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Juan Velasco

24 de enero de 2022 06:30 h

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Los trabajadores de Zumos Palma cumplieron el pasado jueves un mes de encierro en la planta de Zumosol en Palma del Río, la que, en otra época no tan lejana, fue la joya de la corona de esta marca de cítricos cuando estaba integrada en el grupo Leche Pascual y era uno de los centros productivos de zumo y embotelladora más grandes de toda Europa, con capacidad para recibir 1.300 toneladas de naranjas al día y para exprimir 1.100 toneladas al día.

Hoy, es una fábrica fantasma, donde no hay más vida que la que le otorgan quienes hasta hace unos meses trabajaban en ella y que ahora la han ocupado de manera pacífica y con la simpatía de toda la localidad, que ha mostrado un apoyo sin fisuras ante la situación en la que han quedado los 40 empleados después de que una presunta “empresa fantasma” adquiriera Zumos Palma y los despidiera en cuestión de días.

La planta de Zumos Palma se puede considerar un epítome del capitalismo como máquina exprimidora. Literalmente, eso es lo que era Zumos Palma a principios de siglo, una máquina de exprimir que en el año 2001 fue adquirida por la compañía líder del sector, Pascual, a la firma toledana Dream Fruits (que llegó a ser la tercera marca del sector de los cítricos pero que, años después de esta venta, acabó liquidada y en los tribunales).

Entonces, lo que hoy es Zumos Palma se llamaba Naransur y se compró en pesetas. Concretamente, Leche Pascual desembolsó más de 6.000 millones (al cambio, casi 40 millones de euros) por la unidad productiva y los 35.000 metros cuadrados de suelo industrial sobre los que se asentaba. Aquello fue un pelotazo, saludado por los gobiernos municipales y autonómicos socialistas de la época, ya que la adquisición vino acompañada del traslado a Palma del Río, capital andaluza de la naranja, de toda la producción de las marcas Zumosol, Frutisol y Biofrutas.

Con este movimiento, Pascual prometió también grandes inversiones y las cumplió. Un año después se gastó otros 42 millones en ampliar la fábrica de Naransur y convertirla en la mayor y más moderna de las plantas de zumo de naranja de Europa, triplicando prácticamente la capacidad de almacenaje e incorporando, entre otra tecnología, un sistema de exprimido que permitía extraer el zumo de las naranjas el mismo día de la recogida, y otro de almacenaje que permitía tener zumo homogéneo durante todo el año, incluso en los meses que no había recogida.

Del primo de Zumosol a los amigos holandeses y turcos

Unos años después, para finales de la primera década del siglo XXI, ya se habían invertido 100 millones de euros en la fábrica, que había ampliado la plantilla hasta los 150 empleados. Habían pasado casi veinte años del famoso anuncio del primo de Zumosol y el jugo se distribuía en toda España y más de 11 países europeos, mientras el siguiente éxito de Pascual, los Biofrutas, se estaban asentando en las neveras de todo el país. Y, prácticamente todo eso salía de Zumos Palma.

Sin embargo, al primo de Zumosol le empezaron a faltar las vitaminas. Su dominio en los estantes y en las neveras ya no era tan absoluto como en los noventa, por lo que en Pascual comenzaron a escuchar ofertas. En 2009, alquilaron las instalaciones de envasado a la multinacional holandesa Refresco, que gestionó la fábrica hasta febrero de 2012.

Entonces, el grupo se abrió a la venta y quien se hizo con ella, a finales de 2013 y por unos 40 millones de euros, fue un holding empresarial turco llamado Grupo Toksöz, que anunció su intención de desarrollar el negocio nacional e internacional de Zumos Palma, mientras que Pascual prestaba apoyo a la compañía con su red logística y comercial en España.

Por aquel entonces, Pascual estaba en pleno proceso de venta de sus activos industriales. En los años previos, el grupo se había desprendido de las instalaciones de Cereales Expandidos en Valladolid (que pasaron a manos de Navidul), mientras que sus planteas lácteas habían pasado a empresas como la francesa Andros o al grupo cooperativo Alimentos Lácteos. De manera que la planta de Zumos Palma no pudo librarse del proceso. Lo que pasa es que, a diferencia del resto de activos de Pascual, Zumos Palma acabó en manos de un conglomerado que estaba más vinculado al mundo farmacéutico que al de los cítricos o los lácteos.

