¡¡A la Rica Castaña Asada!!
Empieza el tiempo de las castañas y aunque por aquí seguimos en tirantes, es inevitable asociar el frío otoñal con la imagen de las castañas asadas y con el olor de los puestos ambulantes que te incitan a comer tan rico manjar sin resistencia posible.
Comentaros que la castaña es un fruto seco originario de Asia Menor que llegó a Europa y al Mediterráneo de la mano de los romanos y que en la Edad Media era muy consumida por la población más desfavorecida, que carecía de trigo y la utilizaba en las harinas como sustituto de este para hacer panes y gachas. Actualmente, la mayor producción de castañas en nuestro país se centra en Galicia, Extremadura y Andalucía y cada año aparece por nuestras ciudades en otoño (desde octubre hasta diciembre) aunque su consumo en el día a día ha disminuido con respecto a nuestros antepasados, debido a la aparición de la patata y por ser un fruto desconocido e incomprensiblemente rechazado debido a su composición, ya que la mayor parte de la gente suele pensar que la castaña engorda mucho.
El objeto de nuestra entrada por tanto es reconciliaros con este exquisito manjar e intentar quitarle a la pobre castaña el estigma de alimento hipercalórico y fruto prohibido.
Este temor reside efectivamente en su alto contenido en hidratos de carbono, no obstante, éstos son básicamente almidones, o lo que viene siendo igual, hidratos de carbono complejos, que se absorben lentamente en nuestro organismo. Esta absorción lenta hace que tengan un bajo índice glucémico y eviten los picos de glucemia e insulina, lo cual es bueno para mantener una energía constante y prolongada en el tiempo. Por tanto, los diabéticos pueden consumirlas con moderación, dado que además del índice glucémico bajo, en su composición destaca la arginina, un aminoácido que mejora la acción de la insulina y además, mejora la circulación sanguínea.
La castaña además es rica en vitamina C, A y E, y en micronutrientes como potasio, magnesio, fósforo y calcio. Esto las hace muy interesantes como antioxidantes y para nuestro sistema neuromuscular. Con respecto a la vitamina C, matizar que ésta es termolábil, por lo tanto, si comemos las castañas asadas en lugar de crudas (algo más indigestas) gran parte de este contenido en vitamina C, se perderá, aunque aún así, sigue teniendo un buen aporte de esta vitamina.
También contiene Inulina, que es un prebiótico, es decir, un tipo de carbohidrato que se comporta como fibra no soluble que ayuda a nuestra flora intestinal y evita el estreñimiento. Además, la inulina aporta un efecto saciante que la hace muy interesante en contexto de pérdida de peso, ya que en contra de lo que la gente piensa, no son muy calóricas (aportan unas 220 kcal/100 g) y son un magnífico aperitivo, saciante y recomendado.
Por otra parte, decir que la castaña ayuda a regular el colesterol, por lo tanto se consideran con efecto cardioprotector. A diferencia de los otros frutos secos, la castaña tiene menos cantidad de grasas, pero al igual que estos, las que tiene son muy saludables. Composicionalmente, las castañas se parecen más a un cereal (por su contenido en carbohidratos) que a un fruto seco, de ahí la confusión de la gente en general.
Ciertamente, pueden resultar algo indigestas tomadas en crudo (aunque a mí me encantan crudas si son “pelaeras” como decía mi abuela) y debido a su alto contenido en fructanos, personas con molestias intestinales como la EII (enfermedad inflamatoria intestinal) y otras patologías digestivas, pueden notar más gases e hinchazón de la cuenta, por lo que deberían limitar su ingesta. Si las asamos o cocemos, mejoran esta digestibilidad.
A la hora de comprarlas, comprobar que la piel está tersa, brillante y dura (no en exceso, pues significaría que aún estarán muy verdes) y que no tenga manchas ni agujeros (que será fruto de los gusanos, a los que también les encantan las castañas).
Se pueden utilizar también el la cocina, cocidas, acompañando a guisos otoñales, en mermeladas y compotas, en sopas, confitadas, en almíbar o incluso se pueden transformar en harina para preparar panes, dulces o repostería. Basta poner en nuestro buscador “recetas con castañas” y salen más de 2 millones de recetas en 0.5 segundos.
Resumiendo, son muy saciantes, nos aportan hidratos de carbono complejos, mejoran nuestra glucemia y perfil lipídico, alimentan a nuestra flora intestinal mejorando nuestra salud, nos aportan vitaminas antioxidantes y micronutrientes interesantes y además están muy muy buenas.
Y a mí, me recuerdan a mi infancia cuando mi padre volvía a casa tras el trabajo con un cartuchito de castañas para comer y disfrutar en familia.
¿Qué esperas para probarlas? ¿Hace un cartuchito?
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.
Máster en Nutrición Clínica, Obesidad y Nutrición Vegetariana. Universidad de Barcelona
Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil
Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos
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