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La segunda fase de la excavación en la Mezquita aleja más el mito de la Basílica de San Vicente

2ª fase de excavación en el Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral

Juan Velasco

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“En arqueología no hay nada seguro”, decía el profesor de la Universidad de Córdoba y arqueólogo Alberto León este lunes mientras presentaba los trabajos de la segunda fase de reexcavación en el Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba. Lo decía cuando se le preguntaba si había hallado algún vestigio de la iglesia de San Vicente, esa basílica mítica que durante siglos ha sido tratada como una realidad histórica por la Iglesia.

Ese mito señalaba que como ocurrió en Sevilla, la Mezquita de Córdoba se construyó sobre los restos de una iglesia. El propio Cabildo así lo señala en la visita turística al interior del monumento. Hoy, tras dos fases de trabajos arqueológicos, este mito está más cerca de la leyenda que del rigor histórico.

Porque, en los trabajos realizados hasta el momento y dirigidos por los arqueólogos Raimundo Ortiz y Alberto León no ha aparecido nada que vincule los hallazgos bajo el subsuelo de la Mezquita con la citada basílica. Todo apunta (repetimos, “en arqueología no hay nada seguro”) a que lo que había en los terrenos donde se construyó la Mezquita de Córdoba era un enorme complejo episcopal de carácter urbano, que fue construido en el siglo V y monumentalizado en el siglo VI, para gloria del obispo de la época.

“Se descarta que las estructuras halladas sean realmente la iglesia de San Vicente”, afirmaba este miércoles Alberto León, que no se atrevía a rechazar la posibilidad de que la Iglesia de San Vicente estuviera vinculada al complejo episcopal hallado, aunque, por el momento, no hay resultados definitivos.

Un complejo episcopal con muchos más usos

En época visigoda, en la antigua Hispania, los complejos episcopales estaban compuestos por tres grandes edificios: una basílica, un baptisterio y el palacio del obispo, aunque, en el caso de Córdoba, daba su envergadura, se adivinan muchos más usos. De hecho, en la segunda fase se ha hallado un vestíbulo de gran envergadura.

En los últimos días de excavación, además, se ha podido datar restos de un edificio aún más antiguo, que se integra en el conjunto y que se sitúa en torno al siglo III o IV y cuya identidad no se sabe aún con absoluta seguridad. Según señalan, un edifico de estas características servía para que el obispo ejerciera sus funciones públicas, pero también era un complejo con almacenes, capillas y todo aquello que estuviera vinculado con la actividad obispal en la ciudad.

La hipótesis que actualmente manejan los arqueólogos es que este complejo se extendiera hasta la Puerta del Puente, y el trabajo actual consiste en definir qué edificios formaban parte de ese conjunto. La pieza clave reside en el ábside, puesto que los edificios de época tardo-antigua, y en particular del siglo VI, que tuvieran un ábside sólo podrían ser o una iglesia o un espacio de representación. Aparentemente el único espacio que encajaría en esta definición sería un espacio de recepción del obispo, y el ábside sería el lugar donde estaría el obispo para presidir las actividades públicas vinculadas con su función. 

En cualquier caso, León ha vuelto a insistir este miércoles en que, por el momento, no ha aparecido ningún resto de la mítica basílica de San Vicente, y ha recordado que las primeras referencias a este templo son “de fuentes islámicas que la mencionan en el siglo VIII”.

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