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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

De proletarios a propietarios

Una promoción de viviendas de Vimcorsa.

Alfonso Alba

20 de septiembre de 2025 20:05 h

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José Luis Arrese fue ministro de la Vivienda en 1959. Falangista camisa vieja, se quedó solo frente a los tecnócratas hasta que Franco lo cesó por la presión del Opus Dei. Pero aquel año dirigía un Ministerio que transformó la economía: “No queremos un país de proletarios, sino de propietarios”. Y de aquellos polvos, estos lodos.

Arrese puso la base del capitalismo extractivo español, en el que la vivienda dejaba de ser un bien de primera necesidad para ser la principal fuente de riqueza. Quien tenía un piso tenía un tesoro. Lejos aún del disparate de los precios actuales, la economía se sostuvo principalmente a base de ladrillo. Construir y construir. España como industria por sí misma.

Han pasado 65 años desde que Arrese sentara las bases de una economía que no ha cambiado. Aunque se acaba de dar la vuelta como un calcetín. Hoy en día, la gran brecha social está entre los propietarios y los que no pueden acceder a una vivienda, que son principalmente las nuevas generaciones. Lo harán, si acaso, cuando hereden.

La periodista Analía Plaza acaba de publicar un libro, La vida cañón, repleto de datos y que abre un debate que una inmensidad de la sociedad parece rehuir. Sí, la generación boomer, la que se está jubilando ahora, ha vivido mejor que sus padres (que sobrevivieron al hambre de la posguerra), pero es que también están viviendo mucho mejor que sus hijos. Y nadie les culpa, pero es así.

Son propietarios de viviendas que han pagado con el sudor de su frente. Dueños de un tesoro inaccesible para toda una generación, a la que se le pide una millonada para acceder a un pisito y a la que los bancos le niegan cualquier tipo de financiación. Una generación condenada a vivir de alquiler, compartir piso hasta una edad bastante avanzada y a encadenar trabajos con salarios con los que no acaban de llegar. Que cotiza poco y que no van a tener, ni soñando, las pensiones de los boomer que se jubilan hoy en día.

El libro no se plantea como una lucha entre generaciones. Pero sí que refleja una realidad de un sistema económico que ha condenado a la generación actual a una especie de inmovilismo. No creo que trabajen menos que antes, ni que estén todo el día con el Netflix, los móviles de alta gama y las redes sociales. Es injusto. Ni tampoco que estén menos preparados. Quizás al revés. Pero sí que lo tienen mucho más difícil para subirse al ascensor social.

Los locos años veinte del siglo XXI están agravando unas terribles desigualdades en la que es casi imposible llegar a ningún sitio si no dispones antes de un enorme colchón económico que se resume en propiedades y dinero. Y que casi siempre está llegando a través de herencias.

Pero vamos mal si no empezamos a plantearnos estos debates que acaban aislando al futuro de nuestra sociedad, a una generación que condenamos a la frustración y que no tiene una perspectiva positiva de lo que vendrá a partir de ahora. Si el mensaje del futuro no se traduce en un hilo de esperanza, el pesimismo que les atenaza acabará alumbrando monstruos. Algunos ya están aquí.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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