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Aristócrata, libertino y anarquista: Almuzara recupera la obra del heredero literario del Marqués de Sade

Antonio de Hoyos y Vinent: el marqués anarquista que murió en la cárcel solo y ciego.

Redacción Cordópolis

16 de septiembre de 2025 20:06 h

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Nacido a finales del siglo XIX en una familia aristocrática su padre era Grande de España y su madre, marquesa, título que heredará él a la muerte de su progenitora. Hablamos de Antonio de Hoyos y Vinent, madrileño de cuna y de quien El Desvelo recupera El Pecado y la noche, conjunto de relatos sobre quien fue una de las figuras imprescindibles del decadentismo español, fecundo y tremendamente popular.

A esta especie de Marqués de Sade español nunca le faltó de nada en su niñez y adolescencia. Estudió en reputados colegios de Viena, Oxford y Madrid, pero siempre le atrajeron los bajos fondos y el lumpen. Juan Carlos Usó lo describe así en el prólogo del libro: “Y es que Antonio de Hoyos, además de los salones aristocráticos y las tertulias literarias, se sentía atraído por el ambiente canalla de los barrios bajos madrileños y no era raro que se dejara ver por el café del Vapor, en la citada plaza del Progreso, el café-cantante de Naranjeros, en la plaza de la Cebada, el teatrillo conocido como El Rat Penat, en Lavapiés, los cines de la Encomienda, la Puerta del Sol, epicentro de la bohemia, verbenas populares y otros lugares de rompe y rasga, siempre acompañado por sus incondicionales Gloria Laguna, Luisito Pomés, Pepito Zamora, Tórtola Valencia, Alfredo Villacián, Antonio Juez, etcétera, y a quienes solía sumarse un pequeño séquito de homosexuales y lesbianas, así como todo un cortejo de golfos, chulos, chaperos, torerillos y toda suerte de buscavidas”.

Era un hombre extravagante en el vestir, que cuidaba hasta el detalle su atuendo, en el que destacaban sus camisas de seda y sus gabanes, y gustaba de exhibirse. La sordera que condicionó su vida no le impidió relacionarse siempre con quien quiso. Declaradamente homosexual (a pesar de su supuesto romance con la bailarina Tórtola Valencia y de haber compartido amores con un buen número de mujeres), cultivó un gusto apasionado por la literatura que derivó en la escritura. Su producción es abundante y sus coetáneos, caso de Ramón Gómez de la Serna, no escatimaron en elogios hacia su obra, algo extraño en un país como España.

Portada del libro 'El pecado y la noche'.

Eduardo M. del Portillo, autor de la serie Cómo escriben nuestros literatos, le describía de esta manera: “Cínico y despreocupado, igual le da escandalizar con sus ademanes y actitudes a los ingenuos menestrales del café de San Millán que acudir a aquelarres demoníacos e inconfesables o residir compungido, pero mundano, que a nada le da excesiva importancia, una corta temporada en el palacio del arzobispo de Burgos, pongo por ejemplo”.

Provocador, siempre hizo gala de su simpatía hacia las ideas izquierdistas y no dudó en afiliarse al partido anarquista, la FAI, donde dio lo mejor de sí y donde se le valoró que, renunciando y renegando de sus orígenes, se alineara del lado del pueblo. Colaboró en los más importantes diarios de la época. Al estallar la guerra civil se alineó con el bando republicano, lo que pagó muy caro: fue condenado a 30 años de prisión, que no llegó a cumplir porque murió antes, solo, casi ciego en la más absoluta indigencia. Era el año 1940.

Ahora, la editorial El Desvelo recoge una selección de sus relatos con lo que podría ser el leit motiv de su vida, El pecado y la noche. Vicio, deseo, bajas pasiones, sexo..., todo ello está presente en las páginas de estos relatos que rescatan a uno de los autores más inclasificables y admirados del pasado siglo, hoy injustamente olvidado. De Hoyos y Vinent despliega todo el esplendor de su estética decadentista y simbolista mediante una prosa preciosista y sugerente. Espacios sombríos, aristocráticos o místicos, los personajes de estos relatos —andróginos, visionarios, pecadores o ascetas— encarnan una búsqueda desesperada de belleza y sentido, muchas veces al margen de la moral tradicional. En cada una de estas historias está Antonio de Hoyos y Vinent, que hizo del pecado y la noche su verdadero leit motiv.

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