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Leones, lobos y perros viejos

Un aficionado observa el primer entrenamiento de Sandoval en la Ciudad Deportiva | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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El jolgorio que ha provocado la llegada de Sandoval -entrenador que fue descartado hace mes y medio- da una idea de la magnitud de la tragedia en el Córdoba, un club que está atravesando una de las etapas más complicadas de sus 64 años de vida. Su cumpleaños fue el lunes pasado y lo celebró con una rueda de prensa de lo más singular: el técnico apeló a argumentos más emocionales que futbolísticos -no le queda otra: se han hecho cero fichajes-, mientras que el director deportivo, Rafael Berges, y el presidente, Jesús León, enseñaron su perfil más realista. No se puede decir que dio miedo escucharles -el cordobesismo ya anda bastante asustado, con un amplio sector instalado en el modo pánico-, pero sí que sus declaraciones invitaron a la reflexión a quienes todavía andan creyendo en manos negras que quieren aniquilar al Córdoba, conspiraciones de fuerzas del mal y enemigos que disfrutan ensañándose con los problemas de un club que ya vino con ellos puestos.

El Córdoba no nació para vivir tranquilo, pero jamás había sentido tantos golpes en tan poco tiempo. Ningún cordobesista vio nunca nada igual en un club que siempre ha presumido -con motivos sobrados- de su condición de inmortal. Las circunstancias están poniendo a prueba ese carácter. No se va a arreglar nada con fotos de leones o lobos en los perfiles de las redes sociales. Esto es otra cosa. Va de perros viejos. De oficio y experiencia. De poner el sentido del deber por encima de todos los demás. Incluso del sentido común.

Dentro de unos días empieza el campeonato de Liga y aquí no hay humo que vender. Sabemos que el sábado 18 de agosto habrá un mínimo de 18 futbolistas inscritos para abordar el arranque ante el Numancia, que Sandoval estará en el banquillo y que más de catorce mil almas pueden poblar El Arcángel con su carné de abonado. “Ni juego bonito ni juego feo, lo que queremos es agarrar puntos y tener los 50 cuanto antes”, ha dejado dicho el técnico blanquiverde. Todo el mundo anda contando sus típicas milongas del verano, pregonando las excelencias de los fichajes estelares, colocándose objetivos altos porque dicen los manuales de autoayuda que eso es bueno para crecer. Los vecinos de Segunda piensan todos en vivir mejor; el Córdoba, en la salvación. “Que es como no morir”, dice Sandoval. Ha necesitado poco tiempo para entender qué es lo que, en el fondo, gusta por aquí. El cordobesismo se siente vivo conviviendo con el riesgo extremo, llevándolo hasta el límite con episodios autodestructivos que se repiten en el tiempo más allá de que cambien los protagonistas. De Rafael Gómez a Campanero, de González a León... El Córdoba tiene muchos años, pero se ha anclado en una perpetua adolescencia. Todo lo vive con exceso. Todo le pasa a él.

El Córdoba no ha hecho un solo fichaje y ha perdido a sus futbolistas referenciales. Puede que salga alguno más en los próximos días. Ha traído a un nuevo director general -Alfredo García Amado, de controvertida trayectoria en el Sporting de Gijón-, a un director deportivo -Rafa Berges, debutante en el cargo- y ha recuperado al entrenador que descartó tras la temporada anterior para cubrir la dimisión de Francisco. El Córdoba fue el último equipo de Segunda en fichar un técnico y el primero en despedirlo. Un récord más para un club que escribe su historia a golpes de paradoja, encadenando situaciones de chiste que acaban transformadas en épica pura.

Esta temporada, el Córdoba jugará otra vez a la ruleta rusa. Saldrá con lo justo, sin refuerzos estelares a los que mirar con ojos exigentes para decir que corren poco para lo mucho que cobran. Esa etapa ya se pasó. El cordobesismo sabe a lo que atenerse y digiere bien el miedo. Es, además, capaz de aguantar todo tipo de calamidades: lo único que no tolera es que lo tomen por tonto. Por eso vino bien la asunción de errores de León. Por eso la hinchada es capaz de volver la espalda a cualquiera que desprecie el escudo aunque haya sido un ídolo. Por eso se entusiasma cuando Sandoval levanta el puño para celebrar que siguen de pie, dándole zascas a los que pronostican su caída. Vayan haciéndose el cuerpo para ir descubriendo cómo le mete mano a la competición este Córdoba remendado y lleno de oportunidades.

No vino nadie, pero alguien aparecerá. Cualquier día, en cualquier partido, de cualquier manera. Como aquel delantero rumano que llegó libre después de pasar por el Atlético Baleares y anunció él mismo su fichaje en su cuenta de Twitter. Como el ariete trotamundos al que su agente metió en un lote al lado de presuntas figuras para poder colocarle en El Arcángel. Como aquel chico de Badajoz al que llamaban Rooney. Como el joven talento que acababa de descender a Tercera con el equipo de su pueblo y se marchó tras pagar una cláusula de tres mil euros. Florin Andone, Sergi Guardiola, Javi Galán, Álvaro Aguado... Hijos de la crisis. El Córdoba vivió y vivirá -en el césped y en la tesorería- por gente así. Llegarán por la pericia de la secretaría técnica o por pura casualidad. Y se marcharán para que la noria siga girando. El drama del verano del 18 generará nuevos héroes. A algunos no les conoce nadie, porque ni siquiera han sido presentados. Esperemos acontecimientos. Será divertido.

¿Y qué se puede esperar de este Córdoba? No descarten nada. Absolutamente nada.

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