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REPORTAJE

En el aire la continuidad del Festival Flamenco de Nueva York tras 20 ediciones

Miguel Marín, director del Flamenco Festival.

Juan Velasco

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Más de 20 años después, tras más de 702 representaciones y tras trabajar con más 140 compañías, la continuidad del Festival Flamenco de Nueva York está en el aire y su organización abre un periodo de reflexión. El cordobés Miguel Marín, director de esta cita que lleva desde el año 2000 llevando el arte jondo a la Gran Manzana y a otras ciudades de Estados Unidos, anunció a finales de abril que la falta de apoyos ponía en riesgo su continuidad.

En declaraciones a este periódico, Marín ha afirmado que el festival está “en un momento de reflexión”, aunque reconocía que lo sentía “como el fin de una etapa”. “Creo que, por una parte, se ha vivido un época que ha sido muy fructífera, pero estamos examinando su continuidad en el contexto actual y hay que clarificar cuál es el papel que podemos jugar en EE UU”, ha manifestado este gestor cultural nacido en Carcabuey, que está en estos momentos en plenos preparativos del Festival Flamenco de Londres, que se celebra entre el 19 de junio y el 2 de julio.

Este empresario, que tuvo el arrojo cuando apenas era un joven estudiante de convencer a Carmen Linares para ofrecer algunos recitales en Nueva York, tiene muy claras las posibilidades del flamenco en un contexto internacional. También de sus debilidades. “Hay una idea falsa que es la de que el flamenco se vende sólo. Y la administración no es consciente del potencial que tiene el flamenco. Con un poquito de cariño y atención, podría tener una presencia internacional diez veces mayor”, afirma al respecto.

¿Qué ha ocurrido en este caso? Marín explica que los plazos con los que se trabaja en la administración no son los ideales para mantener el nivel profesional que se exige en ciudades como Nueva York. “El festival se creó para lograr un impacto importante en una ciudad así y en el mercado de Estados Unidos, y eso exige una serie de condiciones: una planificación de mucho tiempo, formatos de gran envergadura, una estabilidad financiera y acuerdos a largo plazo. Es decir, hay que tener un contexto que favorezca esto y eso no se produce en este momento”, reflexiona el empresario cordobés, que aclara que “hacer tres espectáculos en Nueva York no genera impacto en la ciudad”.

Hay una idea falsa que es la de que el flamenco se vende sólo

Lo dice alguien que, en estos más de 20 años, ha llevado a la gran manzana a artistas como Paco de Lucía, Enrique Morente, Vicente Amigo, Eva Yerbabuena, Sara Baras, Olga Pericet, Miguel Poveda, Rocío Márquez, Antonio Canales, Tomatito, Israel Galván, Rocío Molina, Rosalía (en la época de Los Ángeles), Israel Fernández, Sergio de Lope o a su “madrina” Carmen Linares, por nombrar a unos pocos, y que el pasado mes de abril ofreció en la Gran Manzana recitales de María Terremoto, Eduardo Guerrero, Santiago Lara, o mostró el rompedor espectáculo de flamenco queer ¡Viva!, del bailaor Manuel Liñán.

De una presencia simbólica a 20 espectáculos programados en 2020

“Hace 22 años la presencia flamenca en Nueva York era simbólica a excepción del gran genio Paco de Lucía. En estos 20 años hemos pasado de una presencia testimonial a una presencia estable en los teatros más importantes”, señala al respecto, recordando que en 2020 –año en el que se iba a celebrar oficialmente el 20 aniversario de no ser por la pandemia–, había 20 espectáculos previstos en otros tantos espacios de la ciudad neoyorquina.

Marín recuerda aquella edición con cierta tristeza. “Se canceló el mismo día que empezaba el Festival. Estábamos allí y llegamos a hacer una actuación, que fue el flashmob de Patricia Guerrero”, rememora el empresario, que añade que, a lo largo de su historia, el Festival Flamenco de Nueva York ha llegado a tener presencia en una veintena de ciudades de Estados Unidos, entre ellas Boston, Washington o Miami.

En su retina, recitales como el que ofreció Emrique Morente, que presentó el Omega en Nueva York y luego dio un concierto con Tomatito en el Carnegie Hall, conciertos como el que dio Vicente Amigo en Argentina y también programas que han hermanado el flamenco con otras músicas, que inició uniendo al bailaor Juan de Juan con el claquetista Samuel Jason Smith, y que este año ha unido la voz de María Terremoto con el saxofón de Tim Ries, de los Rolling Stones.

La cita fue creciendo paso a paso, zapateo a zapateo, hasta encontrar su lugar dentro de la programación cultural de una ciudad “tan descomunal” como Nueva York y conseguir el beneplácito los medios de comunicación de la ciudad –“El Festival Flamenco es uno de los más grandes eventos de danza del año en la ciudad de Nueva York”, escribió sobre él The New York Times–. De allí saltó al resto del mundo, ofreciendo espectáculos bajo la marca Flamenco Festival 111 ciudades, aunque con la gran metrópolis norteamericana como principal motor del proyecto.

Así hasta este año. La edición de 2022, la del 20 aniversario, se ha cerrado con más de 10.000 espectadores pero con una sensación agridulce. “Hay una visión equivocada del flamenco: esa idea de que un espectáculo se puede montar en tres o cuatro días. Hoy en día no. Los procesos de investigación que un artista necesita para llegar a la calidad que se exige son otros. El tema escénico ahora es fundamental”, remarca Marín, que insiste en que, para ser relevantes en un mercado como el norteamericano, hay que pensar a lo grande.

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