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¿Tú también, Bruto?

Miguel Ángel Luque

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La frase del título del post hace referencia al pasaje histórico del asesinato de Julio César a manos de un grupo de senadores, entre los que se encontraba Bruto, senador al que tenía especial cariño y consideración, provocando esta gran sorpresa final al emperador. William Shakespeare en su novela del mismo nombre, Julio César, escribe en los siguientes términos: “Tu quoque, Brute, fili mi” (Tú también, Bruto, hijo mío). En definitiva, un gran varapalo para el estadista romano.

Y es que la condición humana no decepciona, nunca deja de sorprendernos para lo bueno y especialmente para lo malo. En los últimos tiempos, estamos conociendo casos de corrupción sorprendentes que provocan cada vez más,  la desafección hacia la clase política y que tiene visos de sorpresa en la próximas elecciones (aunque eso es otra historia). Cuando los conoces,  la primera pregunta que se puede venir a tu mente puede ser ¿Por qué?, seguida de un ¿Para qué? (teniendo sobre todo en cuenta el destino final del corrupto, los calabozos de los juzgados). Como diría un mítico anuncio de una conocida bebida enérgetica, “El ser humano es extraordinario”... Sí... sobre todo para lo negativo, porque desde nuestra atalaya de buena gente, pensamos “Yo eso no lo haría nunca”. ¿Estas seguro? te voy a explicar el experimento que realizaron en la Universidad de Psicología de Stanford, conocido también como el efecto Lucifer.

El profesor Philip Zimbardo tuvo la feliz idea de realizar el denominado Experimento de la cárcel de Stanford, en el que convocó a alumnos voluntarios para el mismo. Chequearon previamente que todos tuvieran un equilibrio psicológico-emocional adecuado para que el estudio pudiera llegar a buen término académico. Posteriormente los dividieron entre prisioneros y guardias, de forma aleatoria, y comenzaron a jugar a preso-carcelero (yo en mis tiempos jugaba a policía y ladrón) en unas dependencias de la universidad situados en la planta sótano del edificio de la facultad. Tanto se metió la gente en su papel, tan bueno fue el caldo de cultivo realizado por el profesor, que el experimento que duraba dos semanas.... ¡fue suspendido a los 6 días!. Los prisioneros entraron en un estado de depresión, pasividad y sumisión, los carceleros, se tornaron despóticos, rígidos, antipáticos y abusadores (particularmente de noche, cuando pensaban que las cámaras que grababan el experimento estaban apagadas... sin comentarios).

Esta investigación pone encima de la mesa, que casi cualquier persona, con una condicionamiento adecuado, en un contexto apropiado puede abandonar su moral y realizar actos que jamás antes se hubieran imaginado, traicionando sin contemplaciones su escala de valores y principios. En mi opinión algunos casos de corrupción pueden ser entendidos bajo este punto de vista: personas que acceden a la política y que se encuentran un entorno de prácticas comunes consentidas: tráfico de influencias, comisiones, sobornos, recalificaciones... “haz lo mismo que nosotros.... no va a pasar nada...lo hace todo el mundo... bastante hacemos y no nos pagan la suficiente... tu familia será la gran beneficiada... aprovecha que estás en el cargo, igual dentro de unos años ya no tienes nada...”.  No lo quiero justificar, trato de entenderlo.

Aunque también existen personas, de honda responsabilidad individual, que no se dejan llevar por estos cantos de sirenas manipuladores de la conducta humana. Personas íntegras, con unos valores sólidos y vocación de servicio público. Estos también existen, éstos son los buenos de la película,  y los que merecen representar nuestros intereses como ciudadanos ¿los conoces ya?. BE TIM.

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