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'Radical': un ejemplo educativo

Miles de personas acuden a la manifestación en defensa de la educación pública

Blogópolis Opinión

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La educación es un hecho fundamental para la formación de una sociedad. De ahí nace el interés en controlar el sistema educativo por parte de los poderes autoritarios frente a los defensores de un sistema de libertades que defienden los valores de respeto y convivencia. La dictadura franquista se encargó de que la escuela pública estuviera desprestigiada  y en condiciones lamentables. Los maestros estaban mal formados y peor pagados. Conocí a uno que había accedido al puesto con el solo mérito de haber sido alférez provisional, y no era el único.  La eficacia de la educación estaba en manos de los pocos maestros que voluntariamente dedicaban su esfuerzo a cubrir las carencias del sistema educativo existente.  

He recordado esto cuando he visto la película mexicana Radical, del realizador Christopher Zalla, basada en un hecho real ocurrido en México. Cuenta la llegada de un maestro a una escuela en un barrio marginal de la ciudad fronteriza de Matamoros para ocupar una vacante que se había producido en el profesorado. Su forma de enseñar se salía absolutamente del programa establecido y consistía en plantear preguntas a los alumnos sobre asuntos propios de su realidad para que, de esta manera, encontraran respuestas a los retos que les planteaba su vida cotidiana. Con este procedimiento les obligaba a  reflexionar y a encontrar respuestas positivas  a sus problemas de convivencia. A esto añadía la lectura crítica de autores que no figuraban en los textos oficiales. El inspector que visitó el colegio no entendió eso de que no se ciñera al programa oficial y fue sancionado. En el entorno social de  marginación, drogas, familias desestructuradas, delincuencia y violencia en el que vivían estos jóvenes, de nada servía la aplicación del programa oficial. La consecuencia lógica era una escuela que más bien era un estorbo y su natural enemiga. El nuevo sistema del profesor cambió la actitud de los alumnos, que  comenzaron a ver la educación como un instrumento útil, cambiaron su comportamiento e intentaron influir en su entorno llegando,  incluso, a  enfrentarse a los cabecillas de las bandas. Esto no podían haberlo hecho  si hubieran seguido el programa oficial. 

Lo que este maestro aplicaba en clase era la pedagogía crítica del  brasileño Paulo Freire desarrollada en su libro Pedagogía del oprimido (1970). Freire habla aquí de la importancia de tener en consideración la clase social en la que se lleva a cabo la educación y el uso de las preguntas como camino para el conocimiento. Habla de la lucha contra la estructura establecida de dos tipos educativos: la de los ricos y poderosos, con acceso a un tipo de educación que  formará  las élites, y la de los pobres y marginados a los que se les guía para ser dominados. Sus enseñanzas se centran en cambiar ese sistema. Defiende que educar no consiste en una transmisión de conocimientos  sino en la construcción de una sociedad común de valores solidarios. 

La visión de esta película también me ha recordado a los movimientos pedagógicos que se produjeron durante la transición política al hilo de los cambios que se estaban produciendo en nuestro país. En Córdoba, en los últimos años de la dictadura, un grupo de maestros y algunos inspectores creamos la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio y, desde esa plataforma, organizamos unos encuentros que llamamos Jornadas Pedagógicas de Primavera en las que se analizaban las nuevas experiencias que se daban en el mundo de la educación, junto a las aportaciones del propio Freire.  Esto supuso un aire fresco que nos permitió descubrir las posibilidades que tenía la educación como herramienta de transformación social en un contexto de democracia y libertad.

El nuevo cambio político aportó reformas que mejoraron la situación, aunque no era una tarea difícil, dado el nivel del que se partía. Pero las esperanzas de avanzar hacia un modelo educativo que tuviera en consideración, no solo la eficacia en el aprendizaje de conocimientos, sino el predominio de la educación en valores democráticos, no se reflejaba adecuadamente en  los sucesivos planes educativos. Hasta ocho leyes se han promulgado en los 40 años que llevamos de democracia. Los  avances que contenían las propuestas de la izquierda eran sustituidas por la derecha en cuanto llegaba al Gobierno. Los intentos de la izquierda de acordar con el PP una ley que diera estabilidad al mundo educativo fracasaron. La derecha defiende la escuela privada elitista y está subordinada a los intereses de la Iglesia, empeñada en mantener  su influencia en el  adoctrinamiento que en España ha practicado a lo largo de la historia. Es un sarcasmo que la Iglesia denuncie que la Educación para la Ciudadanía es un instrumento para adoctrinar a los alumnos y no lo sea la asignatura de Religión.

Ahora la derecha lo está utilizando en las comunidades autónomas que gobierna para debilitar de forma progresiva la educación pública en beneficio de la privada. Un ejemplo escandaloso:  la Junta de Andalucía ha rechazado 112 millones de euros de los fondos europeos que le ofrecía el Gobierno para escuelas infantiles y que hubieran escolarizado gratuitamente a 12.000 niños y niñas cuyos padres ahora se verán obligados a llevarlos a escuelas privadas. 

En esta época en la que el acceso a los conocimientos ha cambiado radicalmente y predomina la información digital, tiene que ser la educación en los valores democráticos el elemento básico para la creación de una sociedad que evite que los jóvenes se sientan atraídos por el creciente autoritarismo, como está sucediendo. La educación continúa siendo la columna vertebral de la formación de una sociedad, si ignoramos esto y la dejamos en las manos que siempre han querido controlarla será difícil construir y mantener  una sociedad libre y justa.

*Herminio Trigo

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