Aquí huele a lejano
Llegamos al salón de la casa de un amigo de mis hijos que vive cerca de la Corredera y en la que no habíamos estado nunca y Iago miró a un lado y otro el espacio luminoso lleno de juguetes y ropa y dijo: “aquí huele a lejano”.
Ultimamente no salgo de Córdoba pero casi no la veo porque hablo mucho de política, y la política es una intrusa que echa a todo el mundo a la calle, es incompatible con cualquier forma de vida, y aquella frase de Iago, sin que aún sepa muy bien porqué, me devolvió a la ciudad de la que estaba ausente hacía un par de meses.
Estamos inmersos en un ataque de logomaquia pseudorrevolucionaria que quizás nos meta en la historia pero nos saca de nuestra ciudad, y ahora queda lo peor, la fase de mercadillo, la conversión de las palabras en trampas, las medias verdades, las insinuaciones, las simplificaciones. Pues de pronto me sentía el Gurb de Mendoza subiendo por la calle Espartería, todo me olía a lejano, pensaba que Córdoba se había quedado en algún lugar remoto en un momento y todos hablamos de nosotros sin ser conscientes de que ya nos hemos convertido en una rareza, una especie que sobrevive por el desinterés de los demás, porque somos irrelevantes.
Paseaba por la ciudad y me parecía un recuerdo, no estábamos ya en nuestro sitio, escribimos artículos y participamos en charlas en las que nos aferramos al futuro, pero ya no está a nuestro alcance y no nos hemos enterado, somos un gran reality del que no sale nadie, por el contrario la derrota es quedarse, te expulsan hacia dentro, condenándote a un exilio interior en el que vivimos la mayoría.
Dicen que algo pasa en mayo y que esta vez será distinto. Veremos.
0