¿A quién no le gusta ir de excursión con los compañeros y compañeras? Un final de curso, un paso de Ecuador de la carrera, un puente, un par de días improvisados, una despedida de soltera o de soltero, un divorcio como excusa…
Ah, las excursiones. La exaltación de la amistad, el coaching, la fuerza del grupo, los ejercicios de la carne y del espíritu. Cómo mola una excursión.
Alcaldes del Partido Popular, entre ellos el de mi ciudad –mi alcalde, pues-, se han ido de excursión a Bruselas (Bélgica). En fin, ellos sabrán; hay otros colectivos amistosos que eligen Magaluf, Malta, Conil o Venezuela. La cosa dependerá del presupuesto o de las intenciones, supongo. O simplemente de gustos.
Yo nunca he estado en Bruselas, pero me cuentan que la capital belga es la sede de las principales instituciones de la Unión Europea, eso significa que debe haber diplomáticos, banqueros, lobistas de empresas fitosanitarias, agentes dobles, triples, espías que venden baguettes y armas y cosas de esas…
En mi imaginario creo que Bruselas debe parecerse a la Viena de El Tercer Hombre, pero en color y subtitulada en más idiomas.
Desde el Ayuntamiento de Córdoba dicen que la excursión del alcalde no le ha costado ni un duro a los cordobeses. Normal, quién lo ha puesto en duda. El Partido Popular tiene fondos suficientes para extender estas becas a sus alumnos más aplicados, así que eso es cosa suya.
Sí es posible que los alcaldes, de su propio bolsillo, con su propio sueldo, se hayan traído de vuelta algún imán para el frigo o cualquier otro souvenir para la familia. Un detallito. Lo normal.
Hay mucha gente que a Bruselas y a sus cosas les llama “Europa” como si El Zumbacón o Cañero no lo fueran, yo qué sé.
Por cierto, en Bruselas es típico comer mejillones. Los hacen con nata y con patatas fritas. Tiene narices la cosa.
Pero es que aquí en Córdoba hay puestos donde te venden caracoles “a la carbonara”.
Ahora qué, ¿eh?.
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