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Nadine y la prensa del corazón

Carlos Puentes

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Si ya se hace difícil comenzar a escribir un blog cualquiera (o no, que hay gente con una incontinencia verbal olímpica), comenzar a hablar semanalmente de estas cosas del tiempo, se convierte en deporte de alto riesgo por la parte profética que conlleva hablar de las cosas que tienen que ocurrir. Si encima quien les escribe llega a esto como mero aficionado, después de pasar años y años mirando por la ventana, observando las nubes, repasando registros, removiendo las animaciones  de los modelos numéricos meteorológicos, leyendo a quienes realmente saben de esto de la meteo, soñando con los “imposibles cordobeses” (nieve, tornados y huracanes extratropicales), repito, si uno alcanza tal nivel de friquez como para que unos tipos con cara de periodistas despistados depositen su confianza en mí para hablar de qué tiempo va a hacer esta semana, pues siente uno la presión apretarle la zona del bajo vientre.

Presión por tener que someterme a la enfurecida masa, que más que pronósticos acertados, espera que se cumplan sus propios deseos meteorológicos, ya saben aquello sobre que “fallas más que el hombre del tiempo”. Más aún cuando el primer envite al que uno tiene que hacer frente adquiere forma de huracán reconvertido en tormenta tropical, un huracán que ha venido quebrando las pocas neuronas de los meteorólogos de buen corazón. Primero fue Tormenta Tropical, luego Huracán de categoría 1, de nuevo Tormenta Tropical, de ahí a Subtropical, hasta derivar a un triste Ciclón Post-tropical chichinabesco de . Todo eso previa insinuación de su paso por la Península Ibérica, motivo que llevó a los principales medios de comunicación de este país a hacerse eco, con casi una semana de antelación, de lo que prometía ser el evento meteorológico del año, caos y destrucción total en plena costa gaditana. Hablo de Nadine, claro.

¿En qué ha quedado el asunto al final? Pues que los modelos matemáticos que se usan para emitir los pronósticos, reconsideraron la ruta que el centro de la depresión iba a trazar, no vieron cierto efecto atractor que tenía que ejercer la depresión que nos afectó el pasado fin de semana, y mandaron a Nadine camino de donde Cristo perdió la sandalia. Dos semanas de vida en la deriva del proceloso océano Atlántico, dos semanas que tienen visos de prolongarse hasta el infinito en lo que promete ser el ciclón tropical de más larga e indecisa vida al que jamás haya hecho frente la ciencia meteorológica, o tal vez no, que yo soy muy malo para el tema de los registros históricos. Lo mismo para el Domingo de Ramos volvemos a hablar de Nadine...

El caso, el Huracán que iba a entrar hoy por pleno Parque Nacional de Doñana con vientos huracanados de unos alegres 130 kilómetros por hora, se nos aleja irremediablemente de vuelta a las Azores, dejándonos como regalo, eso sí, un jugoso aporte de humedad atlántica que entre hoy y el próximo domingo promete dejar una buena regadita por el campo andaluz, así a ojo, unos 30-40 litros de acumulado en nuestro centro de acción. Y fresquito, bastante fresquito que seguro ya han empezado a notar. ¿Hemos fallado los que hacemos pronósticos? Pues sí, y no.  A ver, primera lección meteofreak, la previsión del tiempo es una ciencia matemática, probabilística, esto es, cruza una cantidad ingente de variables para hacer cálculos estadísticos, partiendo del análisis a tiempo cero, se lanzan pronósticos a tiempo n, a mayor tiempo, menor probabilidad de acierto. ¿Vamos pillando el concepto? Se dice pronóstico y no previsión, matemática, pura matemática, no hay más. Los meteofreaks tenemos un dicho, si es del segundo panel, ciencia ficción, algún día lo explico. Dicho de otro modo, los pronósticos a más de 72 horas, fiabilidad poca, lo que queda dentro de esos primeros tres días de pronóstico, es muy probable que así ocurra.

Encajando todo esto, mi opinión y un deseo. Que los medios se hayan hecho eco de la posibilidad remota de que un huracán de categoría 1, o lo que pudiesen ser sus restos, alcanzase la península a una semana vista, por mucho que en el momento coincidiesen los principales modelos numéricos, puede catalogarse de temeridad para la reputación de una ciencia que no deja de ser, como he dicho antes, pura probabilidad. Puede más el morbo que el sentido común, puede más anunciar como hecho, lo que puede ocurrir, con unos valores de dispersión que invitan, o deberían haber invitado cuanto menos, a la silenciosa prudencia. La misma Aemet emitió un comunicado destacando la incertidumbre de la situación, tan absolutamente celosa en cuanto a los pronósticos en el largo plazo, e hizo rematadamente bien. Pocas veces se ha visto una situación tan confusa y disparatada en el análisis meteorológico como la que comento, pero sí que estamos acostumbrados a ver el esperpento que supone el anuncio del caos que nunca llega, no por prevención, sino por puro morbo.

¿Nadine? Aquí tenemos su influencia, un inicio otoñal marcado por las precipitaciones y el descenso brusco de las temperaturas, pero nada más. ¿Mi pronóstico para la semana? Se me vayan sacando la rebequita y desempolven sus paraguas, y mucho ojito a la madrugada del viernes al sábado, un aislamiento de una bolsa de aire frío de la masa que hoy mismo ya nos está afectando, podría originar una ciclogénesis explosiva en el Mar de Alborán, a nosotros nos llegarían los restos, o no, pero en el arco mediterráneo andaluz puede dar mucho que hablar, tanto como la formación de un Sistema Convectivo de Mesoescala, también conocido como “Gota Fría”, pero la espumarada que dicho término me provoca, si quieren, se lo cuento la semana que viene, o no...

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