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Domingo de Resurrección

Carlos Puentes

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Cerrando ya la semana, llega el día que tiende a pasar desapercibido para la mayoría, regreso a la cruda realidad para unos, larga resaca cofrade para otros. Cierro en lo personal una intensa semana, de pronósticos meteorológicos, marcada por la más absoluta estabilidad, sólo interrumpida por la vaga emoción que dejaron algunos núcleos de precipitación en los mediodías del martes y miércoles. Una racha pocas veces vista, aunque no inaudita, donde todos aquellos que tenían y querían salir a la calle lo han hecho sin sorpresas tempestuosas, ni temor alguno por lo que pudiese caer desde arriba.

Una racha que podría verse interrumpida en la mañana del Domingo de Resurrección, que impida el pleno cofrade que muchos ansían como terca venganza por los tres años anteriores. Como ya les dijese el viernes, desde que cerrase sus puertas la Compañía en la madrugada del sábado, el tiempo, arrastrado por lo fúnebre de la fiesta, ha ido poco a poco cambiando, cerrando el cielo el paso a los rayos del Sol, y dejando mojar las calles con lento ritmo, para ir limpiando el basural en que ha quedado el Casco Histórico cordobés.

La dorsal sahariana ha comenzado ya su proceso de adelgazamiento y disolución, volviendo la fuerza anticiclónica a quedar amparada al sureste del Atlas, y con el centro de altas presiones que estos días andaba sobre Francia, volcándose hacia el interior euroasiático arrastrado por el empuje dado con la conexión de las bolsas frías que estaban ancladas sobre Italia y Azores. Así de esa conexión depresionaria, se ha creado un pasillo de presión, por el que entre el sábado y el domingo, circularán los frentes de precipitación asociados a la borrasca de Azores.

Tenemos así un cambio radical en la circulación atmosférica, que como ya habrán comprobado, encapota el cielo y hace bajar las temperaturas hasta registros más normales para la época. El panorama, para Córdoba, no se presenta especialmente virulento, como presumiblemente ocurrirá en el tercio suroccidental andaluz, quedando nosotros en cierto limbo, que empezará a palpar la lluvia mansa sobre el mediodía de este domingo.

La incertidumbre que se deriva de este tipo de situaciones, difíciles de concretar por la pequeña escala temporal, hará que en Córdoba haya que estar pendientes de la imagen que devuelva el radar de precipitación de Sevilla, así como la observación directa, para confirmar si la que cierre la Semana Santa de 2014, se unirá al carro de las que han completado recorrido, dando o no el pleno para esta fiesta que ya acaba. Algo me dice que la que queda por salir, saldrá, y se arrepentirá de haber salido. Pero eso es sólo una conjetura, que hasta la misma mañana , radar en mano, no llegará a saberse. Un fin de fiesta rematadamente más entretenido para este que escribe, al que le ha sabido a poco tanta redundancia solar, ya veremos si el año que viene se cumple el dicho de que en Semana Santa siempre llueve, esta, aún está por ver.

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