La situación de los embalses, preocupante pero muy lejos del drama de los años 90
La situación de los embalses de la cuenca del Guadalquivir es alarmante. La zona atraviesa una sequía que salvo la pasada primavera y la del año 2018 dura ya casi una década, prácticamente. Pero aunque el nivel actual de los pantanos es preocupante está lejos del drama que se vivió en los años noventa. Hay varios datos que lo corroboran.
En el verano de 1995, en lo peor de la sequía, había municipios como Villanueva de Córdoba donde solo salía agua del grifo durante tres horas al día. Entonces, en toda la cuenca del Guadalquivir había almacenados 639 hectómetros cúbicos de agua, una cantidad insignificante para una región en la que viven más de cinco millones de personas. El embalse de Iznájar, el mayor de Andalucía, se vació y se quedó con apenas 58 hectómetros cúbicos de agua, cuanto tiene capacidad para casi 1.000.
En el verano de 2022 la situación es grave, pero no dramática, salvo excepciones. Solo en la provincia de Córdoba hay ahora más agua que en toda la cuenca del Guadalquivir en el año 1995. En Córdoba quedan 743 hectómetros cúbicos, 104 más que en lo peor de la sequía de los años noventa para toda Andalucía. En toda la cuenca del Guadalquivir quedan 2.320 hectómetros cúbicos de agua. Es decir, cuatro veces más que en la sequía de los años noventa.
Con estos datos se hacen impensables las restricciones generalizadas de los años noventa del siglo XX en casi todos los municipios andaluces. Y eso a pesar de que ha podido llover ahora lo mismo que entonces. La diferencia está en que la traumática experiencia de los años noventa provocó que se intentara aprovechar hasta la última gota de agua disponible del Guadalquivir.
En Córdoba hay un ejemplo claro. En los años noventa, en el río Guadiato cerca de la desembocadura con el Guadalquivir retenía agua La Breña. Tenía capacidad para 101 hectómetros cúbicos de agua. Entonces, se decidió construir otro embalse mucho más grande, La Breña II. Se multiplicó por ocho su capacidad. Hoy, la sequía es más que evidente en La Breña II. Está al 14% de su capacidad. Pero en su interior hay 114 hectómetros cúbicos. Es decir, más agua incluso que cuando La Breña I estaba llena.
En la provincia se construyeron más embalses para aliviar la situación de ausencia de precipitaciones, que comenzaba a ser habitual. Así, se levantó La Colada en Los Pedroches o El Arenoso en Montoro. A finales de los noventa se inauguró Vadomojón, en Baena, que regulaba el río Guadajoz. Es decir, hay más embalses y, por tanto, más agua almacenada de la que nunca hubo durante la sequía de los años noventa.
Aún así, hay matices. El caso del norte de la provincia es el más extremo. La falta de conexiones entre los embalses de Puente Nuevo y La Colada con Sierra Boyera puede dejar sin agua a 80.000 personas si no llueve en octubre. Y agua hay. Sierra Boyera tiene poco más de seis hectómetros, cantidad insuficiente para dar de beber a tanta gente. Pero en Puente Nuevo hay actualmente 40 hectómetros, la misma cantidad que en La Colada. En este caso el problema está en la falta de conexiones, obras que no ha ejecutado la Junta de Andalucía, en el caso de La Colada, y el Gobierno, en el de Puente Nuevo.
En el Alto Guadalquivir preocupa la situación de Martín Gonzalo. Este embalse tiene problemas estructurales. Pierde agua por unas grietas. De urgencia, la Confederación ha autorizado su reparación pero también el bombeo de agua desde el Guadalquivir, para garantizar el suministro en la comarca. A medio plazo está prevista la conexión con El Arenoso. Hacen falta 14 millones de euros para pagarla.
Pero donde la situación preocupa menos es en Córdoba capital y en el sur de la provincia. La capital dispone de un excelente sistema de abastecimiento de agua, que le permitió no sufrir restricciones en los años noventa. Entre el Guadalmellato y San Rafael de Navallana hay agua suficiente para pasar tres años sin lluvia (120 hectómetros en total para una población de 330.000 habitantes).
En el sur está Iznájar, un embalse gigantesco. Ahora mismo está al 23%. Es un nivel bajo, pero eso significa que tiene almacenados 232 hectómetros cúbicos de agua, una cantidad suficiente para garantizar el suministro sin problema alguno para los 200.000 vecinos que viven en esta zona. Solo los puntos sin conexión directa a Iznájar son los que tienen más problemas, como los diseminados de Lucena o incluso de Priego de Córdoba a los que tampoco han llegado las conexiones.
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