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Todo lo que debimos aprender del 'Loser' de Beck

El baterista Ricky Lavado | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Cuando en 1993 el cantante californiano Beck pegó un pelotazo mundial con Loser, definiendo en su estribillo a toda una generación, no sabía que estaba estableciendo las bases de una cultura, el loserismo, que ha encontrado este lunes su altavoz en el ciclo Cosmomúsica, uno de los más queridos de las últimas ediciones de Cosmopoética.

Y no ha podido arrancar mejor el diálogo que ha unido las voces de Carlos Galán, director y fundador de la discográfica Subterfuge Records; el músico Ricky Lavado, baterista de Standstill -entre otros muchos proyectos- y el escritor Benja Villegas, que con este último pidiendo de forma intencionadamente patética un aplauso para un vídeo suyo emitido unos minutos antes y que no había recibido reconocimiento alguno por parte del numeroso público congregado en la Sala Orive, que sigue viviendo su particular idilio con este festival poético.

Así que, como Villegas, un tipo brillante y con una vitalidad arrolladora, ya había situado al público en su lugar, contribuyó a animar un diálogo que ha servido para ver a dos veteranos del rock español -cada uno a un lado de la mesa y del contrato- recordar con algo de nostalgia los años 90, aquella década en la que, como bien ha definido Galán, los ídolos ya no morían por sobredosis, sino pegándose un tiro en la cara.

Galán, historia viva de la música en España, lleva desde entonces en el negocio con un sello que escribió algunas de las mejores páginas del rock alternativo de este país, pero que al mismo tiempo nació en plena época de desconcierto, provocada por la resaca que produjeron en España los años 80 en lo musical, la excesiva dependencia de la subvención que existía en la cultura, y que pudo llevar a una generación entera de bandas -no todas, pero sí a algunas de ellas- a refugiarse musicalmente en un inglés que cantaban sin saber a veces “ni lo que significaba”.

Claro que Subterfuge no siempre fue un sello de sonido tan sofisticado como el de It´s beautiful, it´s love de Sexy Sadie. Sus primeros pinitos editoriales fueron mucho más punk, que es el género donde más mitificación existe sobre la figura del perdedor -el working class hero-, y al que ha acudido Ricky Lavado para definir su noción de loserismo, más centrado desde el principio en recordar que “no hay nada romántico” en la precariedad del perdedor.

“Asociamos al perdedor desde un punto de vista capitalista”, ha reflexionado Lavado, que ha apuntado, desde postulados marxistas, a que “la clase marca” a los perdedores y bien les haría que no se vendiera desde el idealismo la idea de que dormir en el suelo es algo cool, por mucho que uno lo haga estando de gira por Europa -en una anécdota que relata en su recomendable libro Endora, publicado por la editorial cordobesa Bandaàparte-.

Y ya que uno habla de Bandaàparte, pues tampoco habría que idealizar a esta editorial solo porque saquen unos libros estupendos, de no escritores estupendos, y sigan sufriendo económicamente cada vez que tienen que cuadrar los números. Porque igual eso de decir “al menos hacen lo que les gusta” es un ejemplo de perpetuación de loserismo chic que uno debería quitarse yendo a su web y comprando sus libros -o los discos de Subterfuge-, en vez de venderles tú a ellos la idea de que su modus vivendi es romántica.

Porque de eso pecamos todos un poco cuando, como remarcaba Benja Villegas, usamos nuestras redes sociales como si fuéramos celebrities, emitiendo el olor de la victoria para camuflar el tufo de la aspiración. O vender el lujo como si fuéramos cantantes de trap. Bueno, no. Eso no. Porque, como bien lo ha definido Ricky Lavado esta noche: “Un auténtico perdedor es un cantante de trap que canta sobre el lujo y el dinero cuando vive en la mierda”.

Casi como cuando Beck sacó Loser pensando que rapeaba como Chuck D, para después ver su letra impresa en camisetas de American Apparel de 50 dolares.

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