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El Covid-19 obliga al Córdoba a aguardar aún más por Sebas Moyano

Sebas Moyano, en un partido con el Córdoba en El Arcángel | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Continúa en un limbo, si es que se permite la licencia. Dicho en términos un tanto más adecuados, sigue instalado en el desconocimiento respecto de su futuro más cercano. En su situación, y en relación a ella precisamente, se encuentra también el club al que todavía pertenece aunque no a todos los efectos. Menor es la preocupación, en teoría al menos, en la tercera parte en discordia. Básicamente porque tiene otro asunto más prioritario. No es otro que la permanencia en Segunda A, un objetivo que persigue el Lugo aún en la actualidad por el atraso generado por la pandemia de Covid-19 y cuyo cumplimiento o no va a determinar qué entidad cuenta finalmente con los derechos de Sebas Moyano la temporada 2020-21. Mientras, tanto el Córdoba como el canterano aguardan al final del campeonato en la categoría de plata en virtud al contrato que de compra con los gallegos firmara en su día Jesús León.

A modo de contexto, el montoreño rubricó una escritura de opción preferente para el cuadro lucense sobre el futbolista de Villanueva del Duque. El acuerdo lo cerró con el presidente del conjunto del Anxo Carro, Tino Saqués, entonces su homólogo, el 23 de agosto del pasado año. Fue la segunda línea de un contrato en que se incluyó, eso sí de manera independiente, un préstamo de 250.000 euros que, en principio, sirvió para sellar la inscripción del Córdoba en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de cara a la campaña 2019-20. En el documento que ambos dirigentes aprobaron con la participación del propio Sebas Moyano, y al que tuvo acceso CORDÓPOLIS -que dio cuenta de ello el 29 de enero-, se recogían distintos puntos de interés como el abono máximo por parte del Lugo de 25.000 euros.

Pero la cláusula más significativa en dicha escritura era otra que maniataba tanto a la entidad como al jugador de Villanueva del Duque. El cuadro califal y el canterano no podían desvincularse contractualmente hasta el 10 de julio. Dicho plazo, con inicio el primer día del presente mes, concluía el viernes. “El jugador y el Córdoba se obligan frente al Lugo a no extinguir anticipadamente el contrato laboral que les une, bien de mutuo acuerdo o unilateralmente (con causa o sin causa), todo ello desde la fecha del presente contrato hasta que el Lugo ejercite la opción o venza el plazo para su ejercicio”, reflejaba la escritura. “El incumplimiento […] dará lugar a una indemnización de daños y perjuicios de la cantidad de un millón de euros”, se añadió.

Lo cierto es que la resolución de este caso se posterga durante casi dos semanas. Tal y como pudo confirmar este periódico a través de fuentes cercanas a la operación, el período de derecho del cuadro gallego se amplió con motivo del necesario atraso en la terminación del curso en Segunda A. La pandemia de Covid-19 -su primer brote- en el país conllevó la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno y por ende la suspensión de todas las competiciones deportivas. Habida cuenta que LaLiga decidió retomar tanto el torneo de Primera como el de inferior división, el plazo hasta el 10 de julio se hacía absolutamente incompatible. Más que nada porque la categoría de plata no alcanza su final hasta diez días después.

Así, hasta el 20 de julio continúan atados el Córdoba y Sebas Moyano, al que le resta un año de contrato como blanquiverde. Porque en la escritura se recoge además que el conjunto lucense debe permanecer sí o sí en el fútbol profesional. Si esto sucede, es decir si mantiene su rol de equipo de Segunda A, el futbolista pasa directamente, al menos en teoría, a pertenecer a la entidad gallega. De lo contrario, y esto sí es fijo, va a ser definitivamente integrante a todos los efectos del cuadro califal. Hoy por hoy, por completar el esquema de situación, los del Anxo Carro ocupan la decimonovena plaza con 45 puntos. Se sitúan por tanto en posición de descenso y a un punto del objetivo de mantener la categoría cuando faltan únicamente tres jornadas para el cierre de la campaña. De esta forma, el Covid-19 obliga a todas las partes a esperar.

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