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Secretos tras el zaguán: la otra historia de los patios de Córdoba

Patio en la C/ Martínez Rucker, 1 donde Pablo de Céspedes pasó sus últimos días

Rafael Ávalos

5 de mayo de 2021 05:00 h

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Probablemente pocos conozcan dicha realidad histórica. También quizá sean escasas las personas que aprovechen para saberlo en el lugar concreto. Aun cuando una gran placa en piedra surge en una fachada. Es la del número 6 de la calle Deanes, una de las más transitadas del casco histórico de Córdoba y donde se levanta una vieja casa de aspecto casi señorial. Dicha construcción es la misma en que durante años viviera y en la que terminara por morir un ilustre personaje. Se trata del Inca Garcilaso de la Vega, cuyo nombre real fuera Gómez Suárez de Figueroa, y que tuviera trascendencia entre los siglos XVI y XVII como historiador y escritor. Nacido en la actual Perú para la posteridad es un insigne cordobés, que precisamente tuviera su hogar en dicho edificio del corazón histórico de la ciudad. Como ejemplo aparece de los secretos que hay tras muchos zaguanes en la capital, de los otros relatos de sus patios.

“El Ayuntamiento y el pueblo de Córdoba se honran rindiéndole este homenaje”, acaba el texto de la citada placa en el número 6 de la calle Deanes, colocada en 1959. No es el Inca Garcilaso de la Vega el único personaje ilustre de la ciudad que vivió en torno a un patio. Sin ir más lejos, donde hoy se levanta el Museo de Bellas Artes y de Julio Romero de Torres vivió precisamente el que posiblemente sea pintor más importante de Córdoba. La pinacoteca compartida la alberga la que fue su antigua casa familiar, en efecto. Con todo, la presencia en nacimiento, existencia y fallecimiento de grandes referentes en el Concurso de Patios se da en otros lugares. No muy lejos de los dos ya mencionados, casi a medio camino entre ambos, se halla el 1 de Martínez Rücker. En esta vivienda pasó sus últimos días Pablo de Céspedes, “insigne literario, poeta y pintor, escultor y arquitecto” según reza una losa dedicada a quien también fue, en su época, racionero de la Catedral.

Resulta curioso que en una calle nombrada con uno de los artistas más emblemáticos de la ciudad viviera y falleciera, el 26 de julio de 1608 esto último, otro miembro ilustre de la misma. Pero no es el hombre de lugar natal desconocido el único personaje de relevancia para Córdoba que tuvo una estrecha relación con los patios. En otra zona completamente distinta, a medio camino entre La Magdalena y el antiguo convento de Regina, habitó el músico y artista plástico Rafael Botí en una vivienda tradicional. Fue en el actual número 1 de Isabel II, a cuya entrada puede leerse un cartel que habla del Patio Al-Yumm. Esto es el lugar de los sentidos, lo que es así por la percepción no sólo olfativa sino auditiva o táctil del entorno. “Una vez vino el hijo y fue el que me lo contó, de lo contrario no lo hubiese sabido”, comentó en una ocasión Julia Sesma, una de las propietarias del inmueble. Hacía referencia, como es lógico, al vástago del insigne representante de la cultura de la capital.

Otro referente, esta vez de las letras, para Córdoba vio transcurrir sus primeros años de vida en otra casa-patio. En esta ocasión del barrio de San Agustín. Porque en el 6 de Parras desarrolló su más tierna infancia Pablo García Baena, fundador y miembro del imprescindible Grupo Cántico y que entre otros méritos en su vida fue Príncipe de Asturias de Letras. Curiosamente, la relación de este edificio, de antigua construcción, con la cultura de la ciudad no sólo termina con el poeta. También existe idea de que entre sus paredes vivió una de las modelos de Julio Romero de Torres, el pintor de la musa gitana. No muy lejos de este punto, por cierto, disfrutó de unos días en la ciudad Federico García Lorca, quien contempló en primera persona la magnanimidad de Nuestra Señora de las Angustias en procesión. Ocurrió en la plaza de las Beatillas, la cual abre camino a otra calle de gran presencia en el Concurso como es Ocaña. Como dato curioso, en un salto imposible hasta el Alcázar Viejo, puede imaginarse una rara conexión entre Felipe I el Hermoso y la capital.

Al menos puede establecerse el nexo con la casa Austria, cuyo escudo está en el enchinado suelo del patio del número 22 de San Basilio. La razón es que su dueña, Ana de Austria, tiene como antepasados a los miembros de la regia familia española. Con todo, los zaguanes de las casas-patio de Córdoba van más allá de la presencia en un momento determinado de personajes de importancia. También se hallan otros referidos a la propia historia de las viviendas. Buen ejemplo de ello es el origen de la imponente edificación del 3 de la calle La Palma, a unos metros de la basílica menor de San Pedro. El que hoy es hogar del escultor Manuel Cachinero fue en otro tiempo un palacete, de lo que da buena cuenta su inmensa puerta de entrada, que fue acceso para carruajes. Dicho inmueble es conocido como Casa Trillo Figueroa y fue mandado a levantar en torno a 1872, todo hace indicar que por un capitán de los Tercios de la Legión. Por desgracia, no existen muchos más datos.

La historia es fiel testigo, directamente además, del Concurso de Patios de nuevo en el Alcázar Viejo. Pues en el número 2 de Martín de Roa convive una vivienda, con varias familias que a la vez es la misma pero en ramas generacionales, con parte de la vieja muralla de la ciudad. La antigua pared defensiva es hoy una más de un patio que tiene en éste su principal encanto pero no el único. Apuntes valiosos en este sentido los hay muchos en relación a las tradicionales viviendas pero por cerrar el círculo esta vez bien pueden añadirse dos más. Uno es el 21 de Pozanco, inmueble conocido como la casa de la sal porque, entre otros usos, fue depósito salino muchos años atrás, de la mano de los antecesores de Elisa Pérez Laguna, propietaria hasta su fallecimiento en agosto de 2019. Es reconocido además por la entrada al recinto, que no es tanto un zaguán sino una estrella calleja interior. Otro ejemplo lleva al 1 de Siete Revueltas, un lugar en que se erige la llamada Casa de las Campanas por ser en un momento dado una fundición de tales elementos. Aunque también fue palacio mudéjar, propiedad del mayorazgo del duque de alba o espacio para molino harinero.

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