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Un proyecto artístico de fin de curso, 10.000 tapones de plástico y un homenaje a Hisae Yanase

Alumnos y profesores con el mural del rostro de Hisae Yanase en la Escuela de Arte Mateo Inurria

Carmen Reina

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En una de las escuelas de arte de Córdoba donde fue profesora, la Mateo Inurria, este final de curso ha vuelto el espíritu de Hisae Yanase, la artista japonesa afincada en la ciudad que elevó la cerámica a categoría de arte e impregnó de su maestría a sus alumnos. Los estudiantes de 1º de Bachillerato han llevado a cabo como proyecto artístico un mural con material reciclado y, con 10.000 tapones de botellas de plástico, han creado un retrato de grandes dimensiones de Hisae Yanase.

Tres semanas de trabajo, estudio e investigación sobre la obra y la figura de la artista japonesa más cordobesa, han terminado por recrear su imagen con esos 10.000 tapones de plástico en un trabajo fin de curso en el que los alumnos de la Escuela de Arte y Superior de Diseño Mateo Inurria han sacado adelante todo un reto.

El proyecto se ha llevado a cabo dentro de la asignatura de Proyectos Artísticos -cuenta a Cordópolis su profesor, pintor y director de este trabajo, Javier Bassecourt. “La asignatura consiste en generar proyectos artísticos, que ellos sepan cómo hacer un proyecto de envergadura y repercusión”. La pauta inicial que se les dio fue que el trabajo fuera un homenaje a un personaje relacionado con la escuela. Y, entre los nombres que se barajaron -como el del propio Mateo Inurria o el de Pepe Espaliú-, fue elegido el de Hisae Yanase. “Decidieron que se le había hecho pocos homenajes a Hisae y era el momento de hacerle algo potente a ella, a quien tanto había aportado a la cerámica y que la había elevado a un punto que era impensable, a obra artística”.

Después vino el trabajo de estudiar su figura y su obra en una labor de investigación para el alumnado y en buscar un lugar de la escuela, un espacio donde colocar la obra que crearían en homenaje a Hisae Yanase. Eligieron la escalera, para colocar un retrato que harían con material de reciclaje, inspirado también en la obra de la artista: “Hisae hacía mucha cerámica de pequeño formato y, combinando varios elementos, creaba una obra”, recuerda Bassecourt. Y ese motivo de mosaico, collage, de varias piezas para conformar una única, se volcó en el mural que han creado.

Para ello, buscaron y rebuscaron 10.000 tapones de colores de botellas de plástico. Los reunieron, incluso, cogiendo tapones de los botellones -incluido el macrobotellón del miércoles de Feria-, y los clasificaron por colores y tonalidades. En total, tenían una gama de 15 colores y tonalidades distintas. Y, cuando no tenían un color determinado, juntaron dos distintos cuyos tonos, mezclados ópticamente, resultan el color buscado. O pintaron el fondo de negro para que un tapón translúcido resulte gris a la vista.

Todas esas piezas se han pegado en una tabla de madera que les da soporte. Y en ella han ido configurando la imagen de Hisae Yanase, tomada de una fotografía, pixelada luego con un programa de infografía para atribuir los colores a cada uno de los puntos. “Ha sido un reto que han sacado muy bien, con la ilusión de homenajear a Hisae”, dice el profesor, constatando que los estudiantes han echado muchas más horas que las de clase para componer este proyecto.

Un proyecto que ha servido de homenaje, a quien fuera “tan buena profesora como buenísima artista” y que, en su trayectoria, creó escuela.

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