Valor añadido
Querido diario: retomo esta cita el día de Nuestro Señor del trece de enero de dos mil trece para decir que en estos días pasados de reuniones familiares, encuentros con amigos, bandejas de crustáceos, bebidas espirituosas, deseos volátiles, discursos que provocan caries y demás, he tenido tiempo para percatarme de un par de cosas.
La primera ya la intuía: el personal confunde la caridad con la solidaridad. O alguien pretende que se confundan, que también puede ser. Pues no es lo mismo, ni mucho menos. La primera es bisutería que se regala casi sin mirar a la cara; la segunda es la verdadera joya a la que el tiempo y sus fechas no debería afectarle. El uruguayo Eduardo Galeano, mediano escritor y gran futbolero, lo explicó mejor: “la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.
La segunda cosa es que gracias a la palabra “rural” he conocido hasta la saciedad -nunca mejor dicho- el significado de eso que se viene en llamar “valor añadido”.
Verán: siguiendo aquel viejo precepto del desprecio de la corte y el elogio de la aldea, he salido de la ciudad para pasar unos días en el campo. Un campo bastante domesticado, no se crean, mi espíritu aventurero tiene límites angostos. Allí me he alojado en un “apartamento rural”, he comido en “mesones rurales” y he visto sopotocientos carteles con leyendas como “hotel rural”, “casa rural” o, en el colmo de la obviedad, una pizarra a las puertas de un “restaurante rural” que ofrecía “comidas rurales”. Tal fue la cosa que ya sólo veía mujeres rurales, ancianos rurales, vehículos 4x4 rurales, niños rurales y presencié una cabalgata rural de reyes o una cabalgata de magos rurales.
El valor agregado o añadido, en términos de márketing, es una característica o un servicio extra que se le da a un producto para darle mayor valor comercial, para aportar al negocio o a la empresa cierta diferenciación frente a los posibles competidores. Yo había conocido ese concepto teórico en una conferencia ofrecida, como toda buena conferencia, por un experto. Pero nunca lo vi tan aplicado como hasta ahora.
¿Que por qué asistí a esa conferencia? Pues porque quería ser emprendedor, como recomiendan nuestros mayores.
Ahora ya no.
Total, que la solidaridad debería ser un valor seguro de nuestra sociedad todos los días del año y que la caridad es un añadido postizo que algunos lucen los domingos y fiestas de guardar.
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