Humor ardiente en el cielo de las emociones
Aquel fue el regalo que tenía para él. Su padre ya no estaba, pero no lo sabía. El niño, cuando lo era, creía que era un tanque. El hombre que fue después supo que era en realidad la libertad. Y la inocencia. Y la felicidad. Aun en tiempos oscuros. Incluso en la tiniebla de la muerte. La lección la dio en su día Roberto Benigni con La vida es bella, una película cruda pero hermosa a la vez. La existencia es completa, más allá de los tópicos, al conocer todas y cada una de las emociones posibles. También cuando una risa brota para desmemoriar por un instante. Lo uno y lo otro es el cielo de los días de cualquiera, encendido con la llama del humor. Si se pierde, todo es más complicado. Sencillo resultó, por el contrario, disfrutar de la segunda función de las semifinales del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas. Así fue a pesar de que no mejoró, a nivel global, la afluencia al Gran Teatro: quizá debiera saltar ya la alarma.
La emoción brilló cual estrella al comienzo de la noche del martes. Como una de ésas que encendieron los integrantes de ‘La consigna’. La comparsa de Montalbán vivió su primera presencia en esta fase del certamen con tipo de ‘El farolero’ de El principito. Un hecho éste al que dedicó su segundo pasodoble. “Gracias le doy a la vida por esta oportunidad”, arrancó la letra. El grupo sonó bien en música y voz antes de que saltara la chispa. Media entrada se registraba entonces en el Gran Teatro, pero poco importó. El escenario se convirtió en un agradable infierno de carcajadas. Apareció ‘Los Luci’ y prendió fuego a la sesión. La chirigota de El Grifo, de Pozoblanco, selló un pase más que completo. Tiró buenos pasodobles y brilló con los cuplés, sobre todo el segundo. “Tengo todo casi preparado por si vuelvo a estar en la final, sólo falta irme para Cañete y a los de la chirigota todas las ruedas les vamos a pinchar […] si pasan el Fleky con la chirigota del Chache, en el sonido pondré a pinchar al Paquirrín”, cantó el grupo.
El cierre de la tanda más valiosa para la modalidad fue de primer nivel. Mencionaron, con un amistoso guiño, a las tres chirigotas que les acompañaron en la final de 2018, en la que lograron el primer premio -la cuarta sería la de Écija, que este año no acude al Concurso-. El respetable respondió no sólo con risas sino con un sonoro aplauso. El teatro estaba ardiente pese a que la entrada apenas mejoró. Lo hizo ligeramente en el momento en que regresó a las tablas la comparsa de Peñarroya-Pueblonuevo. Tocaba de nuevo surcar el cielo de las emociones con ‘Los supervivientes’, que quisieron dar batalla definitivamente por acceder a la final. Su actuación fue completa en conjunto: en voz, con la magia de Rubén Corvillo en el punteo y una percusión para saborear. En letras, la mejor fue sin duda la de su segundo pasodoble: una crítica certera sobre el Concurso de Córdoba.
“El que no llega hasta donde pretende, piensa que le han robado, y en el intento presiona mil veces a cualquier jurado […] quien tuviera como madre a esta bonita ciudad para cantarle […] yo no pido ningún premio, ni pido que me lo regalen prefiero ser un pordiosero”, esgrimió la agrupación en relación con su tipo -de vagabundo-. La copla puso en pie al público, que creció muy poco a poco. Llegó el momento de volver a reír, y a esto ayudó ‘Empezamos de cero’. La chirigota de Cañete de las Torres se estrenó en el certamen con participación en las semifinales. No es poca cosa esto. Con su tipo de barberos, los jóvenes carnavaleros clamaron contra la situación actual de España -a nivel político, económico y, por ende, social- y la violencia de género en su tanda de pasodobles. En el primer cuplé se recordó a los líderes de los partidos a través de su idea. “Yo soy peluquero de prestigio y todos los politicuchos vienen aquí a pelarse […] y Pablo Casado vino a recortarse, y con tanto pellejo yo le corté hasta la falange”. El fuego ganó fuerza tras el pase de la formación provincial…
Después llegó el cuarteto de Pepón hijo, que avivó la llama del buen humor. El atrevimiento de ‘Multiservicios Los Pepes, Obras Varias’ -quién podía imaginar que tras ese nombre había lo que hay- fue a más en su segunda actuación. Sobre las tablas, la lápida de la tumba de Franco ya había sido retirada. El agujero quedaba rodeado y el féretro permanecía de pie. Los obreros -Pepe uno y Pepe dos- fueron al Bocadi a comer, el ataúd desapareció y… el dictador estaba vivo. La parodia del grupo gozó de momentos hilarantes, como ése en el que un asesor del Gobierno gritaba a los albañiles “¡qué habéis perdido a Franco, qué habéis perdido a Franco!”. Todo había sido un sueño premonitorio. Cómo termina la historia se ha de saber en la final -para la que debe tener billete la agrupación-. Es necesario un golpe de valentía en la era de los ofendidos.
