La histórica escultura del Dios Nilo regresa a Cabra 91 años después de su hallazgo
Este miércoles ha sido un grande para el patrimonio, la historia y la cultura egabrenses con el regreso de la escultura del Dios Nilo o ‘Nilo de Igabrum’ tras 91 años fuera de la ciudad donde fue hallada, siendo considerada como uno de los grandes exponentes de la arqueología romana a nivel local y provincial. De este modo, protagoniza la sección ‘Pieza del Mes’ del Museo Arqueológico Municipal de Cabra en cuya inauguración han participado el alcalde de Cabra, Fernando Priego, junto al delegado territorial de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba, Eduardo Lucena, y una representación de la Corporación municipal.
“Hoy vemos materializada una demanda que comenzó a gestionarse en el año 2015 y que, gracias a la colaboración y el interés mostrado por la Administración autonómica, permitirá a toda la ciudad contemplar uno de nuestros más destacados tesoros arqueológicos”, ha manifestado el primer edil, quien ha explicado que con fecha de 24 de julio del pasado año “recibimos informe favorable para este préstamo en el que se preservan todas las medidas contempladas para bienes de titularidad estatal y que hará posible que esta pieza pueda custodiarse y exponerse en nuestro Museo durante un periodo de cinco años que podrán ser prorrogables”.
Encontrada de modo casual en 1934 en algún lugar del norte del término municipal de Cabra, en el entorno del arroyo de la Chicona, tuvo entrada en el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba en el año 1935. Se trata de una pequeña escultura de mármol, cuya base mide 45 centímetros de longitud y otros 20 de anchura máxima, fragmentada en dos partes habiéndose perdido la parte superior de la figura en la que figuraba la cabeza, parte del tronco y casi todo el brazo derecho, por lo que su altura conservada es de sólo 16 centímetros.
A pesar de esta mutilación, se identifica un cuerpo masculino recostado sobre su lado izquierdo, apoyado en su codo. La mano izquierda sostiene una cornucopia, que aparece truncada y, a su vez, se apoya en un ánfora por la que mana agua. Junto a este recipiente está la representación, también incompleta pero identificable, de un cocodrilo. Según los expertos, por sus rasgos estilísticos esta escultura podría estar fechada entre finales del siglo I y comienzos del siglo II después de Cristo.
Otro de los elementos que hace única a esta pieza es la inscripción que aparece en la parte frontal de su pedestal cuya transcripción, recogida en el 'Corpus Inscriptionum Latinarum' (CIL II2/5 340), se podría traducir como ‘Tito Flavio Víctor lo regala al gremio illychiniariorum del Prado Nuevo’. Algo que ha despertado el interés de investigadores de prestigio y que, entre muchas interpretaciones y estudios, podría estar ligado al culto de Isis de modo que los 'illychiniarii' fueran los ‘portadores de lámparas’ en los rituales que se realizaban a esta diosa romana y, por ende, supondría el segundo testimonio arqueológico relativo al culto de isiático en la antigua 'Igabrum'.
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