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'Listas negras': La Fiscalía debe actuar

Alfonso Alba

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¿Dispone la Brigada de Información de la Policía Nacional de listas negras en Córdoba? ¿Es cierto lo que dijo un policía en un juicio de que la Brigada trabaja con información sobre los manifestantes (yo no recuerdo ninguna protesta delictiva en Córdoba en mis 13 años de profesión) más habituales y la “gente de este tipo”?

Por la tranquilidad de todos, de los manifestantes y de la propia Policía, cuyo trabajo ha sido puesto en duda por sus mismos agentes, la Fiscalía debería actuar de oficio tras lo escuchado en el juicio contra un joven por la protesta de la Velá de la Fuensanta de 2011 y, también, por lo que ha denunciado públicamente Izquierda Unida y su parlamentaria Alba Doblas. Pero ya les voy avanzando que no lo va a hacer.

Lo denunciado, sospechado o revelado es lo suficientemente grave y escandaloso como para que se abriera, al menos, una investigación judicial de oficio. Hasta donde yo sé, la Fiscalía no tendrá más remedio que abrir esa investigación cuando los que aparecen en esas listas negras lo denuncien. Y lo harán.

Por si no lo saben, identificar a ciudadanos por ir a una manifestación pacífica (aunque no esté comunicada previamente) es una barbaridad antidemocrática y yo creo que hasta delictiva. Todos sabemos que la Policía y su Brigada de Información trabajan por garantizar nuestra seguridad. Al menos en teoría. Son los que están pendientes de que por Córdoba no se nos despierte ninguna célula durmiente de terrorismo islámico, de seguir a sospechosos de cometer delitos y demás. En Córdoba, en esta Brigada trabajan unos 25 agentes y está previsto que superen la treintena con la nueva convocatoria de plazas. En un par de años, la Brigada ha tenido dos jefes distintos y cuentan los que trabajan dentro, que se ha politizado hasta el extremo (y no precisamente hacia el extremo izquierdo).

Esta semana asistí al juicio de la Velá de la Fuensanta. En el banquillo estaba sentado un joven al que conozco. Yo fui el primero que se sorprendió cuando lo vi allí. Sé que es pacífico hasta el extremo, dialogante, buena gente. Imagino que es sospechoso porque está metido de lleno en los movimientos sociales de la ciudad. Sospechoso por ir a manifestaciones. Sospechoso por defender, pacíficamente siempre, lo que cree. Sospechoso por decir lo que piensa y sospechoso por tocar en una batucada. En el juicio, había magistrados que se echaban las manos a la cabeza cuando escuchaban el testimonio del policía que se había lesionado un pulgar (¡¡¡un pulgar!!!) tratando de contener una embestida de una manifestación contra unas vallas. En ese momento, no había identificado a ninguno de los más de 200 manifestantes que habían participado en la protesta. Pero al día siguiente había visto las fotos en la prensa y había señalado las fotos en el periódico, imagino que no con el pulgar contusionado, al joven del que les hablo. Lo identificaron y acusaron. Sólo a él. ¿Porqué sólo a él? ¿Cabezas de turco en pleno siglo XXI?

Imaginen lo que es sentarse en un banquillo y enfrentarse a una pena de cárcel. Espero que salga absuelto. En cualquier caso, ya es un escándalo que haya llegado a juicio.

No tengo muy claro si con lo que trabaja la Brigada de Información de Córdoba es con dossieres completos de manifestantes y personas significadas de la ciudad al más puro estilo Stasi, que tan bien reflejó la película  La vida de los otros. Espero que no. Espero que los sistemas para pinchar teléfonos de los que disponen, sus ordenadores para rastrear delitos informáticos con los que trabajan, los transmisores con los que acuden de incógnito a las manifestaciones (en sus informes llegan a apuntar hasta los lemas que se corean y lo que pone en las pancartas) y el sueldo que cobran sirvan para garantizar nuestra seguridad. De lo contrario deben saber que todo ese material y salario sale de nuestros impuestos y que están, por tanto, para protegernos. Que juraron o prometieron lealtad a la Constitución, y que yo sepa en su artículo 21 consagra el derecho a la manifestación.

Este artículo no tiene ninguna gracia. Si viviéramos 40 años atrás, se incluiría en una carpetita que ya sería bastante gorda y en donde a lo mejor habría otros artículos míos y de compañeros de profesión. Pero esas cosas ya no pasan. ¿Verdad?

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