Pues claro que se puede

Escribe Enric González en sus Memorias líquidas que para ser un buen periodista hay que tener siempre un agujero en el estómago (se refiere a cobrar poco y pasar un poco de hambre) y que tu mesa de redacción sea una trinchera (se refiere también a que vendrán los jefes y los que manejan el dinero a poner todos los palos en las ruedas posibles a lo que escribes). A estas alturas, creo que lo primero lo hemos conseguido y que lo segundo pues no sé, se intenta, aunque el resultado lo tendrán que valorar los lectores.

Cordópolis nació hace 13 meses con hambre, sí. Con el hambre de un grupo de periodistas que no se resignaba a ver cómo todo a su alrededor se derrumbaba, se venía abajo y el pesimismo se apoderaba de una profesión que más que de pesimistas fue siempre de cínicos y gente de mucho beber y leer. Tampoco es un secreto decir que no ha sido ni está siendo un camino fácil. Ya nadie paga por una información que lee gratis en internet y encontrar una vía de financiación con la que ganarse la vida cada día es más difícil, pero vamos tirando. Quizás es eso, quizás es ese agujero en el estómago el que nos ayuda a no resignarnos, a no venirnos abajo, a que no nos importe pasar muchas horas delante del ordenador. Quizás, aunque no lo tengo claro.

Opto, más, por la segunda percepción de Enric González. Cordópolis es un proyecto cooperativo en el que, sorprendentemente, no hay nadie detrás de él más allá de los que escriben e ilustran el periódico. Puede ser que la clave haya sido la de superar esa trinchera tan de periodista de redacción, tan de sufrir a los jefes y de resignarse a la autocensura, tan sólo superada (y en ocasiones) por periodistas héroes o consagrados como Enric González.

No lo tengo claro aún. Pero el caso es que se puede, que lo que ha hecho Cordópolis también lo pueden hacer otros periodistas como nosotros que no tengan más que la fuerza de su trabajo y, sobre todo, mucha vocación. Lo mismo por eso nos han dado un premio.