediante programas de cooperación intergubernamental, pero que debe afrontarse mediante una política común europea; una política que organice eficazmente el control de fronteras, regule el derecho de asilo, ordene los procedimientos de acogida y promueva la contratación en origen.
Otro tema es el relativo a la independencia energética de la UE, sólo posible mediante una política común que propicie las fuentes mixtas de producción (energías fósiles, renovables, nuclear, hidrógeno verde…) y los intercambios entre los EE.MM. a través de una red eléctrica europea. Está también la lucha contra el cambio climático y el cumplimiento de los acuerdos asumidos por la UE en las distintas COP (la última celebrada en Dubai el año pasado), que sólo son posible de implementar de forma coordinada a nivel europeo y en el marco de un Pacto Verde con plazos realistas y objetivos factibles.
Por último, cabe destacar la importancia del reto que plantean las tecnologías digitales en materia de información (plataformas de internet) y de formación (inteligencia artificial) y cuya regulación debe afrontar la UE en la nueva legislatura, conciliando el impulso a la innovación, la libertad de expresión y el derecho a la seguridad.
Por todo lo aquí señalado, creo que la UE bien vale el esfuerzo de ir a votar el próximo 9 de junio. Y ello no sólo por lo que sus instituciones han hecho de positivo en esta pasada legislatura y por los retos globales que tenemos por delante. También por lo que la UE representa de espacio de paz y prosperidad, un espacio que hay que preservar por el bien de toda la ciudadanía y como garantía de estabilidad a nivel internacional.
Sobre este blog
Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.
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