Cambio de paradigma

Hablar de reforma laboral en España es evocar un larguísimo proceso de cambios normativos que no han logrado, sin embargo, acabar con los graves y endémicos problemas de nuestro mercado laboral: el desempleo y la temporalidad. La combinación de ambas ha dado lugar a que el trabajo en nuestro país esté especialmente afectado por la precariedad como martilleante realidad que da lugar a malas condiciones de empleo que priva a nuestro sistema productivo de desplegar toda su capacidad y que dificulta una ciudadanía plena en el trabajo.  

Este país se debe unas relaciones laborales sanas, que no se basen en la precariedad y que, por tanto, garanticen el trabajo digno y con derechos como así establece el artículo 9.2 de la Constitución Española.  

Este país necesita corregir de forma decidida esta temporalidad excesiva, evitando esa rutina tan perniciosa que provoca que en cada crisis se destruya sistemáticamente el empleo y además, este país se debe una oportunidad para revertir aquellos instrumentos que han dificultado que la negociación colectiva contribuya a la mejora de las condiciones de trabajo.

Este país necesita, frente a las sucesivas reformas laborales, una normativa que recupere derechos laborales y su garantía, que busque medidas de flexibilidad en las empresas como alternativa a los despidos masivos, que asegure la calidad del empleo y que dinamice nuestro tejido productivo, pues estos importantes desequilibrios que el mercado español arrastra desde hace décadas, agravan los ciclos económicos. Estos desequilibrios lastran los aumentos de productividad, aumentan la precariedad y profundizan en las desigualdades de género en el que se ha establecido y estructurado una cultura de malas praxis en el mundo del trabajo con un modelo de relaciones laborales especialmente frágil, débil e inestable, con un nivel de temporalidad tal, que ejerce una presión brutal en la bajada de salarios y condiciones de trabajo. Este modelo de productividad favorece las relaciones laborales injustas y desiguales, que se distribuye de forma desequilibrada según la edad o el género, atentando principalmente contra las mujeres y los jóvenes con altísimos niveles de rotación laboral.

Este país necesita una simplificación en los contratos, generalizando el contrato indefinido, causalizando y acotando la contratación temporal, y regularizando con lupa el contrato de formación, estableciendo mecanismos permanentes de flexibilidad interna y de recualificación de personas trabajadoras en transición. También necesitamos una urgente modernización de la negociación colectiva, al igual que de la contratación y subcontratacion de actividades empresariales.

Este país necesita un cambio de paradigma que ayude a desterrar el desasosiego que la precariedad ha provocado en varias generaciones de trabajadores y trabajadoras. Y ese cambio de paradigma en las relaciones laborales se ha producido el día 23 de diciembre de 2021 con un acuerdo que, cada cual le puede dar la grandeza que estime oportuna, supone la primera reforma laboral de gran calado en la Democracia, que cuenta con el respaldo de todos los agentes sociales, es decir, del “Diálogo Social” y eso, por sí sólo, ya es mucho decir.

Rafael Estévez Garrido

Coordinador Provincial Podemos Córdoba