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Fuentes Guerra

Alfonso Alba

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Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. Que tire la primera piedra el que no escucha hoy música en el Spotify, no se descargue sus series favoritas a través de una página cualquiera de internet o incluso se lea todos los libros que le apetezcan en un e-book. Yo, por ejemplo, no estoy libre de pecado. No recuerdo la última vez que compré un disco (aunque estoy seguro de que lo hice en Fuentes Guerra), cuando antes rara era la semana que no me llevaba alguno. Tampoco sé cuándo fue el último día que alquilé una película (también estoy seguro que fue allí, en el cariñoso local de la calle Caño). Y en papel creo que ya sólo leo informes, sentencias y algún que otro documento administrativo, además de mis propias notas tomadas a mano (y cada vez menos).

La cultura tenía un precio. Al menos, la tuvo hasta hace muy poco, cuando un negocio como el de Fuentes Guerra era viable y necesario. Entonces, nadie se escandalizaba por pagar 20 euros por un disco o un libro, o alquilar una película por tres. Lo pagábamos porque había que pagarlo. La cultura tenía un valor y era ese. Cierto es que gran parte de ese dinero se iba luego en un maremágnum de intermediarios, sí. Pero no menos cierto es que con esos 20 euros por disco se daba de comer a mucha gente.

Hoy, la cultura sigue teniendo un precio. Escritores, músicos, actores y, ay, gente como los tres hermanos Fuentes Guerra necesitan como cualquiera dinero para vivir, para seguir alimentándonos a nosotros, para seguir recomendándonos películas o discos. Pero hoy es difícil que nadie pague nada o casi nada por la cultura. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Yo no lo estoy.

Sencillamente, éste es el mundo en el que vivimos hoy. Un mundo en el que las nuevas tecnologías nos han facilitado de una forma bestial el acceso a la cultura. De hecho, gracias a estas nuevas tecnologías ha nacido este periódico digital. Renovarse o morir, ya saben. Pero el problema es ese: la cultura tenía un precio. ¿Ya no? Algo habrá que hacer porque se nos está quedando gente muy buena en el camino.

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