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Sobre este blog

Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.

Una nueva economía digitalizada y tokenizada

Iridescense

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Hablábamos en el artículo anterior de los  bienes intangibles de las empresas y cómo  estos, al calor de los nuevos tiempos, iban tomando protagonismo en los balances de las mismas. Pues bien en el de hoy vamos a llevar la pelota un poco más lejos. 

Digitalizando cosas

Hay bienes que son intrínsecamente  intangibles como el conocimiento o las ideas. Hay otros que están pasando de lo físico a lo etéreo y no por ello están perdiendo valor sino más bien todo lo contrario.

Pongamos el ejemplo de una industria que ya se ha intangibilizado y digitalizado. La musical. Hace 20 años si yo como consumidor quería escuchar un disco, tenía que ir a una tienda, comprarme un tocadiscos, ir a otra tienda y comprarme el disco. Dos objetos físicos por los cuales pagaba y me llevaba a casa feliz, cuanto más pesaran más pagaba y más feliz me iba. Al llegar a casa lo ponía uno encima del otro y obtenía la música que es lo que en realidad quería. El disco y el tocadiscos eran míos porque los tenía en mi casa ocupando espacio y tenía un recibo de papel en mi cartera que decía que había pagado por ellos.

Hoy solo tengo que pagar una suscripción a través de mi móvil y tengo todos los discos del mundo saliendo por dispositivos que ya tengo. Casi todo lo físico del asunto se ha volatilizado y el bien que obtengo es igual si no mejor. Todo ventajas por no hablar del favor que le hemos hecho al planeta en términos de contaminación. 

Pues bien, otras industrias de lo físico se están intangibilizando y digitalizando. 

Otro ejemplo más incipiente de una industria que se está digitalízando. La moda. Hoy día la gente se relaciona más con terceros a través de sus avatares y gemelos digitales que en persona. Interactuamos más con otros a través de Zoom, nuestros perfiles de Instagram o Facebook que casi en persona. Nos estamos acostumbrando a asistir a eventos digitales de renombre a través de nuestro navegador web y desde el salón de casa. ¿Qué tal si pudiésemos vestirnos para la ocasión? El estado del arte de la tecnología de momento solo nos permite cambiar el fondo que nos rodea para que no vean nuestro salón pero en breve llegará a más. ¿Qué tal si quisiera lucir un vestido diseñado en exclusiva para mí por mi admirado Palomo Spain para la ocasión? 

The Fabricant es una firma de alta costura digital. No usan aguja e hilo sino ratón y pantalla. Diseñan y venden ropa digital y la cosa no va en broma, han vendido uno de sus últimos diseños “iridescence” (en la foto de cabecera) por unos 9.000€.

Tokenizando la propiedad de las cosas

Dado lo fácil que es copiar un trozo de código o archivo de un ordenador a otro, con lo digital siempre ha habido un problema a la hora de establecer que algo es de alguien y todavía más para proteger y gestionar los derechos y usos que el autor o propietario permite de su obra o bien. Este problema ha relegado la economía de “lo digital” a una especie de salvaje oeste impracticable e inviable, pero esto parece tener los días contados. De nuevo, ¡blockchain al rescate!

Ya hablamos en un artículo anterior de los contratos inteligentes y en el de hoy vamos hablar de uno en concreto llamado Non Fungible Token (NFT).

Los NFT han saltado últimamente a la palestra con noticias  como la de que Jack Dorsey, fundador y CEO de Twitter ha puesto a subasta su primer tweet donde simplemente escribe “just setting up my twttr”. Ha grabado su certificado de propiedad en una blockchain como NFT y la subasta va por 2,5 millones de dólares. La semana pasada también la prestigiosa casa de subastas Christie’s logró vender un archivo JPG del artista Beeple, un collage de sus obras llamado “Everydays: the first 5000 days” por 70 millones de dólares. El artista espetó “Holy fuck” en un tweet el cual, lo mismo le da por subastar y saca otro pico. Aparte de la sorna, la cosa no va en broma, se ha abierto la veda.

Por explicarlos un poco, los NFT son técnicamente muy parecidas a las criptomonedas pero conceptualmente tienen una gran diferencia. Una moneda no se diferencia de otra y dado un momento en el tiempo todas valen lo mismo. Se “fungen” cuando se gastan pero sólo sirven como medio de cambio de otro bien. No es algo que sea ni represente el bien en sí.  

Los NFT son únicos y representan a un bien especifico ya sea digital, intangible o físico. No se fungen o gastan, son propiedad de alguien que los crea para representar inequívocamente a algo y la identidad de su propietario, se transmite para transmitir la propiedad de ese algo y se destruye si ese algo desaparece.  Con NFTs podemos representar activos digitales como los ejemplos que hemos visto, intangibles como ideas, canciones o participaciones de una empresa, o muy tangibles como un chalé en Trassierra o un cuadro de Julio Romero de Torres.

Toma nota, la revolución de “lo digital” viene en serio y va a transformar por las buenas o por las malas muchas industrias. 

No te quedes atrás. 

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Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.

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