Sin nada más que ofrecer que todo lo que tiene ahora

Esnáider convoca a todos los jugadores para lograr un triunfo que certifique la permanencia del Córdoba ante una UD Las Palmas que aspira al ascenso

Quién se lo iba a decir hace apenas dos meses, cuando las cuentas ofrecían un aspecto atractivo y motivador. El Córdoba-UD Las Palmas (sábado, 18:00) estaba subrayado en el calendario como uno de los partidos fundamentales para agarrar una de las plazas de play off, ese objetivo que se marcó desde la cúpula de la entidad y que casi nadie vio en su momento -quien se atrevía a decirlo era estigmatizado- como una exigencia desmedida. Ahora todo ha cambiado. Los blanquiverdes pelean por la redención y por tres puntos que les permitan agarrar los legendarios 50. Sí, créanselo. El discurso ha dado un giro tan drástico como los acontecimientos que se han sucedido en un Córdoba volcánico, que en un puñado de semanas se ha convertido en un ente extraño, con el que una gran parte de los seguidores no se sienten identificados. Era un riesgo que se corría... y podía suceder precisamente esto.

Esnáider no hará muchas modificaciones en el equipo que empleó en el Rico Pérez de Alicante, pues le gustó -pese a la derrota por 1-0- lo que los suyos hicieron ante el Hércules. “Nos faltó acierto arriba”, ha señalado en su comparecencia semanal el técnico argentino, quien no podrá contar con su compatriota Sebastián Dubarbier. Por los ensayos realizados durante los últimos días, Esnáider podría presentar un conce formado por Alberto García, Cristián, Alberto Aguilar, Armando, Fuentes, López Garai, Abel, Caballero, Pedro, López Silva y Xisco. Después de la última sesión de entrenamiento, el entrenador blanquiverde no anunció una lista de convocados y todos los jugadores disponibles están citados para el partido.

El equipo canario, por su parte, comparecerá en El Arcángel con una estampa envidiable para los anfitriones. Lleva 58 puntos, cuatro victorias consecutivas lejos de su estadio y sus seguidores andan enloquecidos con la formación de Sergio Lobera, que está consiguiendo su punto más alto de competitividad precisamente cuando más necesario le resulta. Así andan las cosas por el Córdoba, que afronta la tercera de las “nueve hermosas finales” de Esnáider como el primero de los siete pasos del calvario que le aguarda hasta que se cierre el campeonato.

El test supera lo numérico para adentrarse en el pantanoso terreno de los afectos. Después de la pérdida de los objetivos en Alicante y el monumental bajonazo, el club reaccionó con dos medidas tendentes a provocar una sonrisa en los aficionados: el despido del director de Comunicación y Contenidos, el controvertido Alfredo Duro -no se ha visto mayor colección de fricciones y despropósitos en menos tiempo-, y el regalo de entradas a los socios para el partido ante Las Palmas. En las gradas se detectará la respuesta, aunque durante los últimos días no se ha visto precisamente una ola de entusiasmo en la masa social cordobesista. El golpe ha sido duro y la sensación de interinidad que se transmite no ayuda a propagar ilusiones. Con la convicción de que un buen puñado de jugadores clave en el este curso cambiarán de aires, las enigmáticas -y sensatas, todo hay que decirlo- declaraciones de Juan Esnáider a propósito de su continuidad confieren al proyecto futuro un aire inquietante.

“Tenemos claro por dónde seguir el año que viene, si seguimos”, apuntó el argentino ante los medios, al tiempo que se mostró prudente sobre el forzado adiós de su valedor, Alfredo Duro. “Me centro en lo inmediato y son cosas del club”, aseguró. Nadie sabe a ciencia cierta quién, cómo, cuándo y cómo va a abordar la confección de la plantilla. Ahora la prioridad es cerrar cuanto antes el ejercicio y cuadrar números para no añadir sufrimientos. Porque si las matemáticas otorgan aún una remotísima opción de play off (11 puntos de distancia), también amenazan con la posibilidad de hacer relucir en el tramo final la amenaza del descenso (10 puntos). La tierra de nadie es el paraíso para un Córdoba perplejo ante su situación. Los futbolistas desfilan delante de los micrófonos sin explicarse los motivos del hundimiento, con siete derrotas en nueve jornadas. “Somos los mismos, no sabemos qué puede haber pasado”, dicen. También en las gradas de El Arcángel se lo preguntan y, en este caso, manejan algunas respuestas.