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Vacaciones en Roma ¿en Córdoba?

Redacción Cordópolis

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William Wyler retrató a una bellísima Audrey Hepburn escapándose, harta del boato de princesa, a vivir unos días plenos de libertad en Roma. Durante esos días, acompañada de Gregory Peck y una juvenil “Scooter”, nos va enseñando la Roma monumental y tradicional, hasta hacernos querer introducirnos en la pantalla y participar de la fiesta de los sentidos. Todos los que hemos visto esa película hemos tenido la necesidad de viajar a Roma.

No sucede igual con Córdoba, que fue capital de la Hispania Ulterior Betica como colonia patricia, y que ha relegado durante años recuperar parte de su  esplendor romano, oscurecido por el Califato musulmán y, lo que es peor, deformada por la Córdoba tradicionalista. La guerra de “cordobitas” contra el otrora “Puente Romano” demuestra que, para los cordobeses, la Córdoba romana era desconocida y la confundían con sus experiencias infantiles.

Durante años, si hemos querido ver la Córdoba romana hemos podido ir al Museo arqueológico, pero nuestras calles no han contado con alicientes al respecto. La historia inacabada de la puesta en valor del Templo de Marte, que parece que llega a su fin , es una buena noticia para superar esta absurda carencia. Tan mal lo hemos hecho, que hasta la exposición sobre Roma, que debía haber sido una de las últimas bazas de nuestra candidatura a la Capitalidad Cultural, llegó tarde y disminuida en su importancia, con lo que perdió todo su efecto recuperador de nuestra relación con la Córdoba romana.

No obstante, la noticia presentada por el “legionario” Jaén, me parece que puede acabar siendo defraudante. En primer lugar, porque los escasos 250.000 euros que anuncia que van a dedicar, dan solamente para acabar las distintas actuaciones ya realizadas en el Templo romano, ejecutadas por anteriores gobiernos (bendita herencia) con los denostados fondos Proteja en sus últimas etapas, y que estaban planificadas desde hace años, pendientes de ir consiguiendo el dinero oportuno. Por otro lado, porque se habla como nueva de una ruta ya existente desde hace años (solo hay que asomarse a la página web del Consorcio de Turismo), casi tantos como los que nos une a la Ruta Bética Romana. O sea, estamos de nuevo ante esa fea costumbre de nuestra clase política de apropiarse, o vender como nacidos de su mente, de proyectos que ya llevan un largo recorrido.

Al final, la actuación es limpiar de nuevo el espacio, quitar las vallas (aunque habrá que ver que cerramiento diseñan), eliminar riesgos para el visitante, incorporar un pequeño centro de interpretación, que no parece que vaya a ser mucho más importante que recuperar los paneles ya existentes en su exterior, y poner una garita para cobrar. Todo necesario, pero insuficiente como para ponerse medallas, pero entiendo al “legionario” Jaén, pues, desde que fue defenestrado como encargado de festejos, busca como un poseso motivos para hacerse una foto. Imagino que le habrá pedido permiso a su compañero de “legión”, Martín, que actúa de jefe máximo del patrimonio desde que el “tribuno” Primo de Jurado acabó como subdelegado del imperio, y de la división azul, en la ciudad.

Lo cierto es que el parque arqueológico de Cercadillas, o el del anfiteatro del Rectorado, duermen el sueño de los justos abandonados en plena crisis, y sin que la Junta de Andalucía, ni el ayuntamiento, hagan bastante por ellos. El peligro de convertirse en basureros arqueológicos, es más que un presagio. En cuanto al Mausoleo funerario de la Victoria, al que pude entrar en su inauguración, pasará a la historia como una de las peores actuaciones de recuperación arqueológica, idea, curiosamente, del mismo Martín. Con solo una docena de piedras de la época, completado con una especie de ladrillo visto más propio de un adosado, se empeñaron en mantenerlo en el lugar donde apareció, aunque ello fastidiara la unidad y concepto de los jardines de la Victoria. Respecto a la vía y villa de Santa Rosa, desconozco su estado actual y lo que pasó con el proyecto de hacer una recreación virtual.

En definitiva, que no parece que las nuevas Audreys y Gregorys puedan querer perderse ni en vespa ni andando en nuestra ciudad en busca de sus huellas romanas, y no por falta de valor ni de deseo, sino porque nuestra Ruta romana seguirá siendo igual de pobre y falta de inversión adecuada. El turismo seguirá manteniendo la economía de la ciudad, pero, a veces pienso, que a nuestro pesar.

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