Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Con mis sinceras disculpas
En este mismo espacio, el pasado domingo 26 de febrero, apareció un artículo titulado “Patria”.
En él intenté, con muy mala fortuna, hacer una especie de alegoría irónica sobre quién se siente o no “patriota” en una ciudad, en un barrio, en una sociedad en la que cabemos todos, y todos y todas tenemos cosas que hacer con nuestros derechos y obligaciones para ganarnos la vida.
Pero lo hice mal, muy mal. Puse el foco en un bar del barrio y no debí haberlo hecho (teniendo en cuenta que traté de hacer una especie de fábula donde lo ideal es que no se tenga en cuenta ni un espacio ni un tiempo real). Con razón, el responsable de dicho negocio hostelero se ha sentido ya no sólo ofendido sino, y es lo más nefasto, dolido. Y me arrepiento profundamente por ello.
Porque, para más desastre, yo soy cliente de ese bar y allí me tomo unas cañas, charlo con los lugareños y comentamos los partidos de mi equipo y del equipo de los otros.
Por eso quiero presentar mis disculpas ante Antonio y su familia y lamento los percances que les haya podido causar un artículo que pretendía tener un sesgo de cierto humor y el resultado ha sido absolutamente el contrario.
Suele decirse aquello de que “el que tiene boca, se equivoca”. Bien, pues el que “tiene un teclado de ordenador, también”.
Ya me he disculpado personalmente con Antonio, pero era más que necesario hacerlo también por aquí públicamente.
Y también me disculpo con los responsables de Cordópolis, que se han visto salpicados por mi metedura de pata sin comerlo ni beberlo.
Yo seguiré yendo al bar de Antonio, reciente nuevo punto de encuentro de los parroquianos del barrio y de fuera de él, con la sincera esperanza de que Antonio y familia, buena gente, y este patoso que escribe limemos cualquier aspereza que pudiera quedar de la que yo, y sólo yo, soy responsable.
“Lo siento mucho, me he equivocado; no volverá a suceder”. ¿Les suena esta frase? Bien, no sé otros; pero yo la digo de verdad.
Nos vemos en “La Nueva Brasa”.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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