Adiós a Abilio, la historia viva del baloncesto cordobés
El histórico entrenador fallece a los 71 años a causa de un infarto | Adiestró a jóvenes promesas hasta el final en la cantera del Bball
El deporte cordobés ha perdido a uno de sus grandes referentes históricos. Abilio Antolín Funes falleció en la tarde del domingo a los 71 años a causa un infarto fulminante. La noticia ha causado un impacto inmediato en el ambiente del baloncesto cordobés, en el que Abilio ha sido una presencia de importancia capital. Junto a Andrés López -fallecido en octubre de 2013- fue uno de los creadores del Juventud de Córdoba, club que -después con la denominación de Cajasur- ejerció como máximo representante del deporte de la canasta en la provincia durante décadas. Una vez apartado del club de primera línea en la ciudad, Abilio continuó dedicándose a su gran pasión, el baloncesto, entrenando a equipos en las ligas provinciales y, últimamente, puliendo a jóvenes jugadores en la cantera del Bball Córdoba.
Nacido en Palencia el 7 de enero de 1944, Abilio Antolín Funes es parte consustancial de la historia del baloncesto en Córdoba. Fue el primer entrenador del Juventud y quizá el principal causante de que en la ciudad se empezara a hablar de este deporte desde finales de la década de los setenta, cuando el balón de caucho y la cesta eran aún grandes desconocidas para la mayoría de los aficionados.
Con un carácter vehemente y apasionado, Abilio Antolín llevaba en su naturaleza la controversia. La afición lo sacó a hombros del pabellón cuando logró conducir al club desde las oscuras ligas regionales para a los torneos de rango nacional. Años después, era declarado culpable de todos los males cuando el equipo veía esfumarse su sueño de instalarse en la élite a mediados de los ochenta. Fue santo y demonio, un personaje vilipendiado por muchos pero abierta o secretamente admirado por casi todos. Abilio siempre ha estado ahí, en el escenario o entre bambalinas, buscando la forma de que el único equipo que ha habido en su vida llegara a prosperar. Fue uno de los fundadores del club. Resulta fácil de comprender que Abilio Antolín tomara esta misión como un asunto personal.
Practicante de los más diversos deportes, destacó en su juventud como nadador (logró títulos de campeón provincial) y futbolista (un central con presencia y estilo que cerró su ciclo en el histórico equipo del Electromecánicas). En el baloncesto no se quedó atrás. Durante los setenta era considerado uno de los jugadores más sobresalientes en la liga provincial. Del Dosa, equipo que dominaba el campeonato, saltó al Melilla, de Segunda División, cuando realizó el servicio militar en la plaza norteafricana. Pero su gran aspiración era sentarse en un banquillo.
En 1972, a los 28 años, consiguió superar en Alcalá de Henares los exámenes para obtener el título de entrenador superior de baloncesto. Fue el único que lo poseyó en Córdoba durante más de una década, una circunstancia que le facultaba para dirigir equipos en categoría nacional. Cuando un año después varios integrantes del modesto Rayo OJE debatían la necesidad de crear en Córdoba un club de baloncesto con perspectivas de futuro, el nombre de Abilio Antolín surgió por pura cuestión de lógica. En la temporada 1973-74, el Córdoba OJE salía a la liga provincial con una misión que cumplir. Con jugadores seleccionados del resto de los equipos y Abilio en el banquillo, este recién nacido conjunto, que era el germen del Juventud, arrasó en la Liga y se proclamó campeón, ascendiendo a Tercera División.
Hasta la primera experiencia en la Primera División B (81/82), Abilio Antolín tuvo una etapa floreciente con el Juventud de Córdoba, con uno de sus momentos cumbre en la campaña 77/78. El técnico simultaneaba la dirección de la primera plantilla, por entonces en Tercera, y los equipos juvenil y júnior. Con los mayores fue subcampeón el grupo y logró el ascenso a Segunda. Con los jóvenes vivió una situación que jamás volvió a repetirse en el futuro. El Juventud de Córdoba consiguió, junto con Real Madrid, Barcelona y Tenerife, colocar a sus equipos en las fases finales nacionales, lo que que equivale a situarse entre los ocho mejores de España. De aquella generación de jugadores se surtió el club durante muchos años.
