Bruma, insomnio y ansiedad centenial: el estimulante disco de la cordobesa Vera Harlot
Un disco a contracorriente, generoso en minutaje, lleno de simbología y con un tratamiento sonoro más propio de lugares menos luminosos que el sur de España. Ese sería un resumen sobre Sizigia, el estimulante disco debut de Vera Harlot, una enigmática artista cordobesa que ha volcado toda su personalidad en su primer trabajo discográfico.
Su primer LP, desvelado en su totalidad a finales de este año, está llamado a ser una obra de culto dentro de un tiempo, cuando se eche la vista atrás y algunos se pregunten a qué sonaban estos años de incertidumbre y ansiedad juvenil. Hay mucho de ello en el primer disco de Vera Merino Gálvez (Puente Genil, Córdoba, 2003), una joven perteneciente a la generación Z, pero que ha confeccionado un disco que suena a estilos noventeros: trip hop, shoegaze y pop gótico.
Géneros que no le corresponden por edad, pero que la artista ha asumido como propios en la búsqueda del sonido personal que enhebra este trabajo, gestado entre Puente Genil y Madrid durante dos años. El resultado es un disco que va contra el tiempo que le ha tocado vivir. Frente a la inmediatez y los algoritmos, Sizigia dura más de 90 minutos, carece hits e incluye canciones que se van hasta los 12 minutos.
Caos y reconstrucción emocional
“Buscaba hacer un recopilatorio de lo que a mí me gustaría escuchar en un álbum. Intentaba hacer algo muy pop —no huía de ello— pero, al final, tanto las tendencias como mis preferencias fueron mutando”, cuenta Vera Harlot sobre un trabajo cuyo título está inspirado por Carl Gustav Jung y su teoría de los arquetipos, utilizada para estructurar una narrativa que explora la introspección, el caos y la reconstrucción emocional.
“Sizigia es el momento en el que se da la alineación correcta de todas las eventualidades”, explica la cantante y compositora, que ha volcado de simbolismo las letras del álbum, ricas en imágenes mitológicas y referencias a la alquimia. Aunque lo que trasluce en el apartado lírico son emociones complejas como el dolor, la ansiedad y la introspección.
En este sentido, Vera Harlot apunta que es un disco profundamente personal. “Durante las primeras fases de producción, cuando empecé a tomármelo en serio, sentía que era mi única forma de evasión. Tenía (y tengo) muchísimos problemas de sueño. El hecho de pasarme días sin dormir, entre otras cosas, creo que queda plasmado en la mayoría de pistas”, reconoce la artista, que considera que el disco es “un delirio muy neblinoso, con muchas capas”.
Referentes atemporales
“Supongo que no podemos evitar impregnar lo que hacemos de nuestras experiencias vitales, especialmente cuando son cosas que condicionan tanto tu realidad diaria”, reflexiona al respecto la creadora de un disco que puede verse como una metáfora de su propio proceso de transición.
Un proceso que, en lo musical, bebe tanto de referentes de los años 90, como Cocteau Twins, My Bloody Valentine y Tricky, como de figuras contemporáneas como FKA Twigs o A.S.O. A esto, Harlot suma la influencia omnipresente de Björk, a quien Vera admira no solo por su música, sino por su proceso creativo. “Le doy mucha preferencia a las texturas sonoras sobre cualquier otra cosa”, afirma la compositora, que suma otros referentes como PJ Harvey o Madonna en su fase mas alternativa, así como las películas de terror de Jesús Franco.
Referentes de altura para una creadora autodidacta, que sorprendentemente no comenzó a producir música hasta 2020, y que posteriormente aprendió a tocar la guitarra electrica, drums, sampler y teclados por su cuenta. Con ese aprendizaje, comenzó a construir un disco ambicioso en capas, géneros y arreglos, en cuyo proceso colaboraron Mahí Colomo (Maxhine) -coautor de la mitad de las canciones- y Romeo Holikova (Narciso), -implicado con alguna de las letras y en la cuidada imaginieria del álbum-.
Todos ellos implicados en un disco que es inevitable encasillar en el sonido trip hop, que vive estos días un revival un tanto inesperado. Para Harlot, este renacer de aquel sonido que triunfó con su oscuridad cuando el siglo XX llegaba a su fin está relacionado con la era del streaming, que ha permitido redescubrir géneros que podrían haber caído en el olvido. En su caso, no obstante, los primeros referentes eran otros.
“Personalmente, mis primeros acercamientos a la música fueron las marchas de Semana Santa, las bandas sonoras de películas o los discos de blues de mi casa. Más tarde, cuando empece a escuchar música por mí misma, era prácticamente todo pop. Me fascina el pop en todas sus formas y creo que, pese a la convicción general de que es el género mas fácil, es sin duda el más complejo. Me encantaría ser capaz de crear deliberadamente más canciones pop”, afirma.
Mientras lo consigue, su voz se antoja como una isla dentro del panorama musical español, si bien ella se siente conectada con artistas jóvenes que comparten una sensibilidad similar, como Jane Remover, Ethel Cain o la gaditana Judeline. “No creo que esté trayendo nada novedoso pero me encantaría hacerme un huequito y estoy deseando aprender todo lo posible de mis compañeros”, sentencia la artista, que ya está trabajando en un álbum de remixes de Sizigia y un segundo álbum de estudio, en el que se va a lanzar a cantar en español.
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