Pese a que muchos no lo sepan, Córdoba tiene un amplio bagaje de afición por el skate. No solo ha sido cuna de grandes talentos, sino también cobijo de un sinfín de apasionados al mundo del skateboarding, cuya pretensión no iba más allá que subirse a una tabla y superarse a sí mismo a través de los obstáculos urbanos. Hacer del deporte un arte callejero, quizá muchas veces incomprendido y calificado con términos un tanto salvajes. En definitiva, disfrutar de su disciplina favorita. Es ese el testigo que llevan desde hace dos décadas asumiendo como propio los miembros del Club de Skaters Cordobeses (SK8CO), el cual, como se ha dicho, nace de la motivación y amor por el skateboard. Un legado sobre cuatro ruedas, sostenido sobre una tabla de entre 7 y 10 pulgadas. Esa es la medida exacta sobre la que se construyen los sueños de decenas de jóvenes a día de hoy.
El impulsor de esta aventura no es otro que el veterano skater cordobés Jeffrey Luque, presidente del club y una de las personas que más ha luchado por el fomento de esa práctica en la ciudad en las últimas décadas. A sus 45 años, Luque ha vivido de todo en el mundo del skate: ha organizado campeonatos nacionales, ha patinado para marcas de talla internacional y también ha sufrido duros reveses en forma de lesiones. Pero siempre puso su máxima por delante, que no es otra que procurar “patinar por diversión”, lo que le ha permitido no cesar de dar pata subido a su tabla en casi cuatro décadas. Desde que a los 8 años recibiera aquel regalo de su hermano mayor, del cual ya no volvería a separarse. Una historia de pasión que él mismo vivió y que ahora trata de transmitir igualmente a los más jóvenes.
“El club lo fundamos en 2004 entre unos cinco colegas”, afirma Luque, quien puntualiza que “también me ayudó mi madre asesorándonos”, ya que la pretensión en aquel momento era recuperar el antiguo skatepark de Cañero. “Yo iba a título personal a pedir que nos hicieran uno nuevo, y no nos hacían caso. Entonces, mi madre me dijo: créate un club con tus colegas y presentad un proyecto formal”, añade y sentencia a su vez que “al final conseguimos que hicieran uno en Cañero, pero también uno en Ciudad de los Niños, la rampa que hay en el Muriano, y ahí, además, se integró en el club Javi de la Cruz, y si no fuera por él no hubiéramos llegado a donde estamos. Es el que más curra”.
Pero lo que empezó como una pequeña excusa para un disfrute personal, se convirtió poco a poco en un colectivo cada vez mayor. De este modo, SK8CO ha organizado hasta la fecha unos diez campeonatos en la instalación de Cañero, incluso un torneo de corte europea. Todo ello, asimismo, con una filosofía cada vez más enfocada a promover la práctica del skate entre los más pequeños, lo que hizo que, a partir del 2006, se fueran organizando talleres y cursos para jóvenes. Así lo recuerda José María Frías, vicepresidente del club y monitor de la escuela, y uno de los que ya estaban en aquella fundación original. “Aquí en la sede llevaremos algo más de tres años”, remarca este skater conocido como Joselillo, quien a su vez admite que “ha ayudado mucho que se haya reconocido como deporte olímpico; y los que patinaban, la cultura que había en Córdoba, lo han transmitido a sus hijos y eso ha hecho mucho a nuestro favor”.
Y es que este deporte es “muy de comunidad” y “ver a las nuevas generaciones cómo avanzan es toda una satisfacción”. Además, según explica, el hecho de que el skate estuviera presente en los pasados Juegos Olímpicos de París, ha permitido que se difumine un tanto esa imagen de deporte exclusivamente callejero y algo apartado de las disciplinas más convencionales. Eso ha posibilitado un crecimiento mayúsculo. De hecho, entre socios y alumnos, el club cordobés, el gran referente de la provincia, cuenta a día de hoy con cerca de 80 integrantes, siendo la entidad con más federados de toda Andalucía. Entre los mismos, hay varios diamantes en bruto, como un chico que hace no mucho fue tercero a nivel andaluz con apenas 14 años.
Además, en ese desafío de no parar de crecer, el espacio de Cañero se hacía cada vez más insostenible, tanto por el hecho de ser una instalación exterior, con lo que ello implica a nivel climatológico, y también, al ser un sitio público, los integrantes de SK8CO se veían obligados a compartir esos escasos metros de terreno, con bikers u otros aficionados que iban a disfrutar del parque. Así fue como el club se trasladó a una nave situada en Cañada Real Mestas, lo que ha aportado mayor seguridad y posibilidades en cuanto a recursos. Un sitio privado, cerrado y disponible a cualquier hora y momento, algo incluso llamativo para skaters olímpicos españoles que han visitado la instalación en este tiempo.
“Tener un espacio así era un sueño. Lo ves en los vídeos americanos, quizá en Madrid o Barcelona, pero tenerlo aquí en Córdoba, que viene gente de toda Andalucía o de España y lo flipan, es un orgullo”, remarca Jeffrey Luque, quien también hace hincapié en que “estamos consiguiendo posicionar el skate a nivel andaluz”. Una entidad que, casi sin pretenderlo, ha ido cumpliendo sueños, con una escuela referente. El concepto de familia está muy arraigado si uno presencia cualquier clase del SK8CO. Puertas abiertas, patín en mano y a rodar. No hay otra pretensión. No hay ninguna barrera más allá que la que se ponga uno mismo. Sin exigencias superiores a las que marca tu propia habilidad.
De la calle a un entorno cerrado y, seguramente, más seguro. Literalmente. De Cañero, a una zona aledaña al Silo de Córdoba. Más recursos y nuevas herramientas para fomentar la disciplina. Un arte urbano llevado a la máxima expresión formativa. La de crecer en familia. De ir y disfrutar. Tú, un monopatín y la libertad de una calle, una rampa, un banco o un simple bordillo. Y el desafío de crecer contra ti mismo.
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