¿Cómo se trata a los pacientes diagnosticados con Covid 19?
El pasado 19 de marzo una mujer de 76 años y vecina de Adamuz ingresó en el Reina Sofía con una neumonía. Había dado positivo por coronavirus. Todo había comenzado doce días antes en Benidorm, donde se encontraba de viaje con el Imserso. Allí sobrevino la fiebre. Una fiebre alta que llegó a 39 grados. Al volver a Córdoba, a su pueblo, su médico de cabecera le dijo que se trataba de una gripe común y la mandó a casa, algo que le volvieron a reiterar días más tarde ya en el hospital Reina Sofía. Hasta que la enfermedad fue a más y tuvo que ser ingresada tras confirmarse todas sus sospechas.
Al día siguiente de su ingreso los médicos le sugirieron someterse a un tratamiento experimental con hidroxicloroquina, un medicamento usado para, entre otras enfermedades, combatir la malaria. Le explicaron que le iban a combinar dos medicamentos usados contra el ébola y la malaria, respectivamente. Ella dio su autorización. Al día siguiente la fiebre bajó de 39 a solo unas décimas, pero llegó una diarrea con riesgo de deshidratación.
Una vez superado este episodio, la fiebre no volvió y este viernes le anunciaron que el lunes será dada de alta. Su historia es una de la de tantos enfermos que superan la Covid-19, “ya que más de un 90% de los infectados se curan o no llegan a padecer la enfermedad, un 20% de los casos se complican y alrededor de un 5% fallecen”, según el epidemiólogo y experto universitario en virus emergentes, Antonio Varo.
Esta historia no significa que esta clase de tratamientos estén salvando la vida de otros pacientes afectados por coronavirus. Sin ir más lejos, el recientemente fallecido Carlos Falcó, marqués de Griñón, se sometió voluntariamente a un tratamiento experimental en la madrileña Fundación Jiménez Díaz que no fue capaz de revertir la enfermedad.
“No hay ningún ensayo clínico que demuestre que la hidroxicloroquina es eficaz”, explica el epidemiólogo Antonio Varo. Pero la realidad es que los hospitales españoles ya están probando algunos fármacos utilizados en otras afecciones que por su composición podrían ser útiles para este nuevo coronavirus.
Se trata de medicamentos utilizados para enfermedades como la malaria, la artritis reumatoide, el VIH, la esclerosis múltiple y el ébola (este último en menor medida porque está en fase experimental). La mayoría de estos fármacos pertenecen al grupo de los antivirales y en países como China o España se han reportado casos donde han sido efectivos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por otra parte, si bien no ha avalado ningún medicamento específico y efectivo contra el patógeno, sí publicó una lista de decenas de compuestos que por sí solos o combinados podrían reforzar la respuesta inmunitaria de los pacientes en los casos más graves.
Varo define la utilización de estos fármacos como “uso compasivo” y confiesa que ante la falta de ensayos clínicos prefiere pensar que son casos que se curan “porque se tenían que curar”.
En cuanto a la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS), ésta ha validado la aplicación de cloroquina e hidroxicloroquina a pacientes ingresados que presenten neumonía por una infección por coronavirus, aunque asegura que el nivel de evidencia del tratamiento en estos pacientes “todavía es bajo”. El organismo impone además estrictos controles sobre su uso para tratar de asegurarse existencias.
De hecho, la Agencia ha informado en un comunicado que el Gobierno ha decidido frenar la venta de hidroxicloroquina y cloroquina fosfato dado el “stock limitado” de estos medicamentos y la demanda creciente en diversas situaciones relacionadas con la Covid-19. La Agencia considera necesario controlar las reservas y ordena a los titulares que no pongan más de estos fármacos “en el canal hasta nuevo aviso”.
La AEMPS reconoce que el uso de estos medicamentos “ha generado expectativas de modo que distintas autoridades (Italia, Francia, China o España) han incluido la cloroquina o la hidroxicloroquina como una de las alternativas para tratar el coronavirus”.
El lunes, tras diez días en el hospital, la protagonista de esta historia volverá a casa. No podrá abrazar a las suyos ni salir a la calle, pero podrá utilizar su mando a distancia. Ese mando que conoce bien cómo funciona a diferencia del que tenía en su habitación del hospital y del que casi nadie pudo explicarle el manual de instrucciones a causa de lo rápido que los sanitarios entraban y salían de su habitación.
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