Ya hacía calor en el Gran Teatro. Había subido la temperatura y tenía que hacerlo aún más. La asistencia se incrementó para el sexto turno de la noche, que correspondía a la chirigota de los hermanos Gallardo. Definitivamente, ‘¡Pa vestir santos!’ es una gran idea, bien desarrollada además en tipo, letras e interpretación. El grupo de Cañete de las Torres puso patas arriba el principal espacio escénico por momentos. Ya desde la presentación había llamaradas impetuosas, que siguieron en los pasodobles. Más si cabe en el segundo, en el que la formación pidió apoyo para todas las que participan en el Concurso. Ya en la tanda de interés para la modalidad, el conjunto echó gasolina al fuego. Los dos cuplés fueron de nota, pero destacó el segundo, en el que también hubo recuerdo -en relación al disfraz y la propuesta- para otra chirigota que busca la final. “Tengo que reconocer que soy un poquito gafe, que estando el Córdoba en Primera tuve un affaire con Carlos González y mira cómo acabó la cosa […] yo le he tirado los tejos al Fleky y que sea lo que Dios quiera”.
Cabe recordar que la chirigota de los hermanos Gallardo defiende este año el tipo de solterona. En el popurrí el Gran Teatro era ya pasto de las llamas de las carcajadas. El incendio pasó después a quedar en ascuas para terminar por extinguirse poco a poco. La razón, la de todos los días en esta edición del Concurso: la afluencia descendió de manera gradual aunque no tanto. Los dos últimos grupos se enfrentaron a un patio de butacas con una imagen descorazonadora. Antes que estos subió a las tablas ‘Desde mi atalaya’. La comparsa de Belmez consiguió al fin dar un paso adelante y entrar en semifinales. En la segunda función de esta fase, la agrupación completó una buena tanda de pasodobles. El primero, sobre la falta de respeto continuada hacia Andalucía, a la que defendió el autor -Francisco José Figueroba Pachi- con mención a nombres eternos como García Lorca, Machado, Falla o Picasso. Del arte al arte fue el conjunto en su segundo, en el que homenajeó al pregonero del Carnaval, Miguel Amate. Ésta es ya la tercera letra que le dedican.
Una vez terminó la actuación de la comparsa con tipo de centinelas árabes en una torre vigía, ‘Los auténticos correcaminos y no aquellos que hacían bip-bip, porque hacían din-don’ encaró su segundo pase con el teatro semivacío. Pese a lo difícil que se hace actuar de esta forma, la chirigota de Arjona (Jaén) tiró de buen humor y tuvo la complicidad del escaso público. Un respetable éste que fue todavía menos en el cierre de la noche, aun cuando sobre el escenario debía verse un nuevo proyecto con sello Carrillo. El del veterano Pepín junto a su hijo Alejandro: el primero es autor y el segundo impulsor y director. La comparsa de Los Herederos hizo frente a la frialdad del Gran Teatro con voluntad y buen talante. En sus pasodobles atacó las ideas contra la inmigración y los abusos a menores que se registran en el seno de la Iglesia. Las letras fueron directas, sin cortapisas. En cuplés, el joven conjunto se perdió, pero no es algo de lo que cualquiera pueda librarse. Fue sólo un traspié del que se levantaron los carnavaleros con arrojo en el popurrí -esto acaba de empezar, siempre de frente-.
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