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Caos Club de Fútbol

Rodríguez Zarza, en la rueda de prensa en El Arcángel | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Tranquilos, chavales. No pasa nada. Y si pasa, ya pasará. Mirad al césped y tapaos la nariz. Sobre el campo está la verdad. Todo lo demás es mentira. El Córdoba Club de Fútbol está tocando fondo en todos los aspectos, pero todo va bien. Hablemos de fútbol, que es lo que hay que hacer.

El cordobesismo tiene la suerte de que de vez en cuando aparezcan por aquí profesionales del fútbol -dejemos esa denominación amplia y que quepa todo- para explicarles lo evidente o, mejor aún, para enrevesar más aún el ya delirante guion que marca los bandazos existenciales de esta bendita entidad. El último es Enrique Rodríguez Zarza, abogado granadino experto en desenredar madejas en este “circo”, “teatro” o “negocio” al que “todos llegan buscando sus intereses”. Así lo expresó él mismo en la sala de prensa de El Arcángel, donde dibujó con trazo grueso la “realidad oficial” de la sociedad.

A saber: Jesús León es víctima de un complot urdido por Carlos González -un “presunto delincuente”, dijo-, con la connivencia del sibilino Luis Oliver y el fichaje de la pérfida Magdalena Entrenas. El fin de este escuadrón es derrocar al presidente para que se coloque la abogada cordobesa en el sitio principal del palco, con Oliver como constructor del proyecto deportivo y González como dueño de la entidad. A Entrenas la tildó de “traidora” a su cliente, de “rata” que salta por la borda y de “mosquito” que “hace ruido” pero que le importa “cero patatero”. Le dedicó más de la mitad de la hora larga de una conferencia de prensa que no arrojó demasiada luz y que se enrocó en una teoría conspiratoria con episodios burdos y giros absurdos, como en aquellas comedias de espías de finales de los 80 repletas de gags que protagonizaba el nunca bien ponderado Leslie Nielsen.

Jesús León es como el teniente Frank Drebin. Comete pifias con buena voluntad. Esta vez tuvo un acierto: no salió a dar la cara públicamente. En ocasiones anteriores quiso tranquilizar al cordobesismo y terminó rociando el incendio con la gasolina de sus guadianescas declaraciones. Esta vez envió a Rodríguez Zarza como una tanqueta para abatir a sus enemigos, que empiezan a ser legión.

El abogado repartió estopa sin miramientos. Se volvió a cebar con González ironizando sobre una huida del expresidente al Caribe “antes de entrar preso” y recalcó lo contrario que decía León hace unos meses: del “voy a pagar” al “no voy a pagar”. Habrá juicios con González, con Oliver y con Entrenas, a la que retrató como una persona que “se ha aprovechado del Córdoba” y ha mostrado una “ambición desmedida”. “El fútbol es una droga que te engancha y de la que muchos no pueden salir”, llegó a decir Zarza durante su extensa alocución ante la perpleja tribu periodística.

¿Qué hay de nuevo en el Córdoba después de este episodio? Pues bien poco. El Córdoba de Enrique Martín -lo mejor que le ha podido pasar al club es la llegada del veterano técnico navarro, un friki del fútbol que vive ajeno a este festival de estiércol... mientras no le salpiquen- peleará con lo que tiene por salir de la Segunda B. Todo lo que hagan los profesionales del verde merece la admiración y el aplauso. No es nada fácil. Esos son los nuestros.

Todo lo demás se resume así. El Córdoba es de Jesús León porque “ha puesto cinco millones” y su proyecto está siendo torpedeado por González y Oliver, que son malísimos porque quieren cobrar lo que se les debe. Pero que no se preocupen los cordobesistas, que no “saldrá ni un euro” para pagar a estos malvados y se usará para “fichar jugadores”. Magdalena Entrenas, despechada porque quería ser presidenta, se ha unido al contubernio, pero también recibirá su merecido.

Igual todos los que reclaman que les paguen sus productos o sus servicios son anticordobesistas que desean el mal del club y la caída de León, que no quiere pagar a González porque dice -lo dijo Zarza, que es lo mismo, o no, o vaya usted a saber- que está “desacreditado socialmente por su gestión en el Córdoba”. Menos mal que ha venido este hombre a poner orden en todo esto.

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