Reyes, el Cid de un Córdoba derrotado
La mañana transcurre en calma. Aún es pronto para que la ansiedad empiece a invadir a los amantes del deporte en la ciudad. Sobre todo soportan el paso de las horas y por ende el crecimiento de los nervios los aficionados al fútbol sala. Por la tarde disputa el ascenso a Primera el Córdoba CF Futsal -poco después, como ahora, Patrimonio de la Humanidad-. Sin embargo, al mediodía una noticia sacude los cimientos sentimentales de los seguidores blanquiverdes en general. Impacta incluso a quienes viven alejados del césped. A las 12:59 un mensaje en redes sociales es suficiente para llevar al gran sobrecogimiento. “No podríamos ofrecer una noticia peor. Ha fallecido en accidente de tráfico nuestro querido canterano José Antonio Reyes. Descanse en paz”. El Sevilla, la entidad en que naciera, creciera y se convirtiera en leyenda, anuncia el trágico deceso de un futbolista que apenas un año antes abandonara El Arcángel en medio de una de las más atronadoras ovaciones. Es 1 de junio de 2019.
Este lunes se cumple un año del accidente que segó la vida de José Antonio Reyes -y un familiar-. La elevada velocidad en que circulaba su coche de alta gama fue la causa probable desde el inicio. Amante de los vehículos de lujo, ironía de la vida, el extremo se marchó al volante de uno de ellos. Su presunta imprudencia generó polémica con posterioridad pero las primeras horas y el día siguiente se sucedieron con una intensa lluvia de mensajes de pésame y recuerdo. El Sevilla perdió a uno de sus jugadores de mayor rango en su historia reciente. Forjado en sus escalafones inferiores, el futbolista regresó a Nervión después de varios años en otros clubes -incluso de la Premier- para abanderar a los hispalenses en la consecución de tres títulos de Europa League. Unía los trofeos a otros muchos en su palmarés, como las ligas con el Arsenal en Inglaterra y el Real Madrid o las tres copas que obtuvo con el Atlético.
Pero la información no se tradujo en dolor sólo para el Sevilla y los suyos. También se dio de manera clara en El Arcángel, donde José Antonio Reyes mostró la exquisitez de sus botas durante el período más duro del Córdoba a nivel deportivo de su trayectoria más reciente. El origen de esta historia se fecha el 30 de enero de 2018. El club había cambiado de propietario con la llegada de Jesús León, que venía acompañado de Luis Oliver como director general deportivo. El equipo era colista en Segunda A con sólo 19 puntos en 24 encuentros y a ocho de la permanencia. La salvación parecía imposible pero el empresario navarro se puso manos a la obra y en apenas dos días reconstruyó la plantilla. Precisamente el penúltimo del primer mes del año, y del mercado invernal por ende, una información saltó como una bomba. Había un as bajo la manga.
Distintos medios cordobeses, entre ellos CORDÓPOLIS, desvelaron la contratación de José Antonio Reyes. El adelanto se tornó en oficialidad horas después, así como en la presentación más multitudinaria que se recuerde. A pesar de acumular medio año sin pisar el verde, su fichaje supuso un estallido de ilusión en El Arcángel y un seísmo en el plano informativo en ámbito nacional. Estaba entrado en kilos -más de diez según comentó el propio Luis Oliver pasado un tiempo- pero poco importaba. En medio de un aluvión de flashes y con una sala de prensa a rebosar, el utrerano accedió por primera vez a la sala de prensa del coliseo ribereño aquella fría y nocturna tarde de enero. “En la vida lo más importante no es el dinero. Quería seguir compitiendo y salvar un equipo histórico como es el Córdoba”, aseguró el sevillano.
Aunque no estaba en forma desde el banquillo, primero Jorge Romero y luego José Ramón Sandoval, se quiso contar con él desde el principio. Hubo que esperar hasta marzo para que disputara su primer partido completo pero antes ya había colaborado en el resurgimiento del equipo. Asistía de manera milimétrica, provocaba faltas y más de una amarilla a los rivales, contemporizaba y colocaba el balón donde le apetecía. El proceso de adelgazamiento le dignificó todavía más y por mucho que sólo anotara un gol -de penalti y sin valor real además-, el utrerano fue gran partícipe de la hazaña que logró el conjunto blanquiverde en aquella segunda vuelta de campeonato que fue una angustiosa contrarreloj.
De ahí que en el último encuentro de la campaña, el 2 de junio de 2018 y ante el Sporting de Gijón, la afición califal decidiera rendirse a sus pies y dedicarle una ovación de época. Fue la definitiva gran noche del hispalense, que después optó por ir a China para meses después firmar con el Extremadura. Su figura se torno en cierto modo en legendaria también a esta orilla del Guadalquivir. “Me recuerda al Cid, que sólo con su nombre ganaba batallas”, afirmó jocoso Luis Oliver en su presentación. Al final se cumplió y Reyes fue el Cid de un Córdoba derrotado.
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