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Góngora vivió aquí

Casa donde vivió Luis de Góngora | MADERO CUBERO

Marta Jiménez

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No hay que confundir la vida con la literatura. Lo advertía Pessoa, que el poeta es un fingidor, algo que saltando siglos en el tiempo se puede rastrear en la vida y obra de Góngora. Don Luis escribió en su romance Hermana marica (1580) unos versos que han llevado a engaño: “Y en la tardecica/ en nuestra plazuela/ jugaré yo al toro/ y tú, a las muñecas/ con las dos hermanas,/ Juana y Madalena,/ y las dos primillas,/ Marica y la tuerta”. A raíz de ello, la corriente ha llevado a pensar que el lugar de juegos era la plaza de las Bulas, hoy plaza de Maimónides, en la Judería, y que el poeta nació en la cercana casa de las Pavas.

Ni ilustre gongorista Amelia de Paz ni ninguno de sus colegas ha descubierto y logrado documentar dónde nació exactamente Góngora. El hoy hotel Casas de las Pavas tuvo que retirar la placa que decía que en esa casa nació Góngora ya que eso era imposible. Esa casa pertenecía en la época a un noble muy conocido y es algo documentado. De hecho, aún no residía en ella la familia Sigler de Espinosa que fue la que le dio el famoso emblema de las dos aves.

La pista del lugar de nacimiento del autor de la Fábula de Polifemo y Galatea la daría seguir el rastro de Francisco de Argorte, padre del poeta, que vino de Montilla a vivir a Córdoba, y saber si fundó casa propia. El día que las fuentes lo acrediten se tendrá ese dato que, por ahora, se desconoce.

Pero lo que sí ha acreditado recientemente De Paz dejándose las pestañas en el Archivo Histórico Provincial de la calle Pompeyos, y gracias a un censo de la Inquisición de 1606-1607 de la collación de San Bartolomé, es el lugar donde vivió Luis de Góngora: En la calle Tomás Conde esquina con Manríquez, en el solar que hoy ocupa un feo establecimiento turístico, en una casa heredada de su tío Francisco que daba a ambas calles. Por tanto, el hallazgo refrenda todas las teorías que situaban a Góngora en ese punto de la ciudad.

La antigua Judería fue el barrio de Góngora en 1607, cuando era racionero activo de la Catedral. Allí vivió el poeta “racionero y caballero notorio” junto a su hermano Juan, “caballero notorio y veinticuatro de Córdoba”. Gracias a este censo, se conoce la vida del barrio y de la vecina collación de Santa María. Los lugares dónde se cortaba el pelo Góngora o quién era su zapatero. El censo permite reconstruir la vida y el ambiente de este lugar lleno de mixtura y muy variopinto, donde habitaban desde arrieros y moriscos, a nobles y clérigos, todos vecinos exentos de pagar impuestos por el barrio en el que habitaban.

La existencia de Góngora en esta época gravita en torno a la Catedral. Tuvo que patearse mucho la transitada calle Judería hasta llegar al Postigo de la leche por donde presumiblemente accedía al Patio de los Naranjos. Tiendas, panaderías, una barbería o una taberna animaban la calle. Por el padrón se conoce mucho más: en su calle vivió un napolitano, caballerizo de su majestad, que contaminó la raza caballar en las cercanas caballerizas llamado Juan Jerónimo Tinti; o Fernando Mejía, que vestía hábito de Santiago; también había viudas, labradores, lagareros... y hasta un librero. 270 vecinos y 50 oficios que seguro que alimentaron la imaginación del poeta.

Flanqueados en el padrón aparecen Don luis y su hermano por Don Pedro de Angulo y Don Francisco de Corral. ¿Desde y hasta cuando habitó el poeta en esta esquina de la Judería cercana al actual campo de los Santos Mártires? No se sabe. Sí que en 1612 arrendó la casa en la Plaza de la Trinidad donde murió en 1627 como recuerda una placa y la aérea estatua de Amadeo Ruiz Olmos, aunque entre esas dos fechas pasó varios años en la capital del reino.

“¿Qué sabemos de un hombre si hacemos ojos ciegos del medio al que pertenece?” se preguntaba Amelia de Paz el día que desveló este pequeño gran hallazgo en la Casa Góngora hace cuatro años en una deliciosa charla que se puede ver aquí.

Aunque son más los bulos y falacias por desmentir a lo que llevaron los fingimientos del poeta. Por ejemplo, que Góngora nunca fue vicario de Trassierra. Fue un seudónimo que utilizó de broma para participar en un certamen literario del que también era jurado. Fue otra de sus picardías. Pero la Real Academia de Córdoba puso una placa en la barriada periférica en 1927 donde se constataba que Góngora fue vicario de aquel lugar, algo difícil de creer en aquella época. Desmontar esa leyenda para la opinión pública ya va a ser otro cantar.

Y es que, frente a la severidad con la que pintó al poeta Diego Velázquez, en estos detalles aflora justo el retrato inverso: el Góngora más socarrón y pícaro. El hombre hedonista y de barrio que fue.

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