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Cambiar el paisanaje de Córdoba

Redacción Cordópolis

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Ayer tuve la oportunidad de guiar un paseo por la ciudad a un grupo de estudiantes de la Santa Clara University de California. Los señores (y señoras) de la Loyola Andalucía se han propuesto cambiar el paisanaje de Córdoba y están manos a la obra. Un mes tras otro, abundan en la construcción de una idea de universidad que mira hacia el mundo.

Caminamos desde el Patio de los Naranjos de la Mezquita hasta el Patio de la Capilla del Palacio de Viana. Inicio islámico, final cristiano y entremedias, unas cuantas paradas civiles. Hubo dos que dieron que pensar.

En la Casa Góngora, tuvimos la oportunidad de subir a la atalaya de la tercera planta. Desde allí hay una vista privilegiada de la ciudad: al norte, las oscuras montañas que cubren como un manto, el perfil de la ciudad; al sur, las luminosas colinas de la campiña; en medio, la amalgama de tejados, palmeras y lienzos blancos. Este paisaje urbano, comparado con el que describe Baroja en La feria de los discretos, apenas ha sufrido cambios. Eso es tanto como decir que desde hace 500 años, las espadañas y cúpulas vertebran el perfil inalterado de Córdoba. Esto tiene dos lecturas: la ciudad no ha evolucionado, seguimos siendo un pueblo, o bien, hemos sido capaces de preservar uno de nuestros valores diferenciales desplazando el crecimiento y la transfomación hacia los barrios periféricos. Me quedo con la segunda, y a tenor de las caras de los estudiantes de Sillycon Valley, ellos lo valoraron también así. No obstante... Thinking about...

La otra parada singular fue el Mercado de La Corredera. ¡Qué buen sitio para implementar el modelo Mercado Victoria! Un lugar en el corazón del casco histórico donde se puede palpar la vida de la ciudad, sin filtros. Un uso que permitiría inyectar una nueva sabia a un lugar que camina con dificultad. A falta de apoyos institucionales, los propios puestos lo intentan con ejemplos como Los ollejos, con vinos de calidad y tapas preparadas con cariño. A buen seguro que, si mañana alguno de estos futuros investigadores californianos vuelve a Córdoba, su pituitaria le guiará hasta la calle central del mercado, para volver a disfrutar, entre merluzas y coquinas, de la esencia de la ciudad. Este potencial no puede dejarse olvidado, el comercio local tradicional debe estar en el centro de nuestra oferta turística.

Acabamos en el banco de madera del Patio de la Capilla, donde, oliendo a tierra mojada, el espíritu se recompone y todo te parece mucho más fácil.

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