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La memoria del holocausto gitano

Fotografía sin fecha cedida por el Memorial de Monumento al Holocausto de Sao Paulo

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Hoy rindo luto a la masacre de gitanas y gitanos en los campos de exterminio nazis. No se conmemora nada. Esas cosas no se conmemoran: aunque quizás ahora sí podemos hacer una lectura positiva, porque conmemoramos que por fin (muy poquito a poco) el resto de la ciudadanía planta cara al pasado en reconocimiento de una etnia tan sufrida como divina: los romá, los zíngaros, los calós, los gitanicos. Los dos grupos que fueron exterminados por ser lo que eran y no por lo que hacían fueron los judíos y los gitanos. Pero contra los judíos había, si cabe, pretextos infundados que por infundados ni siquiera voy a reproducir, porque eso sería poner en mi boca palabras de criminales.

Pero es que con los gitanos, ni siquiera los nazis se molestaron en buscar cualquier falsa y tendenciosa argumentación ante la opinión pública a engañar. Con los gitanos no hacía falta mentir porque nadie los defendía, nadie se preocupaba por sus desgracias. Los gitanos no formaron parte de ninguna Lista de Schindler que salvara a algunos del aquel infierno. Todas las víctimas del Holocausto son especiales, todas merecen la gloria y la memoria, pero dentro de esta suprema especialidad, si me lo permiten, la víctimas gitanas son las más especiales de todas; no solo por ser las más olvidadas, no solo por ser las menos ayudadas, no solo por ser las más masacradas en cuanto a menores de edad en experimentos de enajenados científicos, no solo por ser las que menos exigieron, no solo por eso, sino porque, también, después de sufrir este apocalipsis contra ellos han demostrado ser las más valerosas contra la memoria cruel que ha martirizado década tras década la estabilidad emocional de todos los grupos aniquilados. Y digo que son las más valerosas porque siendo las menos apoyadas por lo gobiernos, las menos apoyadas por los pueblos, las menos apoyadas por el capitalismo, las menos apoyadas por los sistemas comunistas, las menos apoyadas por los medios de comunicación, las menos apoyadas por la religión, las menos apoyadas por los ejércitos, es decir, con todo en contra, significaron el grupo social a exterminar por los nazis que consiguió antes volver a ser feliz; sin reparaciones, indemnizaciones y sin reconocimiento alguno.

Y yo me hago dos preguntas ahora: ¿de dónde salieron los gitanos siendo como son? ¿Tal vez del otro lado del ‘Espejo de Alicia’, territorio este conocido por ellos y que Hitler buscaba y buscaba a través de su llamado ‘Espacio Vital del Pueblo Alemán’ y nunca encontró? ¿Cómo osó este diablo aspirar a atravesar al otro lado del espejo, siendo este un territorio reservado solo a los que viajan en pos del Sol persiguiendo la luz?. Los nazis gastaron mucho dinero en esoterismo sin resultado. Buscaban cómo acceder al otro lado del ‘Espejo de Alicia’, a dominar la luz del conocimiento pero para dominar más fácil al mundo, a través del hallazgo del Santo Grial o la lanza que atravesó a Cristo. Y los muy idiotas se perdían por las montañas e iglesias antiguas sin saber que esa magia y esas cosas están tan evidentes como invisibles para gentuza como ellos porque residen en el corazón de las buenas personas, que son tocadas por la divinidad. Como los gitanos. Los gitanos nacen esotéricos. ¿No sería por esta magia innata del gitano para ser feliz lo que les llevó a exterminarlos y por tanto la envidia e impotencia? El estado Nacional Socialista, que sobre todo se caracterizaba por suprimir la libertad del individuo convirtiendo a todo un pueblo en robots alrededor de la corrupción del poder, veía a los gitanos como elementos insoportables por ser criaturas bellísimas que no encajaban en el Imperio del Mal. Porque el pueblo gitano gozaba de dos condiciones de vida que el estado nazi perseguía y no conseguía:

a) La supresión de las fronteras. Pero mientras que para los gitanos eso era símbolo de libertad, para sí mismos, para los nazis era dominio sobre los pueblos colindantes

b) El dominio de la antimateria. Los nazis perseguían la fisión del uranio para buscar la bomba atómica que sirve para destruir la materia. Para los gitanos, la antimateria, que ya dominaban, consistía en ser felices sin riquezas materiales.

