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Manolete trascendental

MADERO CUBERO

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Quiero comenzar este artículo de respuesta al publicado por Alfonso Alba el pasado sábado en su blog ‘La última oportunidad’ con un agradecimiento por la gentileza que tiene con mi persona y con el mundo del toro, al que represento como profesional y como ciudadano de uno de los enclaves más taurinos del mundo. Espero con ello responder también a todos aquellos que puedan dudar sobre la conveniencia de nombrar a Manolete Hijo Predilecto de Córdoba, la distinción más importante que nuestra ciudad concede a sus hijos más ilustres.

Considero que para disipar esas dudas no podemos ni debemos caer en visiones sesgadas y sacadas de contexto –como referí a Alba en mi perfil de Twitter-, ni basar nuestros argumentos  en la rumorología. Una cosa son las habladurías de la época  y otra bien distinta los hechos probados y documentados.

Para juzgar a Manolete debemos realizar un ejercicio de equilibrio fundamentado en su arrolladora personalidad. Es cierto que creció en un ambiente tradicionalista, matriarcal e incluso opresor que, como bien afirma Alfonso Alba, quiso manejarlo, pero estas certezas acrecientan aún más su dimensión. En aquella sociedad “ahogada por la miseria” que necesitaba “abstraerse de la realidad” creció un genio que consiguió ser espejo de quienes querían abandonar aquellas circunstancias. No era pan y circo, era un referente en la loable necesidad de progresar y de querer salir adelante pese a las circunstancias. No era pan y circo, era la necesidad de un referente. Es la naturaleza humana. Manolete era su modelo social a imitar: un hombre libre que abandona la miseria por mérito propio. Es la gran clave de Manolete, su capacidad icónica más allá de la política o de otras consideraciones.

¿Fue usada la figura de Manolete por el franquismo? La respuesta es que sí. El poder, hasta las democracias más consolidadas, intenta utilizar a los personajes más relevantes de su sociedad para consolidar sus estructuras. Pero lo cierto es que Manolete fue uno de los pocos españoles que desafió al poder desde dentro, desde la propia España. ¿Cuántos hubieran podido volver de México después de compartir mesa y mantel con los republicanos exiliados?  Esa es la verdadera dimensión de Manolete, un hombre libre que está muy por encima de las circunstancias.  Por eso, pienso que el artículo de Alfonso Alba es sesgado, porque no hace referencia a estas circunstancias y presenta a un Manolete víctima y resignado. Igual que aquellos exiliados, Manolete buscó México para ser feliz. También, si se quiere, para huir a su modo de sus circunstancias en España.

Si sirve para disipar dudas, cabe destacar que el reconocimiento debe mostrar al hombre, a la figura, más que al torero. Y claro que se ha glorificado su figura. Si las artes o la literatura que se escribe sobre los mitos, héroes o referentes son una muestra de su dimensión, es evidente que lo de Manolete es de época.  Pero no hasta “límites sonrojantes”, como afirma Alfonso Alba, que descontextualiza en sus afirmaciones lo que fue Manolete. Tengamos en cuenta que el  toreo lo era todo en la España de los años 40. Quizás más que el fútbol hoy. Manolete ganó dinero, pero era el torero más rentable porque llenaba todas las plazas. Eso le permitió llevar a cabo a lo largo de su corta vida una vasta obra social. Cuando Manolete murió, hasta Wiston Churchill, posiblemente el estadista europeo más importante del siglo XX, envió una carta de condolencia. ¿Con cuántos cordobeses se ha dado esta circunstancia? Y eso que el Reino Unido no hay toros. Tampoco en Alemania, como apunta Alfonso Alba, pero sí en Francia, Portugal y muchos países Suramericanos, que por cierto casi todos eran sumamente prósperos en el tiempo en que Manolete era figura si se comparan con la España de aquel tiempo. México, por ejemplo, tuvo que construir la plaza de toros más grande del mundo, con capacidad más de 60.000 espectadores, para albergar las corridas en las que actuaba Manolete.

La vida de Manolete fue controvertida, y tuvo, como la de la gran mayoría de los personajes públicos de todos los tiempos, luces y sombras, pero de ahí a esgrimir su trayectoria privada como argumento para dudar de la concesión del reconocimiento va un trecho. Manolete fue un hombre valiente que rompió muchos moldes. Se enamoró de una mujer mucho más avanzada que las de su tiempo y rompió clichés anteponiendo el amor a las costumbres de la época. Su figura sigue viva y latente en la memoria colectiva de esta ciudad, es orgullo en una Córdoba apática con los suyos. Manolete sigue siendo objeto de análisis hoy, 70 años después de su muerte. Hasta el punto de que un periodista y un torero que no conocimos ni de lo lejos las circunstancias reales de aquel tiempo estamos intercambiando opiniones sobre la indudable grandeza de su vida y obra.

Por cierto, que en el contenido de este relato se ha obviado intencionadamente la dimensión taurina de Manolete, donde su obra es un cimiento clave del toreo actual. Si hablamos de toros, en los tres siglos de existencia del toreo a pie sólo tres o cuatro diestros podrían resistir una comparativa objetiva.

Jose Luis Moreno

Torero y concejal del PP en el Ayuntamiento de Córdoba

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