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La granaína de Israel Fernández en una peña cordobesa que ha acabado en su último disco

Israel Fernández y Antonio El Relojero, en El Almíbar.

Juan Velasco

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Un instante mágico de una noche íntima en la peña cordobesa El Almíbar se ha colado en el último disco del cantaor Israel Fernández, la estrella del flamenco contemporáneo. Se trata de una granaina titulada De cuestiones del querer, y que aparece en Por amor al cante (Universal Music), el disco que Fernández ha grabado con el veterano tocaor Antonio El Relojero.

Un trabajo que recoge el material grabado durante una gira que ambos realizaron por peñas flamencas de toda España y que arrancó, curiosamente, en Córdoba. Fue el 11 de octubre del 2023, en el concierto inagural de la décima temporada de las Noches Íntimas en la peña flamenca El Almíbar.

Aquella noche comenzó Israel Fernández a desgranar conceptualmente un disco que lo unía de nuevo en los escenarios con un guitarrista prácticamente desconocido por el gran público, al que el cantaor descubrió siendo un adolescente, cuando lo escuchó tocar entre bambalinas en un concurso flamenco, y le pidió que le acompañara en el escenario.

Muchos años después de aquel encuentro, el joven cantaor gitano y el sabio tocaor madrileño se embarcaron en una gira que ha desembocado en un disco grabado en directo en el que el artista ha dado rienda suelta a los cantes más antiguos que tenía interiorizados desde pequeño, y que interpreta con dominio absoluto.

Un viaje a la época dorada para el que Fernández ha rescatado a un tocaor con “lealtad”, Antonio El Relojero, quien, según defiende, está “en peligro de extinción”. Una travesía musical que iniciaron juntos en un sótano en la calleja del Niño Perdido de Córdoba, en la peña flamenca más antigua de la ciudad (el Rincón del Cante), gestionada por el grupo más punk del circuito (El Almíbar).

Aquel fue un recital lleno hasta la bandera, y que sorprendió a los presentes por la complejidad del toque de El Relojero y por la seriedad con la que afrontó el cante Fernández, consciente de que era el primero de muchos conciertos con un toque que está en las antípodas del que practica Diego del Morao, el guitarrista que lo ha acompañado más fielmente en los últimos años.

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