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El vuelo libre de febrero

Comparsa 'Los vigilantes'. | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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De repente acaba la monotonía. La vida de Don Carnal es de todo menos rutinaria. Y aún menos es aburrida. De un instante al siguiente, se produce una gran explosión. La mayor de todas. Con el estallido comienza todo. La música, los versos, las carcajadas y las emociones cobran forma sobre el escenario. Es el vuelo libre de febrero, un mes que es diferente a los demás. Pues éste es el tiempo en el que la palabra surge como flor en un árbol de raíz aguerrida y profunda. Viejo como la encina pero de tronco más grueso y copa más elevada de sus ramas brotan coplas que bien han de ser cuidadas. Que ningún mal otoño acabe por llevar al suelo esas hojas que son libretos. Que no haya invierno para la Corte del Gran Teatro, que no es la de Isabel y Fernando sino la de conjuntos y aficionados. Todos ellos hacen posible la pervivencia del Carnaval. A la tarea, a golpe de crítica, ironía y broma, está Córdoba desde la noche de este jueves.

La espera concluyó y comenzó al fin el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas, con una primera función discreta en cuanto a la asistencia de público. Por momentos, el aforo se vio cubierto en torno a los tres cuartos. En otros, el aspecto fue de vacío. Es en ese sentido en el que todavía queda mucho camino por hacer. Cada cual es libre, como el vuelo de febrero, de actuar como crea conveniente. Sin embargo, no deja de ser doloroso comprobar que los espectadores no se mantienen en sus asientos a lo largo de toda la sesión o que cuando es turno de un grupo foráneo apenas se percibe el calor que a éste le es propio. El que le acompaña desde su tierra. Hay excepciones, claro está. Como la del Número uno, inamovible en su asiento y agradecido siempre. En realidad los carnavaleros, fueran más o menos en cada actuación, respondieron con afecto a cada una de las formaciones que aparecieron en las tablas en la primera sesión del certamen.

Un Concurso que abrió, unos minutos por encima de las ocho y media, la Chirigota de Los Patos. El grupo procedente de Aguilar de la Frontera inauguró la función, la fase y la competición con ‘Este año nos salimos de la órbita’. Sobre las tablas surgieron, en el Big Bang coplero, los planetas del Sistema Solar. En su repertorio destacó un segundo pasodoble en el que Venus, Marte o Saturno, y por supuesto la Tierra, atizaron duro a Susana Díaz, a la que llamaron cobarde. “A ver si en las próximas elecciones te dan una lección”, le cantaron a la presidenta de la Junta en relación a su postura a favor de la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy. En el estribillo, consideraron que a Ciudadanos se le puede conocer como “los planetas”. ¿Por qué? “Porque se arriman al sol que más calienta”. Tras los aguilarenses fue turno de ‘Los vigilantes’, comparsa sevillana de Fran Reyes y Sergio Molina que se estrenaba en el Gran Teatro. Música buena y voces interesantes que no pudieron lucir demasiado debido a problemas por parte de algunos componentes, que dejó al grupo en doce.

Aun así ofrecieron una buena actuación. Sobre todo con dos pasodobles muy críticos. Estas gaviotas volaron alto y de manera libre, por febrero, para cantar a la precariedad laboral y el paro en torno a los treinta años. Fue la historia del que vio huir al verano mientras estudiaba, estudios que él mismo se pagaba a base de trabajo para trabajar después en condiciones poco justas, una justicia que acabó con el despido… Gran primero de una tanda que cerró con un mensaje a navegantes en el Carnaval. Hay que “cantar por vocación, sin más preocupaciones” y recordar que “el favorito es el que sabe que nunca va a ganar pero nunca dejará de sacar agrupaciones”. Es decir, lo de menos son los premios. Tras estos pájaros llegaron los animalistas de la chirigota ‘Los que defienden los cuernos’, de La Canalla, también procedentes de Sevilla. Estos manifestantes anti taurinos convirtieron en toro al español de veinte años y en torero al gobernante. Completaron un interesante popurrí en el que hablaron de su amor a primera vista de una compañera, muy atractiva ella pero que “tiene la voz de José Mercé”. Surgió la duda: “No sé si es Julián o Paloma”. Póngase ritmo de Gavilán o Paloma, de Pablo Abraira.