La cara más amarga le llegó a Abilio en la Liga 81/82, en la que por distintas razones (no sólo deportivas) no logró implantar un patrón de juego válido para sobrevivir en la recién estrenada categoría. Tras ocho derrotas consecutivas fue sustituido por Antonio Cantillo, que no pudo evitar que se consumase el retorno a Segunda. En el año del regreso tomó las riendas del Juventud el cordobés Juan Pedro Garrido, que clasificó al equipo en el tercer lugar, a sólo un puesto de clasificarse para la fase de ascenso. Fue el periodo temporal más prolongado de ausencia de Abilio Antolín hasta entonces.
El entrenador palentino volvió con fuerzas renovadas en la Liga 83/84, en la que el Juventud cuajó uno de sus mejores campeonatos. Fue campeón del grupo E de Segunda División, con 23 victorias y sólo tres derrotas, clasificándose para la fase de ascenso a Primera B en Burgos. En tierra castellana se quebró la racha y los cordobeses sólo ganaron un partido, al Montgat. El tercer puesto en la 84/85 y el segundo en la 85/86, con clasificación para la fase de ascenso en Badajoz, fueron el preludio al ascenso a Primera División B por la ampliación de la categoría (de 16 a 24).
De nuevo en la segunda categoría nacional, Abilio Antolín sufrió la desagradable experiencia de no concluir la temporada en el mismo puesto que la comenzó. En la Liga 86/87 fue sustituido en la jornada 21 por Juanjo González, ex jugador del club que había estado a sus órdenes durante muchos años. El equipo acabó descendiendo deportivamente, pero mantuvo su plaza por una nueva reestructuración de la categoría. Abilio volvía por tercera vez al banquillo con el equipo en Primera y se disponía a cumplir el sueño de la salvación. Sin embargo, sus pretensiones quedarían frustradas tras un desgraciado partido ante el Guadalajara en el Polideportivo de la Juventud. Era la última cita de la Liga y las combinaciones eran múltiples. Incluso había opciones matemáticas para entrar en los cruces por el título. Pero se dio la peor combinación posible y, tras caer por 80-81, el equipo, por entonces bajo la denominación de Colecor, regresó a Segunda.
Tras ocupar el banquillo desde el 88 hasta el 92 con el Cajasur en Segunda División, Abilio Antolín pasa al puesto de gerente del club en la campaña 92/93, la del regreso a la Primera División tras adquirir los derechos del Maristas de Málaga. Pero el destino aún le reservaba una experiencia más como entrenador del primer equipo. Veinte años después de su debut como técnico en el club, Abilio Antolín se hacía cargo del Cajasur formando un tándem con José Luis Vega para la temporada 93/94. Era la primera vez que el equipo disfrutaba de una permanencia conseguida el año anterior en la cancha y, además, estrenaba un nuevo hogar: el flamante Palacio Municipal de Deportes Vista Alegre. La aventura tuvo un final prematuro. En la décima jornada, Abilio Antolín dejó de ocupar el banquillo y entregó el testigo a José Luis Vega tras una racha discreta (cuatro victorias, seis derrotas) y una situación de enfrentamiento con un sector de los medios de comunicación y de los aficionados que había generado un insostenible ambiente de tensión. Desde ese momento, Abilio Antolín pasó a dirigir al equipo filial de Segunda División y al conjunto de categoría júnior. No volvió a la primera plantilla del primer club de la ciudad.
Entre 2000 y 2002 dirigió al club más antiguo de la provincia, el Club Polideportivo Peñarroya, en lo que fue su única experiencia fuera de la capital. Durante la última década, Abilio ocupó el banquillo del Bar Moriles, un clásico del baloncesto local, en competición provincial y en el campeonato municipal. Nunca dejó de enseñar a jugadores que él había tenido a su cargo cuando eran niños y que ahora, ya veteranos, jugaban sólo por el placer de hacerlo y mantener firme su vínculo con el deporte.
A lo largo de su trayectoria (veinticinco años dirigiendo ininterrumpidamente a algún representante del club Juventud Cajasur y diecinueve de ellos con responsabilidades directas en la primera plantilla), Abilio Antolín ha establecido marcas seguramente insuperables, con más de mil partidos en los banquillos de los distintos representantes del Juventud de Córdoba en todas las categorías. Fue el entrenador del equipo durante una temporada en la Liga Provincial, cuatro en Tercera División, diez en Segunda División y cuatro en Primera. Por sus manos pasaron centenares de jugadores en edad de formación. Su sello quedó fijado en todos.
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