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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

2010

La riada en Guadalvalle, desde un helicóptero no tripulado

Alfonso Alba

9 de noviembre de 2024 20:06 h

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En febrero del año 2010, en plena visita a Córdoba del presidente turco Erdogan, el Guadalquivir se estaba desbordando. Tras meses de lluvias, los embalses de la zona alta de la cuenca del Guadalquivir estaban llenos. Las precipitaciones asociadas a una serie de borrascas y las escorrentías provocaron una crecida del río, que no fue ni mucho menos histórica. Centenares de parcelaciones irregularmente construidas en zona inundable se anegaron. También algunas viviendas de la zona urbana de Alcolea, la famosa calle de La Barca (curioso nombre, por algo será), pero fueron las menos.

Hace casi 15 años, también hubo una gestión caótica de la emergencia. Por suerte, el Guadalquivir es un río que crece de manera ordenada. Nada que ver con los torrentes y barrancos del Mediterráneo. El río grande de Andalucía se va ensanchando poco a poco, y las personas tienen tiempo suficiente como para ponerse a salvo. Aún recuerdo aquella mañana de febrero en la que el río iba laminando los caminos de las parcelaciones, iba subiendo poco a poco por la pista del Aeropuerto. De pisar el agua a que te sobrepasasen los tobillos y de ahí a las rodillas en una hora.

En Córdoba capital, aquellas semanas de febrero, marzo y abril no hubo Unidad Militar de Emergencias (UME), ni una oleada de solidaridad en la propia ciudad. Había gente que lo había perdido todo. Había otros que sufrían por su segunda residencia, los menos. Y muchos que vivían en zona inundable sin saberlo, porque era la única casa que se podían comprar (por algo eran tan baratas). El Ayuntamiento de Córdoba asumió entonces a pulmón la limpieza, en unas imágenes que hoy me son muy familiares.

Durante semanas no se pudo entrar en 14 casas de Guadalvalle, algunas sepultadas por encima del tejado por toneladas de lodo. El río fue bajando y se pudo ir entrando en la mayoría. Costó meses limpiar las calles, los pozos, sacar la basura, tirar los muebles...

Salvo un puñado de voluntarios y el propio Ayuntamiento de Córdoba, pocos se preocuparon de una tragedia que fue mucho menos dramática que lo de Valencia, pero en la que hubo pérdidas millonarias, vidas rotas y gente que lo perdió todo.

Lo de 2010, insisto, fue una riada normal, dentro del daño que puede llegar a hacer el Guadalquivir. Milagrosamente, dejó de llover justo cuando el río se desbocó. Y aunque recibieron unas críticas tremendas, la coordinación entre los ingenieros responsables de las presas evitó que la cosa se desmadrara.

No sé si 15 años después hemos aprendido la lección. Estoy convencido de que el 112 Andalucía es mucho mejor que entonces, que hay más medios y que existe una información en tiempo real que ahora se consulta. Entonces descubrimos qué era el SAIH del Guadalquivir, los umbrales, los caudales máximos del río y las avenidas. Nadie nos lo explicó antes. Y también que por omisión había gente viviendo en zona inundable tan pancha.

Aún recuerdo un plan del Ayuntamiento que preveía demoler las casas más expuestas, en las zonas más bajas y con más probabilidad de inundación. Lo diseñó Rafael Obrero, entonces gerente de Vimcorsa. Pero aquel plan se lo llevó el viento. O el río. Y de aquellos lodos, estas fotos.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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