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La calle de La Plata, toda una tradición cordobesa

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Redacción Cordópolis

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En días pasados me encuentro con sorpresa un artículo, en un diario de nuestra ciudad, que me lleva a la indignación. Habla sobre la masificación de veladores en la calle Victoriano Rivera (La Plata), y está firmado por tres propietarios de negocios sitos en la misma calle y ajenos al gremio de la hostelería.

Pues bien, a estos señores he de manifestarles mi más completo desacuerdo ante la incongruencia de sus manifestaciones, y basándome en hechos reales y documentos fotográficos fehacientes, paso a comentarles que la historia va refiriendo de la calle Victoriano Rivera, más conocida entre los cordobeses como calle de la Plata, que es una calle señera de la ciudad de Córdoba especialmente durante el siglo XX por su privilegiada situación junto a las Tendillas, y a su vez es una calle eminentemente comercial.

Ya desde el siglo XV se conoce la existencia de la confitería Santa Olaya, confitería famosa en toda Andalucía. Tomó el nombre de la calle de la Plata por un establecimiento que en el siglo XVI ofrecía plata al gremio de joyeros de la ciudad.

Tras la reforma urbanística llevada a cabo durante los primeros años del siglo XX, la calle de la Plata alcanzó sus máximas cotas de popularidad, abriéndose todo tipo de establecimientos comerciales, especialmente de restauración y hostelería entre los que destacaban Marisquería del Pipo, bar Plata, bar Negresco, bar Imperio, confitería “La Mexicana”, bar Córdoba, fundado en un principio con el nombre de bar Munich, donde estuvo ubicada por un tiempo la Secretaría del Real Club Deportivo Córdoba hoy llamado Córdoba C.F. Estando allí sus oficinas, firmaron en ellas sus contratos futbolistas tan famosos como Moreno, Muñoz, Arteaga, etc..,  bar Baviera o el restaurante Tourist Bar entre otros.

La Calle de la Plata es lugar de paso. Hasta los años ochenta del siglo XX fue frecuentada por personas muy variopintas debido a sus numerosos bares y restaurantes. Allí acudían futbolistas, toreros, empresarios, tratantes, políticos, escritores, pintores, poetas y periodistas etc. Cada cual formaba sus tertulias en sus diferentes terrazas cuando el tiempo lo permitía. Era un escaparate donde se lucían al pasar las señoritas.

Al lado del Bar Córdoba estaba la tienda de Pablo Gálvez, donde se vestía media Córdoba y en la acera de frente se veía la Peluquería de Enrique, que se vino a la calle el 1953, al local donde hasta ese momento estuvo el Bar Baviera. Pegado a la tienda de Gálvez estaba el Restaurante o Bar Imperio de don Antonio Fernández Aguilar que fue durante años Presidente del Gremio Fiscal de Hostelería y similares. El Imperio era toda una institución en la Calle. Su clientela de gente importante y de toreros llenaba al mediodía su Terraza, justo al tiempo de que toda la calle se entoldaba transformándose así en el mayor Patio de la Ciudad.

Al caer la tarde la gente se iba a tomar café al Bar Plata de Mariano Salamanca. En el mismo local del Bar Plata se encontraba la Cafetería-Restaurante Plata de los hermanos Manuel y José Salamanca, y a la que iban sin saber por qué, casi todos los turistas que acudían a la Calle. Al lado de la Cafetería estaba la Marisquería del Pipo, por donde paseaban casi todos los toreros de la época. Si Rafael Sánchez Ortiz “El Pipo” sabía de toros, sus hermanos sabían de mariscos y siempre había en el escaparate unas cigalas increíbles y aquellas gambas de Padrón que ya no se encuentran en ningún sitio. Los domingos se llenaban todas las terrazas y en muchos veladores había platos con los mariscos del Pipo.

Por la noche, en el Bar Negresco que cerraba la calle por la derecha, era donde se juntaban los hombres hasta últimas horas una vez habían dejado a mujeres y novias en casa.

Pues bien, una vez dado el paseo por la historia, me resulta curioso que los tres firmantes del artículo al principio referido, sean familiares directos de fundadores de negocios en la calle, en los años de esplendor. Porque fueron precisamente sus antepasados quienes contribuyeron a que la Calle de la Plata fuera la joya del centro de Córdoba, y ellos ahora, pretenden cargársela.

Porque de nada me vale que digan que si sombrillas, que si veladores… Cabría recordar que de toda la vida la Calle de la Plata ha tenido veladores desde la puerta misma de los negocios, cosa que ahora no. Y lucían unos impresionantes toldos que cubrían desde la fachada hasta casi toda la calle, tal como referimos antes “…toda la calle se entoldaba transformándose así en el mayor Patio de la Ciudad”. Además se entremezclaban negocios de hostelería y de otro tipo, unidos todos por sinceros lazos de amistad, existiendo eso sí, competencia legal pero amistosa entre los del gremio.

Por eso, para finalizar quisiera decirle a estos señores que si el difícil momento económico actual les afecta, no inculpen a quienes han sabido mantener la tradición de una calle que es la que más vida le da al Centro de Córdoba, y que en lugar de estar a la gresca, se acuerden de sus familiares que levantaron esos negocios a lo más alto, y piensen de verdad en mejorar su actitud de comerciantes.

JOAQUÍN DE HARO MORALES

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