El testigo a los anti taurinos lo tomaron Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón, junto con un peculiar consejero y un atrevido trovador. Todos dieron forma a la idea del Cuarteto de Santa Cruz, que regresaba, con letra y dirección del histórico Manuel Serrano Manolete pero con grupo completamente renovado. Esta formación completó un hilarante y divertido pase, en el que el público fue cómplice en todo momento. Le colocó picante a la noche y arrancó un buen puñado de carcajadas. Como las que acto seguido logró la Chirigota de Fleky, Fae y Marco con ‘Este año jugamos en casa’, que representó al típico aficionado al fútbol de sillón, mando y cerveza, con chándal y sin más ánimo que ver cualquier partido. La agrupación incorporó en este caso a Antonio José Barrera de la Chirigota de Almodóvar del Río. Entre risas, el conjunto dedicó dos pasodobles cargados de crítica: el primero al trato que a veces reciben los grupos de la provincia (“qué sería de este Concurso si no cantar aquí la provincia”) y el segundo a la falta de amor del cordobés hacia su tierra.

Otra agrupación foránea subió a las tablas acto seguido. Ésta, como las sevillanas, se estrenaba también en el Gran Teatro. Era la Comparsa de Miguel Vera, de Marbella. La formación malagueña trató de llenar de ‘Color esperanza’, con un tipo que parecía ser un extraño insecto verde y alado con un trébol de la suerte, el escenario. Buena música y voces con las que sellaron un pase en el que sobresalió un mensaje: “No está tan lejos la felicidad”. Basta con saber buscarla para encontrarla y disfrutarla. El siguiente turno fue para la Chirigota de Andrés Losada, que sin duda regaló instantes de esa alegría tan necesaria. Lo hizo con ‘Los abogaos de pobres’, unos letrados que defienden al más desafortunado desde que iban al colegio. Abogados que, por cierto, tenían un curioso parecido con Rafael Gómez Sánchez. Por su pelo y su bigote, más que nada. Ahí queda la cosa. Este conjunto estuvo simpático en todo momento y dejó una cuarteta memorable sobre el tamaño del miembro viril con el paso de la edad. “Hace más de mil años que no sé de ti, ahora es una croquetita lo que antes era un flamenquín […] ni Viagra, ni Shakira, tú sigues ahí dormida […] ya no me miras ni en la ducha cuando me enjabono […] eres como Susana Díaz y yo como Pedro Sánchez”.

La primera función del Concurso entró en su definitiva recta final con la Asociación El Tercer Traste de Belmez, cuya comparsa regresaba al Gran Teatro después de más de una década. Con ‘Orquesta Carnaval’, quiso esta agrupación ofrecer un homenaje al Carnaval. En su forillo, un árbol del que brotaban libretos; en sus voces, letras que recordaban la importancia de conocer, valorar y defender a los autores de la ciudad. “Esos que en un libreto dejaron su impronta, su sello […] esos que se mueren sin que les reconozcamos”, cantaron los belmezanos en su primer pasodoble. Y llegó, casi sin opción de percatarse, el final de la sesión inaugural. Lo hizo de la mano de Los Mayas, que venían de lograr el primer premio -aunque compartido- de chirigotas en 2016. Esta vez la formación presentó un tipo de gasolinero, con su manguera incorporada y todo, con ‘Los que le dan el biberón al panda y al león’. No hacía referencia, como se podrá ya entender, a los animales sino a los modelos de Seat. El conjunto ofreció un bonito primer pasodoble sobre las madres que dan el pecho a sus bebés en público, un acto tan natural como hermoso que ensalzaron. También dedicó una copla a Córdoba y en su segundo cuplé hablaron de ese matrimonio que ya no quiere tener más hijos. Él decide hacerse la vasectomía y de repente se entera: es estéril de nacimiento. Este viernes continúa la fiesta.

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