La quiebra de Pernigotti y Sanovel España

¿Quiénes eran los primos turcos que acababan de hacerse con Zumos Palma? Pues eran los hermanos Ahmet y Zafer Toksöz, que habían heredado el poderoso grupo empresarial que había formado su padre Erol Toksöz a partir de la empresa farmacéutica Sanovel, fundada en Turquía en 1971, y que se había expandido entrando en los negocios de la alimentación, la inmobiliaria y la energía. Toksöz ya era una multinacional que facturaba centenares de millones de euros cuando adquirió Zumos Palma, una compra con la que aumentaba su línea de productos alimentarios, en la que se iniciaron con la compra de las marcas turcas de chocolates Sagra Gida, Sarelle y Tadelle.

En ese sector, Toksöz también apostó por el mercado italiano, adquiriendo, el mismo año que Zumos Palma, la fábrica de Pernigotti, histórica marca de chocolate de la región de Piamonte, y que acabaron cerrando en 2018, antes de que un grupo de inversores italianos firmara un acuerdo preliminar para salvarla.

También en 2018 se produjo otro cierre asociado a Toksöz. En este caso en España, donde el grupo turco clausuró su filial de la farmacéutica Sanovel, despidiendo a todos los empleados, según informaba la prensa especializada. Fue un capítulo más en los movimientos que ha habido en la compañía farmacéutica matriz del grupo, que estuvo a punto de ser adquirida (en parte) por el fondo de inversión Morgan Stanley, antes de que en 2020 vendieran el 30% de sus acciones al fondo Yamma Investments, con sede en Luxemburgo, por 200 millones de dólares.

Una fábrica dividida en dos

Mientras tanto, en Palma Del Río, la cosa se estaba poniendo complicada. Toksöz optó por mantener la actividad de la fábrica en una parte dedicada al envasado y otra al exprimido. La línea de extracción se alquiló a una empresa brasileña, Citrosuco, que la asumió hasta el año 2020, en el que desechó su compra. Por su lado, la parte de envasado se vendió en 2019 a LGC Fruit, una empresa española del sector cítrico, propietaria de otras plantas en Ocaña, La Puebla de Almoradiel o El Viso del Alcor, y que aún continúa explotándola.

De este modo, a partir de 2020, con la marcha de Citrosuco de Palma del Río, se dio una situación absolutamente kafkiana: Zumos Palma presentó un ERTE que afectaba a los casi 40 trabajadores de la planta de exprimido, mientras que la de envasado seguía funcionando con LGC Fruit, y una plantilla de unos 60 empleados.

Fue el inicio de un proceso de degradación laboral que ha conducido a los trabajadores de la planta de extracción a la situación en la que están ahora, en un limbo administrativo. Tras un año en ERTE, Toksöz anunció que había encontrado un comprador para la fábrica de Zumos Palma. Este comprador era una empresa llamada Cegeplas (Central Andaluza de Gestión y Suministros Plásticos), una compañía que, tras investigar los trabajadores, resultó que tenía un capital social de 3.000 euros, una cantidad insuficiente para echar a andar una fábrica que, según la plantilla, “para funcionar necesita un millón de euros al mes de gasto fijo”.

A pesar de ello, el propietario de Cegeplas anunció que se quedaba con la fábrica y a todos sus trabajadores para, a los pocos días de la adquisición, comunicar a la plantilla que “por una serie de irregularidades” no era posible cerrar el trato y que finalmente el contrato de adquisición se rompía. Así, la plantilla descubrió que habían sido recontratados y despedidos por otra empresa y, de repente, estaban en el paro, sin que nadie se hiciera cargo de ellos.

La “empresa fantasma”

Así, tras dos décadas pasando por manos burgalesas, holandesas, turcas y brasileñas, la planta de Zumos Palma acababa en manos de lo que los trabajadores consideran “una empresa fantasma”, una compañía pantalla presuntamente contratada por Toksöz para “liquidar a la plantilla y no pagar la indemnización por despido”.

Un mes después de verse en el paro y con ocho nóminas atrasadas, los empleados de Zumosol siguen esperando respuestas que no llegan. “Los 38 trabajadores están viviendo una situación muy difícil y no solo porque lleven ocho meses sin cobrar, sino porque el fondo de inversión turco Toksöz, propietario de Zumosol, ha actuado de mala fe con la colaboración de Cegeplas y los ha dejado en una situación de total vulnerabilidad”, explicaba este jueves el secretario general del Sindicato de Industria de CCOO de Córdoba, Agustín Jiménez.

El responsable sindical ha reclamado a Toksöz que “reconduzca la situación, se haga cargo de su plantilla y, si no quiere continuar con la actividad de la fábrica, solicite un concurso de acreedores y dé a los trabajadores la salida a la que tienen derecho, con las indemnizaciones que se negocien y con la actualización de salarios que se les adeudan”.

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