La reunión de Esperanza Fernández y José Antonio Rodríguez: una nueva luz en memoria de Maya y Morente

Tras décadas de caminos paralelos y triunfos en solitario, la cantaora trianera Esperanza Fernández y el guitarrista y compositor cordobés José Antonio Rodríguez, dos figuras consagradas del flamenco contemporáneo, se han reunido para lanzar un proyecto singular y evocador: Contraluz. Se trata de un espectáculo, que surge de un reencuentro personal y artístico, y con el que ambos artistas buscan alejarse de las estructuras convencionales del flamenco para “iluminar aquellos aspectos menos evidentes resaltando formas y sensibilidades inusuales”.
Lo hacen, eso sí, reviviendo la liturgia tradicional del flamenco: toque y cante. Un escenario, dos sillas. Y seis cuerdas de nailon y dos cuerdas vocales que, si se ponen a sumar los premios recibidos, no caben en este reportaje.
Lo que sí cabe es la memoria. Fernández y Rodríguez la transitan con naturalidad en la primera entrevista que conceden al hilo de su espectáculo. Y ambos acaban viajando hasta finales de los 80, al estudio del maestro Mario Maya, el coreógrafo y bailador que hizo debutar a José Antonio como compositor de danza y brindó una oportunidad a la joven Esperanza.
Allí escuchó por primera vez la voz de la cantaora Rodríguez. Y así nació una colaboración que muy pronto encontró continuidad en el espectáculo A oscuras, en el que el guitarrista participó junto a compositores como José Miguel Évora e Isidro Sanlúcar- mientras Fernández y Enrique Morente ponían el cante. La guinda del pastel fue el disco Recuerdos, ya en el año 2007, y en el que, de nuevo, la cantaora y el tocaor juntaron madera y saliva.
Menos es más
Casi 20 años después, el vínculo ha continuado latente. Y ha sido Pedro Peña el que ha propiciado la unión. “A mí me pareció un poco loco, a estas alturas de mi carrera, hacer una reducción de ese tipo. Pero, cuando lo pensé, vi claro que es justo lo que queremos todos. O sea, después de de tener una trayectoria, hacer muchas cosas, lo que queremos es una voz que nos dé pie a poder expresarnos con la música, con el instrumento”, reflexiona José Antonio sobre la propuesta inicial.
Esperanza comparte este entusiasmo por el reencuentro: “Yo estoy completamente feliz por eso, ¿no? Porque por este reencuentro tan bonito, porque y yo creo que nada es casualidad, nada es casualidad. El nombre tampoco”, se ríe la artista. Efectivamente, Contraluz es una forma de resumir un show en el que “la música ilumina rincones infrecuentes”. Esperanza lo describe como “ver lo tradicional desde otra perspectiva”, sin querer ahondar mucho más para no matar el misterio.
Rodríguez le echa un cable: “El artista donde mejor se siente se expresa en la sombra. Está clarísimo. Yo, cuando mejor estoy, es aquí en el estudio… Nuestro sitio es la sombra. Es donde tú te te miras para dentro. Y esa contraluz, bueno, es el efecto que produce la representación artística en el público”, apunta, dejando caer que su idea es invitar al público a una especie de “ensayo perfectamente estudiado”.

Todo envuelto en un minimalismo escénico, realzado por la luz, pero dominado por la presencia exclusiva de los dos artistas. “No vamos a utilizar ningún elemento más porque bastante tiene una guitarra y una voz”, afirma el guitarrista, que recuerda que su instrumento predilecto puede ser una percusión de gran belleza en las manos adecuadas.
Esta apuesta por la desnudez artística busca resaltar la íntima comunicación entre Esperanza y José Antonio, una conexión que trasciende lo musical y se basa en años de conocimiento mutuo. Esperanza valora especialmente la “sensibilidad especial” de su compañero, así como su capacidad para esperarla y comprender sus emociones.
“Eso me aporta muchísimo, pero, si te soy sincera: por encima de todo, lo que más me llena es la persona; que yo tenga una conexión más personal. Y, si ya luego toca como toca, pues entonces ya puedo yo desnudarme completamente y cantar lo que haga falta, ¿no?”, afirma. Por su parte, José Antonio admira la “voz brillante, rítmica y llena de musicalidad” de Esperanza -“nota que ella me dá, nota que a mí me sobra”, ironiza-.
Arreglos por Whatsapp
Lo dicen dos artistas que han partido de la tradición flamenca ortodoxa para abrir nuevas sonoridades, como se puede apreciar, sin ir más lejos, en sus últimos trabajos: Esperanza Fernández colaborando con el grupo de electrónica Califato 3/4; y Rodríguez con su último disco que mezcla toque flamenco y rock y jazz suave, con una decena de músicos internacionales.
Y, precisamente, mientras ultimaban estos trabajos, Fernández y Rodríguez ya trabajaban en su vuelta a los escenarios. Y lo hacían haciendo uso de unas tecnologías con las que ni podían soñar cuando se conocieron en el estudio de Mario Maya. “Fíjate como ha salido, cada uno en su casa trabajando (se ríe). Ahora es muy fácil. La tecnología pues nos lo ha permitido”, comenta Esperanza sobre esta nueva forma de colaboración.
Rodríguez, que se define como “un cantaor frustrado, como todos los guitarristas”, se ríe. Y confiesa que es la misma tecnología la que le ha permitido mandarle “cantes con voz de perro” por Whatsapp a Fernández. Aunque ella dice que esos audios han sido muy nutritivos como fuente de inspiración.
El resultado de este reencuentro aún está cerrando fechas. Aunque la suerte está echada y es poco probable que vayan a pasar otros 20 años para que Fernández y Rodríguez vuelvan a impulsar un nuevo proyecto. Mientras tanto, Contraluz es el nuevo enfoque de estos dos patanegra del flamenco contemporáneo.
0