Normalidad y disparate
Tengo dos hijos y una hija, uno es del Real Madrid, uno se debate entre el Atlético y el Barcelona (?!) y una que practica gimnasia. Mi mujer es de Guardiola y yo contemporizo con todos... pero soy más de Chano Lobato y menos de Mourinho. Uno de ellos ha hecho la primera comunión y va a misa los domingos. Los otros cuatro no vamos, somos de “alternativa”. Pero todos hemos visto procesiones y a todos nos ha sobrevolado el síndrome de Stendhal al pasear por la iglesia de San Agustín o al escuchar la Pasión según San Mateo. Normalidad.
En mi entorno social, y en general en toda sociedad libre y avanzada que se precie, cada uno sigue al club que quiere o profesa la creencia que le da la gana, o ninguna. Observa sus normas más o menos relajadamente y se cree o no, lo que le cuenta su obispo o su presidente. Cada domingo comparte sus alegrías o sus penas con quien se le sienta al lado, en la iglesia, en el estadio, en el sofá o en un banco del parque, y canta o calla lo que le apetece. Con normalidad.
Desde mi óptica agnóstica, me merecen el mismo respeto y consideración el Obispo y el Presidente del club de fútbol de mi ciudad, hasta que se demuestre lo contrario, y le hago a los dos exactamente el mismo caso, ninguno. Creo que hasta aquí, la normalidad es la tónica.
Ahora supongamos que a alguien se le ocurre la brillante idea de instaurar en la escuela la asignatura de Madridismo, con sus glorias, sus Judas, sus mártires y mandamientos. Esto, obviamente, no sería posible (por ahora), puesto que inmediatamente se verían socavados los derechos de los colchoneros, de los seguidores del Barcelona o los de cualquier otro equipo y por supuesto los de aquellas otras alumnas a las que les gusta practicar gimnasia y no fútbol. Alguien podría justificar: -hombre, el fútbol es el deporte nacional y el Real Madrid es el club con más seguidores, y, en cualquier caso, si no te gusta, te vas a la clase de alternativa al Madridismo...“. Convendrán conmigo en que seguiría siendo un disparate.
Siguiendo la correlación de ideas, me parece igual de disparatado empeñarse en meter la religión en la escuela, sacándola del ámbito exclusivo de quienes la practican. Así lo dicen incluso algunos sacerdotes, como el mismísimo Defensor del Pueblo Andaluz, el cura Chamizo:
La catequesis debe enmarcarse en el ámbito de las parroquias y las familias
La LOMCE o Ley Wert, es una vuelta de tuerca más a la medievalización de la sociedad española. Si al recorte en educación e investigación, le sumamos la obstaculización del acceso a la cultura con un I.V.A. dinamitador, una Ministra que encomienda la resolución del paro a la Virgen del Rocío, la volatilización de las enseñanzas artísticas y por último le añadimos el fortalecimiento de la religión en la escuela, el resultado es un retorno a la España de los años cincuenta. Y esto no es normal.
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