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Añora: las Olimpiadas Rurales que recuperan los juegos de toda la vida

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Carmen Reina

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En Añora, los Juegos Olímpicos no se celebran cada cuatro años sino cada verano. Cada mes de julio y, ya han cumplido diez ediciones, este pequeño pueblo de la comarca de Los Pedroches celebra las Olimpiadas Rurales, una suerte de competición entre lo lúdico y lo deportivo que reúne a equipos llegados desde puntos de todo el país e incluso de Europa.

Como si de la cita de los anillos olímpicos se tratara, a este evento que reúne a miles de personas en un fin de semana del mes de julio no le falta, por supuesto, su ceremonia de inauguración, con el desfile y la bienvenida a casi un millar de participantes repartidos en medio centenar de equipos. Ellos son los protagonistas de estas Olimpiadas Rurales que recuperan los juegos más tradicionales para que no se pierdan con el paso del tiempo.

Salto a piola, porteo de cántaros, puntería con el tirachinas, trepar por la cucaña, lanzamiento de adoquín, carreras de sacos y de cintas, zancos o salto de comba por equipos. Así hasta una quincena de juegos distintos componen el cuadrante de la competición de las Olimpiadas Rurales que convierten Añora en un pequeño-gran estadio olímpico y que quieren recuperar los juegos de toda la vida en el mundo rural.

Esta competición que se celebra desde 2008 trata así de aunar deporte, cultura y tradición para mantener vivos los típicos juegos del pueblo, con los que se vivía la calle, y garantizar así su transmisión a las generaciones futuras. Y, desde luego, que han logrado su objetivo, porque desde sus inicios, las Olimpiadas Rurales han ido doblando número de participantes años tras año y acogiendo a personas de todos los rincones y de todas las edades. Y, además, abriendo las puertas de su pueblo a visitantes y turistas, atraídos por este particular evento del verano que ya se ha hecho un hueco en la agenda de muchos.

El protagonismo se lo llevan los equipos, integrados por hombres y mujeres mayores de 16 años, que durante la competición toman las calles de Añora. Junto a ellos, el público abarrota noche y día los aledaños de los recintos donde se desarrollan los juegos: vecinos, allegados de los jugadores y visitantes ávidos por conocer este singular evento.

Personas desde los 16 a los 70 años, de 30 o de 50, unos aprendiendo juegos que otros rememoran de sus años de juventud en lo que se convierte cada año en la transmisión, en vivo y en directo, de las tradiciones de la zona entre generaciones.

Y es que si desde hace años la calle de los principales núcleos de población ha dejado de ser un lugar de juego habitual para las generaciones actuales, las Olimpiadas Rurales de Añora la recuperan precisamente como lugar de encuentro, de esparcimiento, de práctica de deporte y juegos tradicionales, para propios y ajenos al mundo rural.

Durante las jornadas que la competición se desarrolla, Añora se vuelca en la calle con los participantes. Calles llenas como improvisadas gradas, donde el público anima a los deportistas y propician la convivencia de lugareños y foráneos alrededor de la competición. Aquí, todo el pueblo gana.

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