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El viaje sonoro con el que Vera Harlot pone música a la depresión y su transición sexual

Vera Harlot

Juan Velasco

8 de octubre de 2025 20:00 h

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Vera Harlot, una enigmática cantante y productora cordobesa (Puente Genil, 2003), acaba de lanzar su segundo trabajo discográfico. Tras la sorpresa que supuso Sizigia, un LP lanzado hace un año, las plataformas ya ofrecen Vera effigies, un EP de seis temas que mantiene parte de las señas de identidad de la artista.

Esto es: atmósferas opresivas, bases electrónicas, distorsión sonora y unas letras -cantadas en inglés- que abordan temas espinosos y autorreferenciales. Ella misma no lo oculta y define este trabajo como “una inmersión casi biográfica en la depresión, la identidad transgénero, el deseo autodestructivo y la violencia casi sensual”.

Respecto a Sizigia, que ya era un trabajo exigente, Vera Harlot dobla la apuesta: Vera effigies es aún más oscuro, al prescindir de algunos fogonazos de luz que sí que había en su antecesor. También más ambicioso. Hay más elementos musicales (cuerdas y coros), pero obligados a convivir con sintetizadores, baterías programadas, guitarras desafinadas y también susurros grabados en teléfonos y gritos guturales.

El resultado son seis cortes más cercanos a la música experimental que al trip hop o el pop oscuro con el que asomó la patita esta artista, cuya trayectoria y creatividad son carne de icono queer, y a la que el algoritmo de la principal plataforma de streaming del mundo enlaza con la música de artistas como Tricky o Helen Island.

“Aquí no hay redención fácil, solo la verdad brutal y sin filtros”, explica Vera Harlot sobre un trabajo cuyo primer sencillo, Childish Devotion, expone “el apego tóxico y las cicatrices emocionales que se encuentran en el corazón del álbum”.

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