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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

A por la despedida un millón

Despedida de soltero.

Alfonso Alba

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No sé si hay un turismo más corrosivo que el de borrachera. España, especialmente la Costa del Sol y Mallorca, es el lugar ideal para los adolescentes y jóvenes europeos que cuando llega el final del curso quieren pegarse la fiesta del fin del mundo para celebrarlo. Qué mejor destino que uno barato, en el que hay muchos bares, se bebe mucho alcohol y además las discotecas cierran tarde. Esa es la imagen de España.

Para los propios españoles hay otros destinos digamos de segundo orden. A veces coinciden con los europeos, especialmente los amantes del balconing, en esas fiestas interminables de las costas. Pero una alternativa barata pasa por coger un tren y bajarte en una ciudad barata, asequible, con bares y con buen tiempo. Ahí está Córdoba. También Málaga o Sevilla. ¿Dónde mejor que celebrar una despedida de soltero o soltera que empieza ya en el tren y que probablemente termine en otro tren pero de vuelta?

En Málaga tienen un alcalde imaginativo. Paco de la Torre está planteando una ordenanza, que se quiere emular en Córdoba, en la que prohibir que se vaya con imágenes de genitales en la cabeza, como si eso fuese ¿constitucional? o impidiese la masiva llegada de despedidas de soltero a la ciudad. Dudo que haya otra manera de regular el mercado de las despedidas de soltero que a través del precio.

Ahí es donde siempre se pensó en la tasa turística, en ese impuesto que pagarían todos los turistas para reparar lo que dañan en la ciudad por hacer un uso intensivo de la misma. Para pagar al que recoge en la fiesta, básicamente, una especie de impuesto al turismo de borrachera que se reinvierte en la ciudad, para cuidarla.

Pero no. Mientras se rechaza la tasa turística se apuesta por cobrar un alto precio al turista menos dañino, aquel que viene a ver patrimonio. Ocho euros, sin incluir el autobús, por entrar en Medina Azahara cuando hasta ahora era gratis. Tres por entrar en la Sinagoga. Cinco, por el Arqueológico. Es como si lo quisiéramos hacer al revés, en vez de fomentar el patrimonio y la cultura, espantarlo.

Los museos no son solo para los muy cafeteros, para los amantes del arte y el patrimonio, sino también para conquistar a aquellos menos interesados por la cultura, para abrirle las puertas a los que hasta ahora han pasado. Por eso siempre se apostó por hacer accesible la cultura y no al revés, convertir su consumo en otro negocio más.

Cualquier turista que venga a Córdoba echará cuentas y mirará a su bolsillo: 13 euros por entrar a la Mezquita, ocho por Medina Azahara donde además hay que pagar transporte, cinco por el Arqueológico y tres más por la Sinagoga, que es maravillosa pero que se ve en un suspiro.

La Junta ha justificado su propuesta en que con ese dinero se mantienen los monumentos y museos. No es mentira, pero donde de verdad está la recaudación es en esa masa que llega a las ciudades turísticas, que las inunda. Si queremos regular a esa masa ya sabemos cuál puede ser el camino. Pero si lo que estamos buscando es la despedida de soltero un millón, pues ya está.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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