Y cuando hablo del Estado Nazi, no solo hablo del ejército y de los dirigentes, les hablo de buena parte del pueblo. Porque si Hitler triunfó fue por el apoyo popular que tuvo. Ahora podremos decir que la gente sufre Síndrome de Estocolmo con los dictadores. No es eso, lo que sufre la gente es Síndrome de Avaricia. Los mayores dictadores de la historia son las masas cuando se ciegan de egoísmo con las promesas de los dictadores. Pero el pueblo gitano es la excepción. La libertad que mostraba el pueblo gitano y su antimaterialismo eran incompatibles con todo eso. La dependencia del individuo con el Estado era incompatible con la libertad individual que practicaban las gitanas de un lado para otro acompañadas de animales libres y niños sonrientes siempre; una sonrisa que les saciaba el hambre. El afán de los nazis por ser superiores a los demás pueblos era incompatible con la felicidad del pueblo gitano en el seno de las capas sociales más inferiores. El superhombre de Nietzsche que perseguían los ideólogos nazis no eran ellos, eran los gitanos, porque los nazis eran intolerantes y excluyentes y Nietzsche hablaba de puentes entre los hombres para alcanzar un máximo nivel. El hombre era el puente entre el mono y Dios.

Es decir, el superhombre no era nunca un ser superior, no era una especie de Dios como creían los nazis, sino un maestro para el que queda estancado, una ayuda para el más débil, un puente hacia lo éticamente correcto, en última instancia, un camino de superación para el ser humano. Pero siempre un puente, y esa era la valía de las personas ante el Creador. Los gitanos sabían que los puentes entre los hombres eran el alma de las sociedades. Incluso los auténticos indoeuropeos, los pretendida raza pura aria a la que aspiraban los nazis, no eran ellos, eran los gitanos, que portaban la lengua madre, el Sanscrito, por toda la tierra. Pero claro, para los gitanos, ser los auténticos arios, los más puros, no significaba ser superiores, pues aparte de que esta pureza era consecuencia de la exclusión de los demás, el pueblo Rom, ni sabía ni le motivaba ser ario y aún menos para ser superior, porque es un pueblo que sabe que todos tenemos el mismo final como es la muerte y ello nos hace iguales a todos los pobladores del planeta. La ciencia y la biología han demostrado que cuanta más mezcla de etnias más fuerte es el sistema inmunológico. Vamos, que los nazis se equivocaban en todo. Había que exterminar a los gitanos porque los ridiculizaban, porque eran todo lo que ellos aspiraban. Todos los pueblos de la Tierra han inventado guerras para aprovecharse de los recursos de los otros. Todos, menos el pueblo gitano.

El pueblo gitano tiene tanta capacidad para ser feliz que incluso nunca denunció las injusticias que se cometían con ellos. Prefieren, preferimos, si no olvidarlas, sí que obviarlas. Para nosotros el dolor del pasado se cura con la esperanza del mañana. Nosotros decimos, como la genial protagonista de la película Lo que el viento se llevó en la última escena, por muchas dificultades que se presenten, «mañana será otro día». Porque no son solo los nazis, todos los países europeos tienen una historia jurídica antigitana de pragmáticas y leyes para erradicar la gitanidad de la Tierra. Y no han podido.

Hoy me van a permitir estar aquí, no tanto para denunciar tantas injusticias cometidas sobre nosotros. No, no estoy aquí para eso, sino para gritar a los cuatro vientos que los gitanos a pesar de las pragmáticas, de las cámaras de gas, de la inquisición, de las galeras, etcétera, seguimos siendo quienes somos y no vamos a cambiar. Ya es hora que empiecen a cambiar los demás. Porque no es el dinero, ni el poder, ni tan siquiera la cultura de los libros lo que nos hace ser felices, sino la práctica colectiva y verdadera de la libertad. Y esto es lo que venimos haciendo desde hace siglos. Desde siempre. Federico García Lorca, un poeta de alma gitana, advirtió y dejó escrito para la posteridad que consideraba a los gitanos el pueblo que guardaba el alfabeto de la verdad universal. Esto es lo mismo que decir que el pueblo gitano, por tanta injusticia soportada y tanta humildad mostrada, quizá sea el auténtico pueblo de Dios.

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