Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Kétchup
Hace unos días dos jóvenes señoras acudieron a la National Gallery de Londres y embadurnaron Los Girasoles, un cuadro de Van Gogh, con salsa de tomate.
Con esa acción querían alertar sobre el cambio climático o el abuso de los combustibles fósiles o cosas así de real importancia para ellas, para nosotros y para todo el planeta conocido, que se llama Tierra. Un nombre obvio, como cuando una virgen se llama “Esperanza” o un perro setter de pelo castaño se llama “Whiskey”.
La salsa que chocó contra el cristal protector de Los Girasoles era del tipo kétchup de la marca Heinz, que tiene su sede en Pittsburg, Pensilvania (EE.UU) y que tiene factorías en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, China y más allá. Su lema es “más de 57 salsas”. Qué bien.
Me da por pensar que Heinz compra tomates de invernaderos de Almería o de Huelva, regados compulsivamente y aderezados de pesticidas y acelerantes químicos para su maduración. Tomates que luego serán transportados en camión, tren y/o barco carguero hasta una planta procesadora de Heinz, que hará la salsa mezclando trazas de no sé qué cosas, la envasará, la etiquetará y la distribuirá a cualquier punto del planeta llamado Tierra a bordo de camiones, trenes y/o barcos. Y así volverá cerca de los invernaderos de antes a un McDonalds de cualquier rotonda cerca de Huelva o Almería.
Las chicas, digamos traviesas, de la National Gallery es posible que compraran los envases de salsa (de plástico) en un supermercado franquiciado cerca de Picadilly Circus antes de entrar en el museo.
Van Gogh, el loco del pelo rojo, o incluso Kirk Douglas, si no estuviera tan enfermo de la cabeza para agriarle el carácter, estaría descojonándose en su tumba ante tanta contradicción.
Y es que “de buenas intenciones está el infierno hecho”. Como cuando enviaron a Eurovisión a Las Kétchup. Y así acabó la cosita.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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